Tarija, gobernación maldita
La mayor parte de quienes la han pretendido han acabado cayendo en desgracia
En 2006 se eligió por primera vez Prefectos a través del voto popular. Era el germen de la autonomía que finalmente se incluiría en la Constitución de 2009. En Tarija concurrieron tres frentes con expectativas.
El gran derrotado fue el expresidente Jaime Paz Zamora, en la que fue su última elección competitiva y la que marcó el inicio de su retirada definitiva, aunque como en Bolivia los políticos no se jubilan nunca, ha vuelto a hacer apariciones testimoniales incluso a nivel nacional.
La sorpresa fue Luis Alfaro, que superó el 20% de los apoyos con un Movimiento Al Socialismo (MAS) inexistente en Tarija por mucho que se hubiera consolidado ya a nivel nacional.
El gran ganador fue Mario Cossío, que le ganó la partida al mirismo con su Camino al Cambio, una plataforma básicamente conformada por emenerristas y algunos independientes, que gobernó cuatro años con altos y bajos dándole un perfil claramente regionalista a su gestión.
Por entonces parecía que la competición departamental iba a ser realmente importante, eran tiempos de definiciones y la Gobernación suponía un altavoz para plantear modelos y diferencias, pero además, en el caso de Tarija había una clave ineludible: los recursos económicos derivados de la explotación hidrocarburífera tendían a multiplicarse.
En el periodo 2006 – 2010, cuando se volvió a las ánforas para elegir ya Gobernador y no prefecto, Mario Cossío creció departamentalmente, pero también consolidó su proyección nacional labrada en aquellos años tras la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y la turbulenta gestión de Carlos Mesa. Por su parte, Luis Alfaro se consolidó también como cuadro de temer en Tarija, fortaleciendo la matriz principal, que era la de la Federación Sindical Única de Comunidad Campesinas (Fsucct) y articulando diferentes ejes de oposición, como la demanda del Prosol, pero en 2009 fue incluido como primer diputado plurinacional del MAS garantizándose un puesto en la Asamblea de La Paz.
La elección de 2010 fue la más cerrada que se recuerda hasta ahora, pues solo concurrieron dos frentes con proyección departamental y uno, el chaqueño del PAN, con el claro objetivo de conseguir poder en la Asamblea Departamental, como así sucedió.
El ganador fue Mario Cossío con algo más del 48%, aunque solo ocupó el poder unos meses, pues a finales de año el pleno de la Asamblea, uniendo fuerzas entre el MAS y el PAN, aplicaron los artículos hoy inconstitucionales de la Ley Marco de Autonomías y suspendieron al electo con una simple acusación formal en el caso Imbolsur, del que por cierto salió inocente muchos años después. Poco después de la suspensión y asediado por múltiples denuncias promovidas desde el MAS, Cossío marchó a Paraguay donde estuvo diez años mientras su poder político se amortizaba. Retornó en diciembre de 2019, con Áñez en el poder, en un acto que pretendía ser un baño de masas que le devolviera vigencia política, pero nada de eso sucedió. El retorno fue discreto y sus primeros movimientos en el país, colocándose del lado de Luis Fernando Camacho acabaron en fracaso. Tampoco pudo lograr mayor incidencia en las departamentales y acabó por retornar a Paraguay aún liberado del asedio. Cossío es tal vez el origen de esa leyenda negra que acompaña a la Gobernación de Tarija.
El contendiente de Cossío fue Carlos Cabrera, connotado intelectual parte de la “aristocracia” chapaca y Rector de la UAJMS con alma izquierdista que acabó aceptando la postulación con el MAS. Llegó al 44%, lo que fue considerado un hito, pero desde entonces no volvió a levantar cabeza: En el MAS nunca lo consideraron parte, por lo que sus ideas u opiniones nunca fueron tomadas en cuenta, pero además cayó en desgracia al otro lado: no pudo volver al Rectorado, que quedó en manos de otro aristócrata hecho el masista y apenas pudo colocarse como Decano. Curiosamente en 2015 volvió a aceptar la nominación del MAS, aunque los propios lo descabalgaron sin siquiera concurrir.
El reemplazo de Mario Cossío en la Gobernación de Tarija fue Lino Condori, el interino, que en cuatro años no pudo quitarse el sambenito de lo provisional. Coincidió con la época de mayor bonanza de la región con enormes ingresos petroleros. Su origen humilde motivó a los estrategas a tratar de replicar el binomio Evo – Álvaro colocando a Roberto Ruíz a su lado, pero ni por esas. Lino Condori intentó volar solo y lo que logró fue desencadenar una gran cantidad de escándalos que al final lo inhabilitaron como candidato a la Gobernación por el MAS aún sin tener uno mejor. No ha vuelto a desempeñar función pública, aunque le va bien.
Ya con Cossío fuera del foco y Cabrera eliminado en campaña, la Gobernación se la jugaron entre Adrián Oliva, Luis Alfaro y un inédito Pablo Canedo.
Oliva tenía todas las de ganar, pero tuvo que ir a segunda vuelta y pactar precisamente con el proscrito Luis Alfaro para ganar con cierta solvencia. La gestión ya sin recursos económicos lo acabó agarrotando y el tramo final, con la pandemia poniendo sus dosis de histeria y sus dudas entre Carlos Mesa y Jeanine Áñez le acabaron dejando sin espacio. Optó por la reelección, pero Óscar Montes y la vieja guardia lo pasó por encima.
Alfaro quiso ser candidato por el MAS pero Evo Morales lo rechazó más veces que San Pedro y no le quedó otra que postular en solitario. Le salió muy bien demostrando que podía haber peleado el triunfo con las siglas del MAS (17 + 35) y pudo ser clave en la segunda vuelta, pero decidió no volver. Sumó con Oliva y obtuvo unas pocas carteras en la Gobernación que acabó abandonando a los tres años. Lo volvió a intentar pero acabó formando parte de la mism a leyenda negra.
Pablo Canedo aceptó la nominación contra todo pronóstico y cualquier tipo de lógica, pues sus videos maldiciendo al MAS, su ascendencia en ADN y sus vínculos empresariales lo hacían poco viable. Entró milagrosamente en segunda vuelta donde perdió por 20 puntos. Curiosamente es de los candidatos derrotados que tomó mejores “premiso de consolación”. Primero Evo lo colocó en la Oficina Trinacional del Pilcomayo ganando roce internacional y después lo llevó de cónsul a Estados Unidos donde jugó un rol controvertido en algunos momentos. Hoy se dedica a la vida privada aunque sigue participando en eventos del MAS.
La última elección llevó a Óscar Montes a la Gobernación en un movimiento político que parecía natural unos años antes, después de cumplir 15 años de alcalde, pero que le está dando ciertos sinsabores: sin plata y sin demasiadas ganas de pelear en el nivel central, pasa los meses gestionando pobreza.
El derrotado fue Álvaro Ruíz, candidato del MAS tras correr muchas millas como alcalde y guardaespaldas de Evo Morales, que lo eligió por sobre Walter Ferrufino. La derrota tuvo su sabor amargo, pero logró continuidad en el gobierno nacional con Luis Arce, con quien trenzó amistad durante la época de la FAM. Arce lo mantiene en el poco grato viceministerio de Autonomías – pocos recursos, muchos problemas -, pero al fin y al cabo, dentro de la Sala de Máquinas de la Presidencia.
¿Es la Gobernación de Tarija una trituradora de perfiles políticos del departamento? De momento se han probado muchos perfiles diferentes – experimentados, populares, jóvenes, etc., - pero la suerte parece seguir siendo esquiva para todos. Veremos cuantos novios surgen para 2026.