Rayando la cancha
Historia del MAS Tarija
El MAS Tarija ha crecido sin caudillo local, compartiendo fuerzas y esfuerzos en la emergencia de subida. El germen chapaco, la integración de los interculturales, la batalla identitaria de Cossío y la catastrófica gestión de Lino Condori han dado forma a un partido que siempre parece cerca de un tr



Si algo ha caracterizado al Movimiento Al Socialismo (MAS) en Tarija ha sido su inmensa capacidad para fagocitarse y para explorar caminos que le conducen directamente a su destrucción. Esto se une a la propia capacidad tarijeña de sostener batallas en mil trincheras a la vez sin acabar de cerrar ninguna. Las emboscadas y las guerrillas de desgaste son una especialidad.
La supervivencia política en ese contexto dependía - como bien saben ahora los estrategas modernos -, de repartir convenientemente los protagonismos; de tener varias cabezas más o menos visibles y que todas se dieran cierto aire, cierto protagonismo, y ninguna sobresaliera más que la otra. Era ni más ni menos que el Instrumento Político operando con sus diferentes sensibilidades, pero nunca nadie aspiró demasiado a liderar el partido completo en Tarija ni a otorgarse la suficiente responsabilidad como para mandar sobre todos. Algo que aparentemente está cambiando.
La historia del MAS en Tarija tiene varias etapas muy diferenciadas pero con muchos elementos comunes que ayudan a entender, más o menos, la situación actual.
A Tarija el partido llegó tarde, y no es un chiste de chapacos. En 2002, cuando el MAS fue segunda fuerza más votada a nivel nacional con un 20,94% de los votos solo por detrás del MNR de Sánchez de Lozada que sumó un 22,46%, en Tarija apenas le votó el 6,16%, y en las de 2005, cuando Evo Morales arrasó a nivel nacional con un 53,74%, en Tarija todavía le costó sumar un 31,55 por ciento.
Eran otros tiempos. Aunque la relocalización minera ya había atraído población a finales de los 80 y 90, el boom del gas de principios de siglo había atraído a grandes bolsones de población desde el norte del país hacia Tarija, la disponibilidad de tierra en la ciudad dio lugar a docenas de asentamientos y nuevas formas de organización social en la capital chapaca y por extensión, en todo el departamento, eran los Interculturales que no tardaron en buscar su espacio también dentro del MAS, sin embargo, el motor del Movimiento Al Socialismo en esos tiempos, sin embargo, eran la Federación Sindical Única de Comunidades Campesinas (Fsucct) que gobernaba Luis Alfaro y las organizaciones de mujeres urbanas y campesinas que se fueron reuniendo sobre las Bartolinas Sisa, donde Julia Ramos, Celinda Sosa y otras mujeres genuinamente chapacas fueron dando forma a la organización.
La cuarta pata del banco era un grupo de académicos, marxistas, sindicalistas del magisterio y de la COB, un poco decepcionados de todo, y que encontraron de alguna manera su espacio dentro de la Subcentral de Cercado. Los Eulalio Sánchez, Tamer Medina, Primo Falón y otros. Por allí también empezaron a caer algunos de los primeros reconvertidos o invitados, con el empresario constructor Jorge Blacud como pionero.
En el MAS – Tarija recuerdan que fueron años de emergencia, de construir organización esencialmente para respaldar a un gobierno que prometía cambio sin que entonces nadie supiera bien qué significaba. Tarija llevaba años siendo parte del botín MNR – MIR – ADN que se sucedían alternativamente en el poder y cuyas instituciones eran moneda de cambio, pero que de repente quedaban a la mano de los excluidos, lo que suponía docenas de cargos de un gobierno centralista a disposición popular, y, además, la posibilidad de legislar.
Era un momento con muchos voceros, sin caudillo local, y más aspiraciones por construir que por ocupar, cuentan algunas fuentes no sin el resabio de la nostalgia o de la decepción, según el caso.
En la elección a Prefecto de 2005 el candidato fue Luis Alfaro, campesino de la subcentral de Cercado con dominios por San Andrés y que llevaba años construyendo la Federación luego de haber coqueteado con el MBL, como casi todos de su generación. Que el candidato fuera Alfaro no fue producto de ninguna estrategia ni de alguna encuesta; era el líder de la organización más numerosa que iba a representar al partido de las mayorías populares. No le fue mal (tercero con un 20%) teniendo en cuenta que competía con un peso pesado de la política nacional que creía tener controlada Tarija, Jaime Paz, que fue segundo con 33,92% y con un líder emergente y carismático que vendría a marcar la política departamental como Mario Cossío, del MNR pero envuelto en su coalición Camino al Cambio, que ganó con un 45,65%. Alfaro no fue ni más jefe del MAS ni menos antes ni después de las elecciones de Prefecto.
La etapa de la identificación
El triunfo de Mario Cossío en la primera elección de Prefectos y la coincidencia temporal con la irrupción del MAS con su mayoría absoluta, el periodo constituyente y la amenaza a ciertos privilegios de clase configuraron el nuevo escenario de batalla política en la que lo identitario salió a relucir como arma de filiación. El MAS, que en Tarija estaba creciendo entre las clases populares al margen del discurso indigenista que se manejaba desde La Paz y toda su iconografía aymara debía de repente competir con un movimiento similar, pero a escala regional, donde se utilizaban los elementos tradicionales de la cultura tarijeña para dividir y condicionar sobre todo a campesinos y clases populares arraigadas en los barrios más nuevos.
El choque en la pasarela del Fe y Alegría en los conflictos de 2008 marca una especie de parteaguas de esa política suicida a la que parecía abocarse la gestión simplificando los bandos: “masistas collas” por un lado y “tarijeños de bien” por otro lado, pero la realidad era mucho más rica que eso, pues el movimiento campesino esencialmente chapaco estaba ya alineado con el MAS mientras que los escándalos de corrupción y otros excesos ponían al otro bando frente al espejo.
Tarija se convirtió en el departamento puntero de la autonomía y el propio Cossío salió reforzado: en el referéndum revocatorio de 2008 logró un apoyo del 58%, siendo la primera (y después única) vez que sumaba un apoyo superior al 50%. Mientras, en paralelo y el mismo día, Evo Morales era revocado en Tarija con apenas un 50,17% de los votos, aunque superaba holgadamente el desafío a nivel nacional marcando uno de sus hitos electorales con un 67,41% de apoyo. Apenas un año después Tarija se teñía de azul en las elecciones nacionales de 2009. Evo Morales recibía el apoyo del 51% de los tarijeños y caía una de las últimas resistencias.
En este periodo no solo se repitió el patrón de ser un partido regional sin caudillo que vivía de la imagen que proyectaba el MAS nacional de Evo Morales y de pequeñas reivindicaciones sectoriales, como el Prosol, sino que se incorporaron nuevos rostros provenientes precisamente de los sectores interculturales y gremiales, ya asentados en los nuevos barrios tarijeños y por ende, partícipes de su vida política. Marcelo Poma, Ramiro Burgos o José Quecaña son parte de esta expansión que guiaba el ejercicio del poder y la conexión de intereses.
Ser ricos
En la elección de 2009, ya con la nueva Constitución, el MAS nacional arrasó y se dispuso pronto a conquistar la hegemonía. La Ley Marco de Autonomías y la Ley Marcelo Quiroga Santa Cruz pasaron a ser dos de las principales herramientas con este fin, mientras que la economía iba viento en popa con los precios de los hidrocarburos apuntando al alza. El MAS se disponía a sondear la opción de ampliar sus bases a nuevos sectores “derrotados” y las elecciones autonómicas de 2010 eran la primera piedra de toque.
En Tarija, sin un perfil de candidato claro luego de que Alfaro se hubiera ido de primer diputado plurinacional atendiendo a otros juegos de equilibrio que también apostaban por exiliarlo, y las Bartolinas muy concentradas en sus responsabilidades ministeriales, los estrategas decidieron derribar un muro importante fichando al reputado académico Carlos Cabrera, Rector de la UAJMS y de alguna forma parte de la aristocracia tarijeña de principios de siglo que había luchado por la descentralización y la autonomía.
El resultado fue histórico y, hasta la fecha, el mejor cosechado por el MAS en Tarija. Cabrera, ante el poderoso Mario Cossío que había sumado un 58% de apoyo en el revocatorio, alcanzaba un 44% de los votos dejando a su contrincante en el 48,9%. Nadie hubiera sabido qué podía haber pasado en una segunda vuelta con ese 7 por ciento que esencialmente fue voto chaqueño disgustado con Mario Cossío y su gestión autonómica.
Como fuere, aquella elección dio a luz a una Asamblea Legislativa Departamental cuya principal misión era adecuar el Estatuto a la Constitución, pero que sin embargo, pronto se convirtió no solo en el campo de batalla directa con Cossío, sino en su propia tumba: en diciembre, una alianza de los 11 curules del MAS y 5 del chaqueño PAN pusieron punto y final a la historia de Mario Cossío con una suspensión de funciones en base a una acusación fiscal por corrupción en un procedimiento amparado entonces por los artículos de la Ley Marco de Autonomías que unos años después serían expulsados del ordenamiento jurídico por inconstitucionales. Para más inri, Cossío fue después declarado inocente de los cargos.
La presidenta de aquella asamblea era Aluida Vilte, por allí estaban los jovencísimos Marcelo Poma y José Quecaña, estaba Fortunato Llanos y algunos otros pesos pesados de sus regiones, pero el interinato recayó en Lino Condori, el asambleísta de Yunchará, tarijeño del altiplano y exalcalde del MBL, lo que perfectamente podría definir el prototipo del masista de la época.
El MAS había logrado primero su último objetivo estratégico, que era desalojar a Cossío del poder, pero tenía por delante una inmensa tarea: gobernar el departamento en plena expansión de recursos y con un aparato a medio construir, donde muchos gallos se atribuían los éxitos… y empezaron a reclamar su parte como miembros del Instrumento Político.
Morales avaló el plan y la selección de Condori, y rápidamente le colocaron al lado a Roberto Ruíz como secretario ejecutivo, un ingeniero acostumbrado a las formas bruscas que se identificaba de izquierdas y era del grupo Dignidad, del que sacaron a Cabrera en 2010, pero que había acuñado el término Media Luna y había sido senador de Podemos de Tuto Quiroga hasta apenas un año antes.
Condori, sin carisma y sin conocimientos técnicos, fue todo lo contrario a un líder y abrumado por la misión, se dedicó más a celebrar su éxito que a otra cosa. Mientras, Ruíz y el equipo pensante diseñó un sistema para repartir los fondos crecientes entre las regiones y municipios para al menos multiplicar la capacidad de hacer cosas y que no se notaran las limitaciones.
El plan, además de generar una cuantiosa deuda, potenció más a pequeños caudillos y atrajo a muchísimos opositores que primero se dijeron invitados y luego se fueron convirtiendo al “evismo” u otras variantes con tal de hacer negocio. El MAS de Evo, García Linera y Juan Ramón Quintana ya pensaba entonces en la hegemonía total y la política de puertas abiertas estaba a la orden del día. El MAS Tarija seguía sin líder y dudando de su identidad después de que el “linismo” se convirtiera en algo así como lo que nadie quería ser, haciendo flaco favor a los campesinos tarijeños.
En las elecciones de 2014 Evo pobló las listas de invitados como Ignacio Soruco Grandchant y Milciades Peñaloza y Luis Alfaro pidió ser el candidato a Gobernador. El MAS ganó con 51% y a Alfaro le dijeron no y se produjo una escisión mortal de necesidad: El 13% que obtuvo después en las elecciones de 2015 pudo haber sido determinante si se sumaban al MAS, que presentó como candidato ni más ni menos que Pablo Canedo, american leader y célebre compositor nacido en la plaza Luis de Fuentes y Vargas. Julia Ramos optó por callar y tragar, unos meses después estaba en prisión preventiva acusada por el fondo indígena.
La casi mayoría
Huelga decir que el MAS recibió un sonoro varapalo perdiendo de 20 puntos en la segunda vuelta luego de haber entrado por los pelos, pero consolidó una mayoría muy relevante en la Asamblea que secó la gestión de Adrián Oliva, a quien el barril de petróleo le cayó a los 30 dólares y sus regalías se redujeron un 70% con una inmensa deuda por pagar. Los liderazgos regionales se fueron alimentando en un escenario de oposición abierta, donde el MAS Tarija se movió con más libertad que en el poder de Lino Condori. Mientras, el gobierno nacional definía todo en Tarija, incluidas sus nuevas amistades, y así le fue: perdió el referéndum de 2016, perdió en 2019 y perdió en 2020.
Sin entrar a valorar los hechos de 2019 y cómo se vivieron en Tarija, donde el silencio de las organizaciones sociales y líderes del MAS fueron inexistentes, la breve estancia en la oposición y la reconquista del poder vinieron a evidenciar los vacíos de organización. Evo Morales, en su retorno a tomar posesión del partido, ha señalado que se requiere un partido fuerte con ramificaciones en todos los departamentos y municipios para ser vanguardia y para ello se requieren también liderazgos orgánicos.
La elección del candidato para las departamentales de 2021 evidenció que el MAS ha madurado y sus líderes son mucho más conscientes del poder y sus resortes. Esta vez sí había candidatos que querían serlo, y además, ser los que mandaban y definían. Fueron al final dos los que pugnaron hasta el final sin representar a ningún sector específico.
Por un lado estaba Walter Ferrufino, parte de la guardia provincial de Lino Condori pero identificado también como líder rural y además, abogado y carismático que ya pudo ser el candidato en 2015 – y de seguro le había ido mejor que a Canedo -. Por el otro, Álvaro Ruíz, converso de manual pero que desde la Alcaldía de Uriondo había llegado a la presidencia de la FAM haciendo buenas amistades con el propio Evo Morales y, sobre todo, Luis Arce. Casi todas las matrices se dividieron entre el apoyo a uno o al otro, pero Ruíz controlaba el aparato y no tuvo piedad. Perdió tras ganar en primera vuelta, lo que fue un espejismo, pues al final Tarija se evidenció de nuevo “antimasista” en la segunda vuelta.
La derrota fue dura porque también perdió la mayoría en la Asamblea y durante un año, con los liderazgos amortizados, el MAS vagó por Tarija.
El próximo Congreso será otro parteaguas para un MAS en busca de una identidad que no necesita, porque son muchas. Álvaro Ruíz, Walter Ferrufino, Marcelo Poma, Pilar Lizárraga y el propio Luis Alfaro pueden acabar al frente de un partido que ya no quiere ser el convidado de piedra ni el cuadrilátero de batallas. La historia se sigue escribiendo.