Escenarios en Tarija
Adrián Oliva ¿jubilación o paro técnico?
El político tarijeño que mejor supo aprovechar sus oportunidades para crecer pagó el agotamiento de la gestión, de la pandemia y las malas decisiones políticas en su intento de reelección. Su equipo se ha dispersado, ero nadie descarta un retorno oficial con la sigla Todos



El equipo del ex gobernador Adrián Oliva todavía no ha hecho una evaluación en serio sobre la derrota en las elecciones de gobernador de marzo de 2021. Año y medio después, todavía escuece, pero mientras unos se alejan de la vida pública y otros inician nuevas aventuras en otros departamentos, la pregunta en el aire es si buscarán una oportunidad de redimirse, juntos, en la política tarijeña.
Oliva y la oportunidad
Si algo ha caracterizado al exgobernador Adrián Oliva ha sido su capacidad para leer la situación y aprovechar las oportunidades, por eso sorprendieron a rivales y aliados algunos errores cometidos en la recta final de su mandato, como el de cambiar a Carlos Mesa por Jeanine Áñez para las elecciones de 2020.
Oliva entró en la política formal precisamente de la mano de Carlos Mesa siendo un jovencísimo viceministro de Régimen Interior con apenas 25 años. Hasta ahí lo había aupado una parte del MNR tarijeño que seguía hablando con Mesa tras la caída de Gonzalo Sánchez de Lozada y con quien había hecho amistad después de intensa militancia en la época universitaria.
Ya no la soltó. Cuando Mario Cossío, otro notable emenerrista tarijeño, se replegó al departamento para ser el primer Prefecto electo no tardó en llamarlo a filas como asesor de despacho donde cumplió con múltiples tareas, incluida a de vez en cuando la vocería. Tal fue el nivel de confianza desarrollado entre ambos, que Cossío lo colocó después como primer diputado plurinacional de la alianza Convergencia Nacional en 2009 pasando a ser su hombre en La Paz.
Eran los tiempos en los que el MAS había alcanzado su máxima votación después de vencer el pulso por la autonomía y la Constitución; una sentencia democrática que cerraba debates y que poco después vendría acompañado de unos precios de las materias primas muy elevados, lo que a su vez multiplicaría los ingresos del Estado y con ellos, el MAS pondría en marcha su proyecto hegemónico para el país doblegando opositores por las buenas o por las malas.
Uno de los doblegados fue Mario Cossío, que huyó a Paraguay, por lo que la misión de Oliva en La Paz, si ya auguraba pocos frutos, quedó reducida a nada. Oliva aprovechó entonces para viajar y crear conexiones en la Sudamérica anticomunista de Atlas Network, de hecho es uno de los fundadores de la Alianza Parlamentaria Democrática de América un lobby “pro derechos humanos” que integra a diputados y senadores de siete países y durante un tiempo fue la referencia de la oposición en la Asamblea Plurinacional.
De retorno a Tarija
Sin embargo, sus motivaciones pronto cambiaron de orientación, seguramente guiado por otra oportunidad cruzada en su camino: un grupo de amigos y apasionados de la política lo acabaron “reclutando” para liderar un proyecto para “recuperar” Tarija y entre los que se encontraban los integrantes del equipo de comunicación de Mario Cossío y cívicos jóvenes como Alan Echart o Waldemar Peralta.
Su primer paso fue romper formalmente con Camino al Cambio y Mario Cossío. Lo hizo a través de una entrevista en el diario El Nacional en la que planteó la necesidad de crear otro proyecto diferente al de Camino al Cambio que superara la confrontación con el Gobierno Nacional y generara nuevas expectativas para Tarija. Eran tiempos de bonanza donde el MAS había crecido y arrinconado el debate político, superando la polarización, pero en su partido lo sintieron como una traición absoluta al liderazgo de Adrián Oliva y a la resistencia que aún ofrecía Camino al Cambio en la Asamblea Departamental. El resultado fue la constitución de un partido llamado Vanguardia Integración que nunca tuvo personería jurídica, ni se intentó tenerla, pero que sirvió de vehículo para sus fines.
En la precampaña de las elecciones a la Gobernación de 2015, Oliva libró y ganó su batalla más importante. El entonces alcalde y hoy gobernador, Óscar Montes, había renunciado a candidatear con la alianza Unidad Departamental Autonomista a la Gobernación por la presión judicial a la que fue sometido en esos días, con informes de la UDIF que corrían por todas las redacciones del país, pero la alianza ya se había conformado y necesitaba un candidato con posibilidades. El MAS había crecido y ante una eventual división de la oposición en dos bloques, podía acceder al poder en Tarija a través de las ánforas, pues en 2014, en un escenario similar, había ganado en todas y cada una de las provincias tarijeñas.
Ahí, Adrián Oliva mantuvo el pulso hasta el final frente a un Johnny Torres que tampoco gustaba a los caminocambistas y que no logró el apoyo explícito de Montes y su UNIR, que se concentraron solo en hacer alcalde a Rodrigo Paz, ni de Wilman Cardozo en el Chaco, que apostó por Oliva.
Oliva firmó un discreto 45 por ciento entrando como favorito a la segunda vuelta que el MAS había logrado forzar por menos de medio punto, pero de nuevo una oportunidad: la de aliarse con Luis Alfaro, escindido del MAS por diferencias de fondo que lo llevaron a candidatear quedando tercero (13%), le permitió ganar por más de 20 puntos en la segunda.
Los errores, la gestión, la política
El escenario post victoria era dramático en lo político y en lo económico.
En lo político, el MAS controlaba 18 curules de 30 en la Asamblea Legislativa Departamental, 8 de 11 subgobernaciones y otros tantos alcaldes, mientras que la bancada propia era de 9 asambleístas de diversos sentimientos y lealtades, que no tardaría en romperse.
En lo económico, el barril se estaba derrumbando desde octubre de 2014, cuando rondaba los 100 dólares y no lo dejaría de hacer hasta enero de 2016, que bordeó los 20. Después iniciaría una tímida subida que apenas se estabilizaría sobre los 50-60 dólares en los tres años siguientes, es decir, las regalías se hundieron cuando había unos 18.000 millones de bolivianos comprometidos en obras por Lino Condori. La quiebra técnica era absoluta.
Tras un año de análisis en el que se intentó crear una sintonía inexistente y que se rompió definitivamente cuando Oliva dijo NO al referéndum constitucional de 2016 casi sobre la bocina de la votación, la Gobernación planteó un plan de rescate íntegro y de libre disponibilidad que el Gobierno evidentemente rechazó, pues no preveía ver a Oliva entregando las obras de Lino con dinero prestado.
Sin nada para negociar, Oliva y su equipo lograron arrancar algunos compromisos y unos cuantos fideicomisos que ayudaron a desbloquear algunas obras, lo que con su despliegue comunicacional y su habilidad para contemporizar dieron para mostrar gestión en el corto plazo a pesar del bloqueo institucional.
A pesar de la mayoría del MAS en la Asamblea, por ahí no vinieron demasiados problemas, excepto por uno: La Ley del 1% de las regalías para los 8 municipios no chaqueños (8%), además con débito automático, lo que permitió secar las finanzas de la Gobernación en más de una ocasión, lo que no solo le generaba el problema del momento, sino que laminaba sus opciones como proyecto viable al margen del MAS.
Un año de pesadilla
La gestión se había hecho larga, pero Oliva llegó al 2019 con obras que mostrar y cierta credibilidad ganada. Era el momento de la verdad.
En las elecciones presidenciales de 2019 Oliva fue clave para proporcionar a Mesa una plataforma con la que soportar su alianza Comunidad Ciudadana: las siglas del FRI, sin embargo, no entró en la alianza formalmente sino unos días después. Aun así era junto a Luis Revilla, alcalde de La Paz, el aliado institucional más importante del expresidente y vocero marítimo y de hecho, en Tarija la alianza opositora, en este caso Comunidad Ciudadana, volvió a ganar una elección nacional, algo que no hacía desde 2005.
Cuando estallaron las protestas, Oliva tardó poco en ponerse del lado de las protestas, aún sin mucho ruido. También se puso de perfil tras la caída de Morales y tampoco presionó ni buscó cuota de poder en el ejecutivo de Jeanine Áñez, aunque sí esperaba que le ayudara de alguna manera en la recta final de su mandato. Oliva patrocinó aquello de tener un “gobierno amigo” después de tantos años con Tarija enfrentada al MAS y en enero, en un giro inesperado de los acontecimientos, decidió dejar la alianza con Mesa, que había ganado en Tarija, para irse precisamente con Áñez en su nueva aventura electoral nacional auspiciada por Samuel Doria Medina: Juntos. La oportunidad volvió a cruzarse en su camino, pero eligió mal, Juntos no llegó ni siquiera a presentarse.
Después estalló la pandemia, y en el tiempo libre, Áñez se dedicó a su campaña y no hubo tiempo para más. Tarija fue de los departamentos que mejor gestionó el covid, que atendió mejor y testeó mejor y de largo el departamento con más camas por habitante, pero el enojo popular era tan grande que nadie se salvó: todos los que gestionaron pandemia tenían que irse, y de hecho, a nivel nacional, no repitió ningún gobernador ni ningún alcalde de ciudad capital.
Para colmo de Oliva, el MAS volvió a ganar las elecciones en octubre de 2020 con Luis Arce como Presidente, el mismo Luis Arce que fue ministro de Economía y a quien Oliva zarandeó en pleno Salón Rojo culpándole de todos los males de la economía departamental: la viabilidad se ponía en duda.
Además, hubo competencia: Montes, que llevaba tres años castigando a su sucesor en la Alcaldía, optó por presentarse a la Gobernación, en parte porque Johnny Torres había anunciado ya en 2019 que iría a por la Alcaldía.
Aún así Oliva se presentó a las elecciones, y perdió.
El quipo
Oliva no se ha ido de Tarija; se ha integrado en el despacho de abogados que lidera su exsecretario de Justicia, Yamil García, y otros funcionarios del área.
Waldemar Peralta ha iniciado una vida de consultor y asesora a algunos alcaldes y gobernadores en temas de turismo, principalmente, aunque no pierde ojo de la política.
Alan Echart huyó a toda velocidad del proyecto y se acomodó ni más ni menos que con Óscar Montes para la segunda vuelta, hoy sigue siendo director del Programa Integra de Gestión del Agua.
Y Wilman Cardozo, después de intentar ser alcalde de Yacuiba y perder como en la guerra dio un paso al costado y se despidió, aunque los últimos movimientos de su hijo político en la Asamblea, Jorge Luis Sanguino, que mutó su apoyo a Unidos, y el fichaje de su mano derecha, Freddy Castrillo, por la dirección de Hidrocarburos, ha alimentado las especulaciones de su retorno.
Sin duda es pronto para evaluar si estamos ante una jubilación o un paro técnico.