La segundita de Rucho
El actual viceministro quiere la revancha en la Gobernación, pero el MAS Tarija ha desaparecido incluso de su función de oposición
Quedan poco más de dos años para una nueva elección departamental y no es que en el MAS Tarija no se tenga claro quién será el próximo candidato ni se esté trabajando un proyecto diferente e ilusionante; es que ni siquiera ha empezado la tarea de oposición.
Algunos periodistas que siguen de cerca la actualidad en el MAS Tarija y dos operadores “críticos” señalan que el terreno se está preparando para la reválida de Álvaro Ruíz, aunque advierten que para eso el gobierno de Arce debería empezar a operar más explícitamente.
Recién hace un mes el gobierno ha despejado el escenario dándole todo el poder al binomio bartolino que conforman Celinda Sosa y Julia Ramos y que ejercen la delegación más allá de las pataletas de los “hermanos campesinos”. A diferencia de sus antecesores: Marcelo Poma y Walter Ferrufino, ni Sosa ni Ramos tienen ninguna aspiración electoral en Tarija ni ningún cercano con ganas de saltar a la fama. La prioridad para ellas es “salvar a Arce”, y en Tarija sus expectativas son buenas en tanto la mayor parte de los militantes tienen más relación con la pega que con la ideología y el perfil de Arce es menos resistido entre la clase media tarijeña que el de Arce.
Por qué Rucho
Álvaro Ruíz ganó la primera vuelta en Tarija, pero eso no se tradujo en dominio en la Asamblea Legislativa Departamental. La derrota en la segunda vuelta, que reconoció rápido sin hacer mayor escándalo, lo dejó lejos, y sólo unas semanas más tarde asumió el viceministerio de Autonomías dentro del poderoso Ministerio de la Presidencia de Luis Arce, lo que lo convertía en un actor de peso en la sala de máquinas, pero, además, lo definía a un costado dentro del incipiente pulso entre Arce y Morales que ya a mediados de 2021 se percibía.
Para algunos el “premio” de Rucho fue menor, pues el viceministerio de Autonomías básicamente no tiene apenas presupuesto ni visibilidad y más bien se encarga a intermediar en la infinidad de pleitos por límites que hay en el país o a promover la redacción de Cartas Orgánicas, de las que ya nadie quiere saber en estos tiempos de escasez. Ciertamente si se compara con las contraprestaciones de las que gozó su antecesor en la pugna, Pablo Canedo, que se acomodó a la Oficina Trinacional del Pilcomayo primero y se fue después de encargado de Negocios a Estados Unidos, pues ciertamente no hay color.
La campaña de Rucho no fue la mejor, sobre todo porque tardó como tres meses en confirmarse candidato ante la insistencia de Walter Ferrufino, que lo puso entre la espada y la pared y se llegó a proclamar candidato en la plaza ante una nutrida representación campesina obligando a Evo a definir, que por cierto se inclinó por Ruíz.
Más allá de la campaña, Rucho fue decisivo en la oposición y desgaste al gobernador Adrián Oliva en la gestión anterior. De su pequeño equipo pensante surgió la estrategia del 1%, que se convirtió en la Ley del 8% confiscando una buena porción de recursos de regalías que llegaban al Tesoro Departamental, sobre todo porque incluyó el mecanismo de débito automático.
La estrategia acabó por desmontar la gestión de Adrián Oliva, demasiado solo a nivel local y nacional como para hacer frente a los embates de un gobierno que convirtió la crisis tarijeña en una reprimenda permanente al mismo tiempo que se consumían los recursos. Ruíz supo ahogar a Oliva, pero su alternativa: llevarnos bien con el gobierno sería mejor, no tuvo respuesta en forma de voto.
El contexto actual, sin embargo, puede ser aún más complejo. De un lado, la Gobernación de Óscar Montes es algo así como una institución en funciones sin otro horizonte que el de administrar la pobreza, pero el Gobierno tampoco tiene la capacidad de invertir ni generar esperanzas entre los tarijeños.
Lo más difícil para Ruíz, sin embargo, es partir sin base real en Tarija donde el partido ha acabado ausentándose de los problemas locales y apenas es una caja de resonancia de los problemas del MAS a nivel nacional, que de otro lado, es la misión encomendada a las Bartolinas.
El MAS Tarija no ha capitalizado la escisión de Unidos en la Asamblea y más bien está peleando en lo profundo de su ser por la Ley del 45%, mientras que la AMT mira de palco sin entender su función ni sus posibilidades.
Ruíz y su equipo lo saben: Si no son capaces de activar al partido en Tarija en el corto plazo, las opciones son mínimas.