La alargada sombra de Iván Lima
El ministro de Justicia se ha puesto al frente de la estrategia judicial del Gobierno para sostener el poder



El actual ministro de Justicia, Iván Lima, era uno de esos abogados aguerridos conocidos en los círculos paceños por sus habilidades para gestionar procesos complejos y salirse con la suya, pero también por tener un particular criterio de priorización: siempre hacia arriba.
Hábil para litigar y más o menos pulcro en la siempre difícil redacción leguleya, por las cuestiones de auto identificación y sobre todo, por olfato, se acercó pronto a los núcleos de poder popular y casi desde siempre se aplicó en la difícil componenda de desempeñar cargos públicos de mediano nivel en Viceministerios, Defensa Pública y otros, y sostener despachos privados.
Cumplirá 50 años el jueves, pero ya supo estar cerca de algunos de los personajes emblemáticos de Condepa a finales del siglo XX y después se arrimó a la guardia jurídica del MAS, entre Héctor Arce Zaconeta, Nardi Suxo, Carlos Romero y otros de los que se encargaron de aquella fase inicial e iniciática.
Se dio a conocer para el gran público como uno de los panelistas de la emisora evangélica Radio Panamericana en su programa insignia: Diálogos, donde normalmente desempeñaba el rol de defensor del Gobierno con quien se le reconocía alguna vinculación por su nombramiento en 2014 como magistrado del Tribunal Supremo de Justicia por parte de Evo Morales en reemplazo de William Alave.
En el aparato se le atribuía el “éxito” de haber redactado el argumentario que se convirtió en la sentencia del “derecho humano a la reelección” y que justificó la postulación de Evo Morales en 2019. Cuentan que Lima se atribuye el haber remendado el “error garrafal” que supuso el referéndum de 2016 alimentando su ego, y cuentan que es también la mano negra detrás de la sentencia constitucional 1010 del 28 de diciembre de 2023 en la que se incluye justamente la argumentación contraria al derecho humano a la reelección y que aunque no es parte de la resolución, se supone servirá de argumento para inhabilitar al mismo Evo Morales que en el pasado redimió.
La intelectualidad del partido azul asiste agazapado al duelo personalísimo que Iván Lima ha desatado contra toda la guardia de Evo Morales, particularmente la exministra Teresa Morales, Carlos Romero y el exprocurador Wilfredo Chávez, pero sobre todo, por los ataques contra Morales, mentando incluso el referéndum del 21 de febrero y desvirtuando toda la narrativa del golpe de 2019, que unió artificialmente al partido en el inicio del gobierno de Luis Arce, al señalar que la violación constitucional fue el desencadenante de la crisis.
Las primeras crónicas relativas al gabinete de Arce señalaban a Lima como uno de los patrocinados por Álvaro García Linera, pero quienes conocían de su trayectoria ya alertaron de lo que sería su costumbre. Nadie más que Lima contribuiría a la fractura con el pasado en el afán de ser génesis de algo nuevo. Arce y su equipo parecen haberse rendido al enfoque y hoy Lima dirige la respuesta a los temas más escabrosos: la dilatación de la elección judicial, la inhabilitación de Morales, la reapertura del juicio contra Mesa e incluso la vuelta de tuerca en el caso Zapata tienen el sello inconfundible del ministro.
En un rincón, algunos analistas advierten que nada puede ayudar más a derrumbar la imagen del gobierno de Arce que convertirse en un gobierno de la chicana judicial, del amparo y el proceso infinito… pero ahí están.