Análisis de la coyuntura
La última batalla de Evo
La paz parece acabarse en el Movimiento Al Socialismo y el presidente Arce parece ratificado al evismo como guardián de la estrategia. La cuestión es si los números avalarán una nueva elección con Evo Morales como candidato a pesar de que la oposición siga siendo irrelevante
Los que lo acompañaron en los primeros años saben bien que el expresidente Evo Morales era un líder de “guerrilla”, de acción, de marcha y bloqueo, de acción directa y desde luego, no un líder de debate pausado ni de charlas motivacionales. Intentó madurar durante su mandato, pero le alcanzó para poco. La gente quería ver al Evo Morales popular sin prestar demasiada atención a la forma de la arenga, quería escuchar anécdotas del poder y al poder en sí, y durante muchos años el propio Morales conectó a la perfección con los deseos de la gente.
Dicen que Morales siempre se relacionó con los suyos con ciertos niveles de agresividad, con los típicos chascarrillos de hombres midiéndose, lo de las 1.000 abdominales y lo de los partidos de fútbol. A medida que su círculo de relación se fue expandiendo y elevando el nivel académico, Morales fue elevando el nivel de agresividad en sus relaciones cercanas. Según algunos excolaboradores se trataba de una forma de reforzar su autoridad y culpan a ese aspecto de la deriva en la que el gobierno se fue sumiendo con el paso de los años, cada vez más vertical y sometido a los designios de Morales y los miembros más longevos de su gabinete.
En la forma de hacer política hacia dentro y hacia fuera, Morales siempre ha seguido la misma estrategia: confrontar. Al principio fue fácil por la articulación de los opositores en la Media Luna, pero con el paso de los años hubo momentos en los que hubo que buscar enemigos externos, expulsar agencias norteamericanas e incluso iniciar el pleito en La Haya con Chile para seguir manteniendo el nivel de alerta y movilización entre sus seguidores. Huelga decir que en 2019 no funcionó, las organizaciones no respondieron y Morales acabó en el exilio.
La angurria del desierto
A los pocos días de que Jeanine Áñez tomara el poder llamó “salvajes” a los simpatizantes del MAS. Ese día ya estaba claro que Áñez intentaría ser Presidenta y que el MAS volvería a ganar las elecciones. El paso del tiempo solo vino a confirmar la predicción. La consigna era clara: candidato constitucional, elección rápida y fin de la pesadilla; la pandemia vino a alargar todavía más esa agonía en la que nunca hubo alternativa ni con los medios del Estado.
La elección de Luis Arce Catacora como candidato del MAS, fríamente calculada por importantes estrategas internacionales, acabó dando vida propia al partido que por una vez hacía espíritu de cuerpo y no solo de plataforma para Morales, quien a su vez, desde el exilio, se iba convirtiendo en un personaje medio molesto y perjudicial para la estrategia de campaña. Nadie en el MAS – ni siquiera Arce en sus primeros pasos – quería hablar todavía de golpe de Estado, pero Morales insistía una y otra vez e involucraba a agentes internacionales.
En la fase final de la campaña, Morales fue literalmente escondido por el MAS y Luis Arce ganó de largo sumando casi diez puntos más que los que sumó Morales un año antes en la elección anulada por el supuesto fraude.
Matar a Choquehuanca
Morales no tardó ni 24 horas después de la posesión de Luis Arce en retornar al país. Lo hizo por Villazón un lunes por la mañana e hizo que eso retrasara la posesión de ministros del gabinete. Algunos incluso tuvieron que elegir entre estar con Arce en La Paz o estar con Morales en La Quiaca.
Su llegada fue una especie de carnaval itinerante que lo llevó hasta el Chapare, donde estableció su campamento general. De primeras dijo que no se metería en política, que dedicaría sus años a dar formación y colaborar con los jóvenes. Nadie lo creyó. Antes ya había influido en el nombramiento de unos cuantos ministros y altos cargos de su extrema confianza. En pocos días estaba ya articulando un nuevo modelo de partido que le diera al MAS más protagonismo en la esfera política para incidir en las decisiones cotidianas.
El simple pensamiento de que David Choquehuanca lo podía sustituir como enlace entre el gabinete y los pueblos indígenas y de que este representara mejor la filosofía andina en el gobierno sirvió para establecer el escenario de guerra en el que Evo Morales siempre se ha movido. Había alfiles dispuestos, había plataforma, había enemigo. Todo servido.
Las cosas que han caído
El momento de mayor tensión política se dio en enero de 2022. Luis Arce había saldado las presiones que en noviembre le exigían un cambio de gabinete pateando hacia delante la decisión lo que convirtió los prolegómenos del Día del Estado Plurinacional en una verdadera batalla campal y pública, con textos circulando de Bobaryn y Bautista por un lado y toda la artillería del evismo en La Razón por el otro y con Gerardo Morales atizando la legitimidad de Choquehuanca.
Arce optó entonces por volver a patear la pelota y ratificar a todo el gabinete ministerial, pero la herida lejos de cerrarse se infectó y la batalla pasó de lo estrictamente dialéctico en papel a detonaciones no siempre controladas con acusaciones de vínculos con el narcotráfico de uno y otro lado con el ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, originalmente garcialinerista, en el centro de la diana.
Los pedidos de Congreso Extraordinario pusieron en jaque a Morales y aunque el MAS zanjó las críticas con expulsiones al mas puro estilo implacable, el propio presidente Arce “indultó” a los pecadores fotografiándose con el diputado Rolando Cuéllar, quien fue el principal impulsor de la rebelión cruceña, sin embargo, no parece haber sido suficiente.
La decisión de Luis Arce
Algo acaba de cambiar a nivel interno, aunque de momento el MAS apenas deja ver los cadáveres que han quedado y algunas otras marcas. El primero en caer fue Freddy Bobaryn, el director de Coordinación con Movimientos Sociales, una de las direcciones del ministerio de la Presidencia, que fue sustituido en intempestivas horas del sábado pasado por un evista de los duros, Gustavo Torrico, que sustituye al más fiel defensor de Choquehuanca y el que más había afilado su pluma para explicar la caída de Morales como un fenómeno de desapego al pueblo con permiso de Bautista, que renunció el mes pasado frustrado por luchar contra el estatus quo.
No ha sido lo único, también esta semana se han abierto dos procesos contra la directora de la Autoridad de la Madre Tierra, Angélica Ponce, quien cuestionó el liderazgo de Morales. La primera, por presunto mal uso de recursos públicos; y la segunda, por supuestamente despedir a una funcionaria en estado de gestación. Las demandas contra Ponce fueron presentadas por los legisladores del MAS Héctor Arce, Patricia Arce y Pacífico Choque afines a Morales.
El golpe más ruidoso y quién sabe cuán efectivo lo asestó Evo Morales, que en su cuenta de twitter, la más seguida del país, criticó abiertamente las políticas del Ministerio de Gobierno por una campaña de tinte juvenil que dice “Dí no a las drogas” y que según Morales, es la continuidad de las políticas de Reagan en los 80. Demasiado hilo fino para algunos.
La realidad aritmética
Nadie sabe si esta acusación será la definitiva que aleje a Del Castillo del cargo, pero lo cierto es que sobre el pende un pedido de interpelación interpuesto por la bancada del MAS luego de que hiciera insinuaciones sobre las vinculaciones de los dirigentes del Chapare con el narcotráfico y se cruzaran las denuncias de la Umopar.
Hasta ahora han sido Arce y Choquehuanca los que habían impedido que avanzara ese proceso. Nadie sabe lo que pasará esta semana.
Lo que sí sabe Del Castillo, que es el ministro tecnológicamente más hábil y mejor rodeado por su equipo en ese campo, es que los números de Morales no dan para ganar una elección en segunda vuelta a poco que la oposición ponga un candidato decente. Aunque alguien también se está ocupando de que eso no pase. De momento, Morales libra su última batalla por el poder interno antes de ocuparse de la siguiente.
¿Por qué la oposición no logra articular un proyecto?
El asunto ya es objeto de estudio entre algunos analistas más o menos serios del país, pues la tesis popular de que la oposición simplemente es funcional al partido de gobierno parece corroborarse en cada periodo legislativo.
Las dos grandes fuerzas presentes en la Asamblea Legislativa Plurinacional ya dan muestras de agotamiento. Carlos Mesa, líder de Comunidad Ciudadana, ha pausado en mucho sus apariciones públicas y apenas se limita a repetir mensajes en redes sociales, todos muy similares en su morfología, donde se aprovechan las cosas que crea la coyuntura – no las que provoca la acción de oposición – para dar palitos al gobierno que, por el tono, la población lo interpreta casi como pataletas de ahogado.
Mientras, Luis Fernando Camacho, que se presentó a presidente con la única intención de conformar una potente bancada cruceña aun a riesgo de servir en bandeja la victoria al Movimiento Al Socialismo pero con la intención de, después, presentarse a Gobernador y comandar desde allí una ofensiva de tinte independentista que ofreciera más beneficios para Santa Cruz, simplemente parece haber pinchado. Camacho apenas logra llevar adelante la gestión en su departamento y sus desafíos, como el de avanzar en una reforma constitucional que reconozca el federalismo, ha quedado básicamente en nada.
Los otros personajes habituales de la oposición, como Samuel Doria Medina o Tuto Quiroga, han desaparecido. El uno por enfermedad, el otro porque es lo que habitualmente hace. Uno de los que se había sumado a ese estatus, Luis Revilla, se ha declarado en la clandestinidad y, simplemente, nadie le da más bola.
Por otro lado, la posibilidad de articular un eje opositor desde los departamentos más contestatarios (Tarija – Chuquisaca – Santa Cruz) se va esfumando poco a poco por la autodeterminación cruceña y por la bomba de relojería que ha puesto el Gobierno con el nuevo estudio de revisión del factor de distribución de Margarita, mientras que la posibilidad de que esa tarea surja de un eje municipalista con Fernández – Reyes Villa – Arias y Johnny Torrez también se ha esfumado.