¿Cómo resucitar el arcismo?
El MAS unido sobre cualquier candidato alternativo es la peor pesadilla de la oposición boliviana
Dividir, dividir, dividir. El plan se formulaba de memoria desde muy lejos y sin titubeos: el plan para acabar con el Movimiento Al Socialismo (MAS) pasaba por destruirlo desde dentro, por dar las condiciones para que ese partido nuevoy con muy poca dinámica de estructura se acabara fagocitando.
No fue fácil con Evo Morales en el poder, pues entendía mejor que nadie las lógicas del poder sindical y las concesiones siempre eran bastantes, pero con la llegada de Luis Arce todo parecía más propicio. Era evidente que llegado el momento Morales reclamaría el poder total y también bastante posible que Arce se resistiera, porque nadie quiere pasar a la historia como marioneta.
A partir de ahí se trataba de partirlo por la mitad justa. Una mitad para Arce y Choquehuanca, la otra mitad para Evo Morales. Se suponía que la mitad de Arce podía convertirse en un MAS progresista y de izquierda que reclamara una redistribución y una mejora de condiciones para la Bolivia urbana mientras que el de Morales podía quedarse con sus valores tradicionales del liberalismo comunal, el agro, lo rural y la mística indígena más andina.
Nada de eso pasó. llegó la crisis y Morales aceleró la descomposición para liberar la sigla de la deriva del Gobierno, pero la oposición no tuvo la misma cintura. Al contrario, boicotearon incluso los proyectos elementales, como la aprobación de créditos finalistas que hubieran traído divisas y paliado la situación de emergencia.
Aún así el gobierno pudo haber navegado entre aguas turbulentas arropado en una sociedad popular movilizada que seguía defendiendo el modelo, pero en su obcecación por acabar con Morales y su viabilidad política cruzaron una línea roja: el pacto a sangre y fuego con el Tribunal Constitucional, que empezó a dictar a medida mientras eliminaban otras competencias, le pasó factura: nadie nunca vio a Luis Arce como un prototipo de dictador, y en esa disonancia nació el peligro.
En una de las sentencias más grotescas, el TCP le ha dado la sigla a una directiva que emanó de un cabildo ampliado en la ciudad de El Alto que tampoco fue supervisado por las autoridades electorales, principal razón para desconocer el Congreso realizado por Morales en Lauca Eñe. ni firmada la convocatoria por las autoridades. Esta forma de conseguir la sigla está trayendo algunos remordimientos.
Resucitar o renovar
El Gobierno va a aprobar el presupuesto por Decreto, mostrando una vez más su desafección de la política y el diálogo, y probablemente no habrá tantos problemas en el primer semestre porque no habrá tanto remilgo en ejecutar todo lo que haya que hacer para llegar a elecciones sano.
La oposición podría incluso viabilizar algunos de los créditos internacionales o alguno de los proyectos del litio con el fin de que Arce volviera a dar imagen de político pragmático que sabe resolver los problemas del que hoy, básicamente, no queda nada. Aún así, los duros castigos a los que ha sido sometido desde diferentes frentes lo desaconsejan.
La otra opción pasa por hacerlo todo nuevo, y ha sido Julia Ramos, vicepresidenta del nuevo MAS y sostén de Arce en Tarija, la que ha abierto la puerta a usar otra sigla, porque la sigla MAS acumula muchas cargas negativas y está indisolublemente unida a la cara de Evo Morales.
En el plan de todo nuevo por la que apuesta el arcismo solo hay un nombre en disposición: Carlos Eduardo del Castillo del Carpio, el ministro de los apellidos compuestos que se fue a estudiar de Santa Cruz a La Paz porque ahí se veía más, y así fue.
El ministro de Gobierno ha perfilado estos meses una campaña basada en su fortaleza y determinación a la hora de enfrentar las consecuencias y tomar decisiones. Empezó siendo bronco y polémico, hoy es el enemigo número 1 del evismo y tiene un as en la manga: meter preso a Morales, uno de los deseos más repetidos por la población.
Si Del Castillo mete a Morales en la cárcel su popularidad se multiplicará, pero seguramente se verá obligado a modificar las líneas maestras de su partido hacia otras que hablen de mano dura, de recuperar valores, etc. ¿Cómo Bukele? Sí, exactamente como Bukele.