Fracking, le metemos no mas

El pasado lunes advertíamos que en esta gira por Tarija, el presidente Evo Morales estaba abandonando algunas de las banderas más importantes con las que llegó al poder en 2005. A viernes, podemos decir con más claridad que Morales ha aprovechado estos días para despojarse de cualquier...

El pasado lunes advertíamos que en esta gira por Tarija, el presidente Evo Morales estaba abandonando algunas de las banderas más importantes con las que llegó al poder en 2005. A viernes, podemos decir con más claridad que Morales ha aprovechado estos días para despojarse de cualquier rastro del activismo ambiental con el que se ha hecho mundialmente famoso.

El sábado Morales aparecía en la foto promulgando la Ley que autoriza la exploración petrolera en la Reserva de Flora y Fauna de Tariquía, ayer se colocó en el centro de los magnates del petróleo, altos ejecutivos de las grandes transnacionales del cono sur, para dar la bienvenida a la exploración de hidrocarburos ni convencionales en Bolivia, es decir, autorizando de facto el uso de la técnica de la fractura hidráulica (mundialmente conocida como fracking) para explorar el subsuelo tarijeño y boliviano.

La fractura hidráulica es la técnica que ha revolucionado el mercado de los hidrocarburos desde el principio de la década y con especial incidencia a partir de 2014. En términos sencillos consiste en extraer el hidrocarburo todavía contenido en la roca pizarra o shale a través de una perforación inicialmente vertical, pero que gira horizontalmente atravesando el reservorio longitudinalmente. Una vez perforado se llena de explosivos que agrietan la roca y hacen extraer el gas al inyectar grandes cantidades de agua a presión y otros componentes químicos de todo pelaje.

En términos cuasi filosóficos, supone alterar los procesos naturales de la Madre Tierra acelerando la extracción del hidrocarburo; en términos económicos la enésima subordinación al desarrollismo imperial; en términos ecológicos, una incógnita de riesgos mayúsculos que, advierten los que lo sufrieron, afecta acuíferos, agua potable y quien sabe cuanto más.

El desarrollo de las técnicas de la fractura hidráulica ha tenido como epicentro los Estados Unidos y concretamente las formaciones de Pensilvania y California. Es uno de los grandes secretos del ex presidente Barack Obama, que alentó la exploración soterradamente para volver a convertir a los Estados Unidos en la potencia mundial de los hidrocarburos mientras al mundo le daba una imagen de progresista, pacifista y ecologista.

La inversión en el país del norte fue tal y los hallazgos de tal magnitud que en 2014 hizo explotar el voluble mercado del petróleo que desde hace 40 años especula con la máxima de que el petróleo se está agotando. En Tarija somos bien conscientes de las consecuencias. El barril de petróleo empezó a derrumbarse mientras las técnicas del fracking se convertían en más y más eficiente. No pasó lo mismo con los megaproyectos de otras potencias emergentes con proyectos arriesgados, como el Presal en Brasil, los del mar del Norte de Rusia o los siempre polémicos ubicados en la Faja del Orinoco en Venezuela.

El petróleo de 100 dólares tocó los 25 dólares y las potencias que habían preconizado un reordenamiento a partir de su poder hidrocarburífero claudicaron. La OPEP fijó límites de producción para mantener el precio sobre los 60 dólares, los países del Golfo se aseguraron seguir gozando de sus privilegios y el resto trata todavía de quitarse el miedo de encima con la máxima: si no puedes con tu enemigo, únete.

En 2015, en el mismo escenario en el que ayer se abrían las puertas de la exploración no convencional, el entonces todopoderoso ministro de la Presidencia Juan Ramón Quintana entonaba una descomunal bravata contra ese tipo de exploración, acusándola de todos los males del planeta promovido por el imperio demoníaco del norte. En 2018 el presidente Morales preside la firma de un convenio que prevé determinar cuánto gas no convencional hay en el país, evidentemente, con interés de explorarlo.

Las razones para este giro son coloridas, o verdes, o negras. En marcha está la certificación de reservas de gas convencional, cuyos resultados deberían ser presentados en el mes de mayo. La última certificación hablaba de 10,45 TCF y los proyectos de exploración han sido poco exitosos en los últimos años. Una reducción supondría un fracaso. Dada la urgencia con la que se han puesto en marcha los planes sobre el shale gas, todo parece ser una voluptuosa manta con la que cubrir todo rastro de promesa antigua y empezar a construir un futuro sobre la ilusión de un gas que ya no quieren que sea lo que era.

Es urgente proveer de más información a la opinión pública. Información real y no solo buenos deseos y proyecciones optimistas, ancladas, por cierto, en los principios más liberales de la economía capitalista pura y dura que gobierna el mundo y también Bolivia. El Gobierno dice ahora que el fracking es la mejor opción para Bolivia y Tarija, y tal vez lo sea, pero para quien seguro no lo es, es para la Madre Tierra.

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