La controvertida historia de Bolivia y su fracking
Aunque llevamos toda la vida leyendo que el petróleo se agota, lo cierto es que cada vez aparecen nuevos yacimientos y, sobre todo, nuevas técnicas que permiten su extracción más rápida, alterando así el ciclo natural. Es el caso de los proyectos no convencionales, que mediante la fractura hidráulica logran liberar el gas o el petróleo de las rocas de esquisto. El proceso es de todo menos respetuoso con el medio ambiente: se perfora verticalmente, luego horizontalmente alcanzada la cota estimada, se llena todo de explosivos y tras la explosión, se inyecta agua y otros químicos para que el hidrocarburo suba.
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Estados Unidos perfeccionó la técnica y en 2014 empezó a producir en su propio territorio a precios más bajos inclusos que Arabia Saudí, donde el barril costaba por aquel entonces unos 10 dólares. Era el principio del fin de los precios altos pues muchos países aceleraron también la inversión en ese tipo de yacimientos, entre ellos Argentina con Vaca Muerta.
En ese contexto, en pleno abril de 2015, el entonces poderoso ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, suplió a Evo Morales en un acto de firma de memorádums con Petrobras y Gazprom, las gigantes petroleras de Brasil y Rusia, enfocadas en las perforaciones en aguas abiertas y principalmente las más perjudicadas por el salto competitivo del gas de esquisto que produjo una caída de precios desde finales del 2014 hasta enero de 2016 donde se recompusieron ciertos equilibrios para dejar el barril en el entorno de los 70 – 80 dólares.
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Quintana no dudó entonces en hacer una enconada defensa de la Madre Tierra y criminalizar la técnica de extracción no convencional desde el Salón del Hotel Los Parrales de Tarija en el que al parecer, se tomó nota.
Solo tres años después y en el mismo Salón y en la misma fecha, Evo Morales y su ya asentado ministro de Hidrocarburos, Luis Alberto Sánchez, daban un impulso en la dirección contraria: Con bombo y platillo anunciaban la entrega del área Miraflores, en las extensas tierras chaqueñas de Charagua a la empresa canadiense Cancambria Corp, aparentemente especialista en el fracking. En 2018 ya habían sonado todas las alarmas sobre la carencia de reservas probadas de Hidrocarburos y el ministro Sánchez buscaba desesperadamente una solución, pero nunca pudo dar resultados sobre el fracking.
Sánchez nunca ha explicado su silencio sobre el tema, pero lo cierto es que si se descartó no fue por un tema de criterio ambiental, pues con una pasión desorbitada apostó por explorar ni más ni menos que en klas Reservas Naturales del país, empezando por Tariquía. Sánchez habló del mar de gas y exhibió estudios previos de Beicip sobre el potencial gasífero que estimaba por encima de los 1.000 TCF, obviamente en cuestión no convencional.
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Ni el gobierno de Jeanine Áñez ni el actual han dado más explicaciones sobre aquel proyecto de Miraflores y los actuales ejecutivos del Ministerio y YPFB no responden las preguntas de este medio al respecto. Por el momento YPFB ha autorizado técnicas de recuperación secundaria en pozos antiguos, como en el caso de Churumas en Tarija, y “amenaza” con un anuncio que cambiará el presente del sector… pero de momento no hay proyectos concretos en un momento en el que la economía inmediata manda más que las emergencias del cambio climático.