Cuéllar presidente
El Rector de la UAGRM emergió en 2022 y sostiene el perfil público al alza
En Bolivia quien quiera ser presidente tiene que ser conocido: Uno se puede ir al exilio u digitar una revolución desde Buenos Aires, como Víctor Paz Estenssoro; puede dar un Golpe de Estado y luego ganar democráticamente; puede presentarse ene veces hasta ser lo suficientemente popular como Jaime Paz, que sobrevivió hasta a un accidente de avión; puede paralizar el país las veces que sean necesarias hasta que se considere necesario explorar esa opción como Evo Morales; se puede ser extraordinariamente rico y apenas hablar español para no pasar inadvertido como Gonzalo Sánchez de Lozada o se pueden pasar quince años siendo el administrador del Tesoro como Luis Arce. La cosa es que el outsider no funciona.
Los estrategas “modernos” se resisten a creer que la fórmula que encumbró a Bolsonaro, que llevó a la segunda vuelta a Kast en Chile o a Rodolfo Hernández en Colombia o que está inflando el globo de Milei en Argentina no sea válida también para Bolivia y por ello introducen matices. Algunos se desgañitan en redes, otros adoptan perfiles libertarios. Lo importante, en cualquier caso, hacerse conocer y caer en gracia.
En la primavera de 2022 emergió la figura de Vicente Cuéllar desde Santa Cruz para el conjunto de Bolivia en el marco de la pugna por el Censo de Población y Vivienda, interesadamente demorado por el gobierno nacional en una estrategia que acabó convirtiéndose en la tumba del gobernador Luis Fernando Camacho.
Cuéllar aprovechó aquel momento caliente para darse a conocer como una suerte de antítesis del gobernador Camacho, encerrado en su perfil de joven medio ultra y peleador. Mientras el uno apenas podía explicar los motivos que hacían que Santa Cruz exigiera la realización del censo cuanto antes y una inmediata aplicación de los resultados, el otro logró contextualizar la demanda cruceña desde la bolivianidad, hablando al conjunto del país y no solo a los cambas convencidos. Así, pronto se convirtió no solo en mediador, sino en la figura que acababa por ridiculizar el perfil mas bronco de Luis Fernando Camacho, despojado ya del aura “heroica” de 2019 por las duricias propias de la gestión.
Claro que en la interna era conocido. Su asalto al rectorado de la Gabriel René Moreno pilló a muchos desprevenidos y justamente desde las filas del camachismo no acertaron a lanzar otra desacreditación que la clásica: “Cuéllar es masista” al mismo tiempo que hacían circular fotos de reuniones con Evo Morales.
Sirvió de poco. Cuéllar logro ganar con solvencia y posicionarse como una suerte de alternativa cuerda en un tiempo de extrema polarización a la que no ayudaban en nada los TikToks del alcalde Johnny Fernández o los escándalos de Angélica Sosa. Tal vez la René Moreno no esté avanzando demasiado en la calidad académica - su vicerrector también ha estado enredado medio año en la pelea por el Comité Cívico - pero sin duda que ha vuelto a posicionarse como fuente de debate y producción intelectual.
A Cuéllar lo miden ya todas las encuestadoras del país. Desde Ipsos y Mori hasta Poder y Placer. Cuéllar sin embargo ha dado un paso al costado, contemporizando, pero sigue administrando sus apariciones públicas por todo el país. Táctica de viejo lobo de mar.
A Cuéllar lo pretenden sobre todo los Demócratas de Rubén Costas, que siguen heridos por el descomunal descalabro de 2019, 2020 y 2021, cuando llevaron a Oscar Ortiz hasta el final para después hacer como si nada hubiera pasado mientras gobernaba Áñez y finalmente cederle todo el poder a Camacho. Su objetivo era volver una vez que se evidenciara el fiasco de la gestión de Camacho, pero el calendario ha sido aún más veloz.
Hay otras opciones, como esa suerte de alternativa “de centro” que tratan de armar algunos herederos con nombres de toda la vida e indígenas dóciles, que no verían con malos ojos que encabece un cruceño luego de que el departamento se consolide como el más plural y el más poblado del país.
¿Y usted qué opina? ¿Es Vicente Cuéllar un buen candidato?