Los mitos imposibles de la unidad opositora



Quiénes somos, qué queremos y quién paga todo esto. En la respuesta a esas tres preguntas la oposición al Movimiento Al Socialismo, cada año desde 2005 cuando su victoria estaba cantada, se juega sus opciones de ser alternativa política de verdad.
Aparentemente parece fácil: Somos los antimasistas, queremos sacar al MAS y ponemos vaquita es lo que se consideraría una respuesta “normal”, sin embargo, salvo en 2009 cuando Convergencia Nacional de Leopoldo Fernández y Manfred Reyes Villa fue la única opción de consenso, en el resto siempre han aparecido matices: En 2014 Tuto se apuntó a última hora con una propuesta 100% liberal que se llevó un 9% e hizo inviable la opción socialdemócrata que por años venía construyendo Samuel Doria Medina. En 2019 Carlos Mesa se adelantó con una propuesta ideológicamente indefinida pero los Demócratas arrastraron primero a Doria Medina y finalmente impusieron a Ortiz como candidato con una propuesta también mixta entre el liberalismo y la democracia cristiana. En 2020 se reeditaron esas alianzas pero además, se unió una fuerte propuesta regionalista cruceña con Luis Fernando Camacho al frente. El resultado en todos los casos fue prácticamente el mismo: mayorías muy absolutas por parte del partido nacionalpopulista.
Un estratega viejo conocido de la política tarijeña que ha saltado a La Paz señala que más allá de todo lo que sucede en los cinco años de gestión o de oposición, el éxito de una campaña depende del contexto concreto en la que se arma y en el que se vota, y recuerda que el contexto no es twitter.
A pesar de esta recomendación, la oposición ha llegado a conclusiones similares en 2009 y 2014, cuando el gobierno del MAS era exultante, y en 2019 cuando Morales había perdido un referéndum y la candidatura era esencialmente ilegal y se le podía ganar en una campaña basada en esos ejes. Insistir en 2020 repuso la mayoría más que cualificada de Luis Arce, que sí era un candidato legítimo. La actual crisis en el partido de gobierno ha perfilado un análisis similar en el que todos se ven con fuerzas para ganar.
¿Quiénes somos?
Se trata de la pregunta elemental que los diferentes dirigentes de los partidos no tienen problema en responder, pues así en genérico son “la oposición”. El problema es cuando llegan las encuestas: los sondeos piden caras nuevas pero pocos están dispuestos a dar un paso atrás incluso sabiendo que el cabeza de lista no queda como diputado. En esa nula motivación de buscar rostros nuevos o nuevos dirigentes que puedan conectar con el gran público los viejos pierden tiempo sabiendo otra cosa: nadie vota a quien no conoce, y curiosamente esto pesa más a la hora de colocar nombres en las papeletas.
¿Qué queremos?
De nuevo la respuesta evidente es “derrotar al MAS”, pero a la hora de plantear el programa y la estrategia de campaña la cosa cambia porque unos creen que “primero la guerra y luego la revolución” y otros que todo a la vez, porque de ahí salen los planteamientos que deben enganchar con los votantes. La forma de hacer política de Donald Trump y más cercanamente, de Javier Milei, con mensajes simples y duros, diferenciándose de la “casta” ha tenido mucho arrastre y por ello, se hace cada vez más necesario tener claro el horizonte, pero obviamente ahí no caben todos porque todos no pueden defender lo mismo.
¿Y quién paga todo esto?
Se trata esencialmente del momento de la verdad, pues pocos apuestan por sí mismos y muchos traen a sus fundaciones o asociaciones de amigos para pagar a cambio de incluir alguna cosa en el programa electoral. Es básicamente el momento en el que se consagra el desastre de la bancada al año siguiente, pero sin este acuerdo, nada fluye.
De momento los primeros movimientos se han acelerado, pero la posición común está lejos: desde la posición de Mesa, con convicción pero sin sentido, de que la unidad la hacen los ciudadanos con su voto, hasta los que guerrean por una diputación aparentando ser candidatos y quienes insisten en que el camino libertario es el correcto… queda mucho tiempo, sin duda.