Crónica política
Dos años “sin Camacho”: todas las vueltas de la política
Santa Cruz es el departamento clave en la elección de 2025, pero su peso político ha caído considerablemente con el gobernador encarcelado, Demócratas en barbecho y Fernández y Aguilera en modo “colaborativo”
Ayer se cumplieron dos años de reclusión en Chonchocoro del gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho. El 26 de enero se cumplirán además un año desde que la famosísima sala cuarta del Tribunal Constitucional, autoprorrogada, determinó que se entregara la función de gobernar el departamento al vicegobernador Mario Aguilera, algo que el propio Camacho había intentado evitar a toda costa al considerarlo abiertamente “traidor” y “servil al Movimiento Al Socialismo”.
En paralelo, también llega a su fin el controvertido mandato de Fernando Larach en el Comité Pro – Intereses de Santa Cruz, que convirtió la invocación del derecho a la autodeterminación de los pueblos y el análisis de una nueva relación con el Estado del cabildo del 13 de noviembre de 2022 en una batalla judicial por ampliar los márgenes de la autonomía constitucional.
Los analistas coinciden en que en estos dos años el departamento de Santa Cruz ha entrado en un notorio declive político que tiene sus manifestaciones concretas y que contrasta profundamente con el liderazgo económico y demográfico que ya ejerce sin ningún tipo de competencia.
Un final anunciado
Desde que Evo Morales puso un pie en Villazón al día siguiente de la posesión de Luis Arce como presidente aquel 8 de noviembre de 2020 no había dudas de que había “espíritu de venganza” contra los protagonistas de su caída en 2019 y Luis Fernando Camacho era por antonomasia el líder de todo aquello.
El fiscal General Juan Lanchipa, que culminó su mandato hace un par de meses “coronado” como evista tras desbaratar la aprehensión de Morales ordenada desde Tarija, se tomó entonces todo el tiempo para instruir la causa y también el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, por lo que Camacho pudo candidatear y ganar las elecciones en Santa Cruz el 7 de marzo de 2021, como estaba previsto.
Morales culpó a Del Castillo, que rápidamente se convirtió en enemigo, pero la estrategia del ministro acabó por desgastar al poderoso gobernador cruceño. Su gestión se llenó rápidamente de sombras, que desde las veredas rivales de Demócratas no cejaron en señalar nunca, y su respuesta, buscando la confrontación permanente, acabó por doblegar su principal valor: la influencia popular.
El fastuoso operativo policial extrajo a Camacho de Santa Cruz y lo llevó a Chonchocoro un 28 de diciembre luego de un atroz paro de 36 días y a pocos días de Carnaval. Las protestas además fueron reprimidas hasta que se extinguieron.
Camacho perdió el control de su bancada en la Asamblea Plurinacional casi desde el primer día que se conformaron comisiones; se desconectó del sentimiento popular, la Ley lo dejó sin la capacidad de gobernar y además, perdió el control de la Asamblea en favor del MAS.
Recelos opositores
Camacho fue clave en la caída de Morales porque supo traducir el descontento social en movilización efectiva con altas dosis de emocionalidad frente a una respuesta institucional que convocaba al Conade y a la mediación externa, y tal vez por eso siempre fue tratado con recelo por la clase política tradicional.
La posesión de Áñez fue tal vez su primera derrota en la experiencia de la realpolitik – él apostaba por una “junta de notables” -, y aunque logró colocar piezas clave en el ejecutivo, que de hecho llevaron el peso más importante en la transición, como Jerjes Justiniano y Roxana Lizárraga, fueron liquidados apenas dos meses después, cuando Áñez ya pensaba en convertir su interinato en su plataforma de campaña.
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Unos dicen que fue por revancha, otros porque desde el principio apostó por explorar la vía secesionista cruceña, la cuestión es que Camacho armó su candidatura presidencial con la sigla de Johnny Fernández con el objetivo más que evidente de consolidar una bancada propia de peso por lo que estuviera por venir. Lo logró, pero evidentemente acabó con cualquier posibilidad de que Carlos Mesa y su Comunidad Ciudadana repitieran los resultados de 2019, donde los cruceños se volcaron con él.
Secesión cerrada
El apresamiento de Luis Fernando Camacho ha aplacado quizá el último impulso revolucionario para que Santa Cruz alcanzara mayor autogobierno o explorara vías diferentes de relación con el Estado, como se aprobó en aquel cabildo.
El efecto ha alcanzado al resto de departamentos: del Pacto Fiscal no se habla ni de rebote y no ha habido ningún cambio en la redistribución de recursos y tampoco ninguno de los candidatos que hasta hoy han asomado la cabeza han hablado de avanzar en un país federal y ni siquiera consideran la autonomía un asunto sobre el que proponer algo.
La encrucijada cruceña
La apuesta de Camacho por una bancada propia tuvo efectos, pues son imprescindibles para conformar “el tercio restante” para cualquier decisión de fondo en el legislativo, pero duró poco por la falta de disciplina.
Por otro lado, los otrora poderosos Demócratas de Rubén Costas entraron en un bucle destructivo a partir de 2019. Primero se la jugaron a Doria Medina dejándolo fuera de la candidatura, que acabó cuarta con apenas un 4%, luego no pudieron capitalizar el gobierno de Jeanine Áñez y más bien acabaron cargando los pasivos y por último hicieron un “pacto de perdedores” con el propio Camacho para no concurrir a la Gobernación a cambio de la Alcaldía, que acabó ganando Johnny Fernández con una campaña digna de doctorado.
Ni Aguilera en la Gobernación ni Fernández en la Alcaldía tienen otra intención que sobrevivir en su gestión sin grandes alegorías, por lo que la paz con el gobierno central ha sido prioridad desde el principio.
Y en esas, la influencia de Santa Cruz en la política nacional ha ido a la baja. Camacho ha sido incluido en el grupo de unidad de “los cuatro grandes” junto a Carlos Mesa, Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga y es tal vez el que más claro tiene el concepto. Mientras, otros candidatos como Manfred Reyes Villa buscan “vicepresidenta a Santa Cruz” como si de “concurso de belleza se tratara” según críticas locales, o se proyectan desde el departamento con más exabruptos hacia los opositores que hacia el MAS como Branko Marinkovic
Está pendiente la voz oficial de Demócratas, que seguramente movilizará el “sentido común cruceño”, pero lo que es seguro es que el departamento más poblado del país será esencial en las elecciones de agosto y nadie debería pasarlo por alto.