Más que una batalla interna
Luis Arce o cómo sobrevivir hasta 2025
El MAS sigue abierto en canal, negociando entre sectores como afrontar los próximos días; mientras, el presidente siente la presión de hacer una buena gestión en medio de una crisis internacional que presiona los recursos sin tener claro si optará a la reelección



Muy pocos – por no decir nadie – le veían un perfil presidencial a Luis Arce, siempre cómodo en su rol de tecnócrata que saltó de una oficina oscura de un piso alto del Banco Central a los focos del Ministerio de Economía previa apuesta política por Evo Morales. Allí sobrevivió 16 años, aunque se retiró temporalmente para tratarse un incipiente cáncer sin que se moviera uno solo de sus colaboradores.
El secreto era público. Básicamente hizo lo que le pidieron hacer sin molestar al sistema financiero ni al Banco Central de Bolivia ni al cooperativismo minero transnacional ni a los soyeros ni a los cocaleros. La coyuntura acompañó y a mediados de la etapa todo lo puesto en práctica se metió en un saco y se definió como modelo económico Social Productivo Comunitario para que nadie creyera que se improvisó.
Aunque la política no era su terreno, le fue tomando gusto al poder. Los periodistas que lo siguieron de cerca en La Paz recuerdan como giró hacia una actitud tiránica y desafiante ante cualquier pregunta que cuestionase la línea oficial. Al mismo tiempo tuvo la habilidad de armar su propio grupo de confianza: los Montenegro, Cusicanqui, Mendoza, Durán, etc., que hoy gobiernan Ministerios y entidades clave, como la ASFI o la Gestora de pensiones.
Superar el cáncer le dio ese punto en el relato épico que busca siempre la política moderna de hoy en día, y también un salvoconducto que lo sacó de la embajada de México, superpoblada de exministros con aspiraciones, con destino al país del norte, desde donde se convirtió en candidatable casi sin querer.
Todas las campañas el MAS desde 2009 habían girado alrededor de la estabilidad económica, por lo que no había que esmerarse demasiado para imaginarle en campaña, Morales lo designó de inmediato candidato a la presidencia frente a los otros citados a aquella mesa de Buenos Aires en enero de 2020: David Choquehuanca, Diego Pary y un Andrónico Rodríguez muy joven que no pudo llegar por temor a los guardias fronterizos de Áñez.
Quizá en mayo el resultado hubiera sido diferente, pero la pandemia por un lado y la ambición de Jeanine Áñez y su círculo palaciego por alargar su estancia en el poder por el otro, le hicieron prácticamente presidente sin despeinarse. La pandemia se convirtió en una pesadilla por una toma de decisiones extremadamente frívola y descontextualizada y Arce se convirtió en el referente del tiempo feliz que en esos tiempos de incertidumbre los votantes buscan. Tanto fue así que sus estrategas se dieron el lujo de convertir a Arce en un personaje jovial y cercano, comiendo en mercados y tocando guitarra, alejándose de la guerra sucia, y le funcionó.
El poder rebela
Tan holgada fue la victoria que solo los más radicales estuvieron barajando opciones de evitar su toma de posesión hasta el último día . Afortunadamente, se aceleró la transición y no llegó la sangre al río nunca mejor dicho.
En la ceremonia del 8 de noviembre Arce aún era un “aprendiz” de presidente, alguien que no se creía demasiado su momento. Desde entonces ha ido creciendo interna y externamente y en su interior, señalan los analistas, ha despertado esa preocupación que comparten los presidentes sobre cómo quedará su nombre escrito en la historia. En esas, Arce se ha sacudido de tutelas y parece dispuesto a llevar a su gobierno al puerto que quiera y según su criterio, lo que puede incluir también una intención de reelección que hasta la fecha no ha verbalizado, ni se prevé que lo haga en el corto plazo, aunque en los sectores del evismo se da por hecho que lo intentara, porque el poder gusta a todo el mundo.
En dos meses llega 2023, el año del ecuador de mandato, es decir, el año clave para darle un sentido al conjunto más allá de lo que pretenda hacer en 2025. En cualquier caso, para llegar a esa fecha con buena aceptación, Arce necesita lidiar con varios fantasmas.
Economía popular de tiempo limitado
En un contexto de crisis internacional, la consigna clave en el gabinete es evitar un estallido social, pues después de meses de política muy visceral, los resultados pueden ser impredecibles. De ahí que el manejo de los asuntos económicos esté enfocado en ello.
El modelo boliviano parece estar funcionando bien para evitar el contagio de la crisis que se viene gestando a nivel internacional. Las políticas implementadas desde hace años se ponen a prueba precisamente ahora, con un boliviano fuerte, y dedicando ingentes recursos a la subvención de los hidrocarburos y a la compra directa de determinados insumos clave en la cadena alimentaria básica, como la harina o el alimento para pollos, para inyectarla en el mercado a precios bajos evitando que los precios se disparen. Nadie prevé un gasolinazo – aunque algunos sectores del partido promueven eliminarlo para vehículos particulares, al menos de alta gama – y el precio del pan se mira con lupa, pues cualquier variación podría ser suficiente combustible para la explosión.
Por otro lado, los mecanismos de control de la exportación de alimentos están funcionando, pro obviamente generando malestar en determinados sectores como los carniceros, aún así se considera un bien mayor que el grueso de la población no sufra alzas en los precios de los alimentos. Eso sí, determinar medidas así en mitad del paro también añade gasolina a la situación.
El problema para el gobierno es que los recursos no alcancen para sostener los mecanismos ideados y todo caiga como un dominó, por eso se están explorando nuevas fuentes de ingresos: modificar el régimen tributario de las mineras; ampliar el número de aportantes del RC-IVA; subir el IVA y ajustar el Impuesto de Utilidades son opciones sobre la mesa que generarían protestas sectoriales, pero asumibles, según dos analistas económicos que prefirieron guardar anonimato.
En el corto plazo no se prevén cambios en el ingreso por renta petrolera y tampoco por la explotación del litio, cuyas principales infraestructuras empezarán a funcionar “pronto”, por lo tanto, acudir a la emisión de deuda pública interna y externa – a precios muy elevados - está siendo el recurso utilizado, aunque perjudique a la calificación de las agencias de riesgos
La inestabilidad calculada
La otra gran amenaza externa tiene que ver con la capacidad de la oposición en sus diferentes formas de acumular fuerzas de movilización. En el oriente hay demasiadas ganas de confrontar y las decisiones sobre el censo de población y vivienda han servido de coartada perfecta, porque la postergación afecta a los intereses de Santa Cruz tanto en lo que respecta a la representación política y a la distribución económica. De momento suma y sigue sin que haya definiciones, pero todo tiene que ver con la fortaleza y la debilidad del momento.
El gobierno de Arce bajó demasiadas propuestas en pocos días, y eso le ha dejado cierta aura de vulnerabilidad política: le tumbaron la vacunación obligatoria, el impuesto a Netflix, la estrategia de lucha contra el enriquecimiento ilícito en dos veces y algunas otras.
La diferencia de aquel momento con el actual radica en que el rechazo de entonces emanó desde las propias bases del MAS, poco disciplinadas cuando los asuntos afectan los intereses propios, mientras que la actual surge desde sectores claramente de oposición, por lo que consiguen justamente lo contrario, unir al partido sobre la figura de Arce, en este caso, que no ha dudado en volver a utilizar el comodín de la conspiración y el golpe de Estado para convocar a las bases.
El azote de Evo
En esas, Arce está saliendo beneficiado del paro cívico en tanto refresca una agenda que se había quedado encallada en las peleas internas, cada vez más subidas de tono.
Si de algo debe cuidarse el presidente es de las ambiciones del expresidente, advierten algunos colaboradores que han asistido a la explosión del conflicto. Era difícil que lo aceptara, pero durante un breve periodo de tiempo pareció que Evo Morales sí tenía la intención de recogerse en su chaco y dedicarse a la formación y poco más. Con el tiempo se ha visto que esta posibilidad es inviable, Morales quiere el poder y parece dispuesto a dar batalla hasta el final.
Arce tiene el poder institucional, que desde siempre es el que le ha interesado al Instrumento Político en tanto el partido era un simple medio para lograr acceder al Estado. Es el que “reparte las pegas” y los millones a los alcaldes y gobernadores y por ende, hay un gran sector del partido que ya hace tiempo ha abjurado de Morales, con quien ya mantenían discrepancias desde el 2016.
Sin embargo no es tan sencillo, Morales sigue teniendo peso en organizaciones sociales, en la militancia apócrifa y no ha dejado de ser el símbolo del cambio indígena en el país y en el ámbito internacional, por lo que tiene información de primera mano y al parecer, ganas de utilizarla.
El momento en el que Evo Morales se ha atrevido a mencionar al hijo de Luis Arce y vincularlo con asuntos de corrupción ha supuesto un parteaguas entre ambos. El presidente debe andarse con ojo ahí pues la corrupción siempre es el punto débil.
Las sirenas internacionales
El otro gran asunto que puede generarle problemas a Luis Arce es el de la coyuntura política internacional y concretamente la continental. Las izquierdas, a falta de lo que hoy suceda en Brasil, han vuelto con fuerza, pero renovadas. Ni el propio Lula si llega a ganar, ni la propuesta actual de Petro ni el pragmatismo occidental de Gabriel Boric tienen nada que ver con la izquierda iliberal y autoritaria de Maduro u Ortega, espejo donde alguna vez se miró Morales.
De momento la influencia de Morales ya le ha hecho patinar en los posicionamientos en la ONU sobre Rusia, con lo sencillo que hubiera sido alegar el asunto de las invasiones unilaterales después de décadas llorando por el mar. Pronto se pondrán sobre la mesa asuntos de integración continental donde Arce deberá posicionarse con unos o con otros. Cualquier error le costará mucha presión.
POR QUÉ EVO CREE QUE PUEDE VOLVER A SER PRESIDENTE
Uno de los grandes misterios de la política boliviana de hoy en día es saber quién ha logrado convencer a Morales, si no ha sido él mismo, de que tiene alguna posibilidad de ganar las elecciones de 2025.
Incluso su ex vicepresidente Álvaro García Linera y el think thank más influyente en los gobiernos bolivarianos como es la Celag ya le han sugerido muy explícitamente que deje su lugar, sin embargo, sus actos indican que sí buscará la reelección.
Para ello, Morales debe convocar un Congreso Ordinario y ganarlo para ser el presidente del partido, después, mantener una fórmula que le permita designar al candidato o proponerse él mismo, como ya hizo en el pasado. Si no lo ha convocado todavía es básicamente porque teme perderlo: Tarija está en el aire, el Oriente está en contra de Morales, hay dudas en La Paz y Potosí, y en otras muchas comunidades de masismo utilitario y no militante.
En 2019 Morales perdió votos. Apenas llegó a los tres millones de 2014, suponiendo un porcentaje menor al 47%, pero las elecciones se anularon para todos y hay quien no quiere recordar aquellos resultados, sobre todo en comparación con los de Arce un año después, donde superó el 55 por ciento.
El argumento de los que defienden esta posición es que una parte de a población penalizó a Morales por presentarse saltándose la Constitución y el resultado del referéndum – un mea culpa que en voz muy bajita todos han entonado -, pero que al haber purgado incluso con el exilio su pecado capital, el contador vuelve a foja cero.
En general el evismo cree que es cuestión de ganar la interna, pues todos hemos visto como se resuelven los problemas internos en los Congresos que se vuelven campales (hasta al propio Evo le voló una silla a la cabeza en la nominación del candidato de Santa Cruz). Ahí, todos manejan un cuidadoso plan que pasa por desacreditar la gestión de Arce y presentarlo como incapaz de controlar a las bases – de ahí el goteo permanente de microconflictos en lugares de lo más exótico -. Algunas voces advierten también que vendrá un escándalo de corrupción en el debido momento.