Estrategias y análisis
Tarija y la burbuja de Arce
¿Funciona la estrategia de Arce en Tarija? ¿Qué pretende evitando todo contacto con las autoridades? ¿Hay asuntos personales? ¿Por qué en Tarija el Presidente sí se involucra en los aspectos más electorales? La efeméride departamental ha dejado claro que las cosas han cambiado para el MAS Tarija, au
El presidente Luis Arce concluyó su discurso en la pseudo sesión de Honor por la gesta libertaria de La Tablada de San Lorenzo con una suerte de revelación: “por mis venas corre sangre tarijeña”. Lo dijo luego de enumerar una veintena de proyectos de inversión y estudios a realizar en el corto y mediano plazo en el departamento, y luego de criticar el no haber podido participar ni en la sesión de Honor de la Asamblea Departamental ni en la del Concejo Municipal.
La ausencia de Arce en las sesiones de honor del miércoles 13 de abril y también en el desfile cívico militar del 14 para después aparecer en San Lorenzo ha levantado polvareda de análisis y declaraciones. Sus próximos insisten en que se debió a problemas de agenda, aunque hay algunas evidencias de que fue planificado, por ejemplo, que la cúpula militar y policial sí estuviera en San Lorenzo y no en el desfile cívico, o el hecho de que Arce promocionara en sus redes algunos eventos en otras zonas del país sin que él apareciera en las imágenes.
¿Es una estrategia de Arce? ¿Qué ha podido pasar para que evite de esta manera encontrarse con las autoridades tarijeñas? ¿Quién es al final el castigado con todo esto? ¿Cómo le afecta al MAS Tarija? Los analistas más y menos apegados al oficialismo delinean algunas teorías, pero la unanimidad está lejos.
Los precedentes
En general, los analistas aprecian cierta hostilidad de parte de Luis Arce hacia las autoridades electas tarijeñas, concretamente a Johnny Torres y Óscar Montes, sin embargo, ninguno de los dos son sospechosos de poder armar un escándalo de confrontación en escenario público como armó Luis Fernando Camacho en la efeméride cruceña con David Choquehuanca, a quien le negó el micrófono, o como armó el exgobernador Adrián Oliva en una reunión bilateral cuando Arce aún era ministro y lo enfrentó para cuestionar la falta de apoyo a Tarija.
Otro dato que no encaja es que precisamente Arce sí compareció en la Sesión de Honor de 2021 con Oliva todavía en ejercicio y cuando su pupilo Álvaro Ruíz acababa de perder las elecciones en segunda vuelta ante Montes. Muchos señalan que un patinazo de Luis Arce en el cierre de campaña, cuando habló de que no habían traído vacunas covid “para los oligarcas tarijeños” acabó por movilizar el voto en contra del MAS, pero aún así, hizo acto de presencia.
Montes, sin embargo, ha sido desde siempre un posibilista. Normalmente alardea que trabajó con seis presidentes: Sánchez de Lozada, Bánzer, Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Rodríguez Veltzé y Evo Morales, aunque la verdad es que el 66% de ese tiempo lo compartió con Morales, quien además lo invitaba cada que podía a levantar el puño y unirse a su partido (aunque los rechazos después desencadenaran cierta represalia judicial). Por las cuestiones del encaje de campaña y del acervo sociológico tarijeño, en la campaña de la Gobernación se volvió algo más de derechas, solidarizó con Áñez – con quien rompió en campaña asestándole buen golpe en Tarija - y cuestionó ciertos abusos de poder; también prometió que haría que el Gobierno pagara “lo que tenía que pagar” de las deudas con Tarija, pero en general, nada que no sea subsanable en un par de encuentros.
Con todo, Arce y Montes no se han reunido desde que fue investido gobernador y ni siquiera coincidieron en la cumbre del Pacto Fiscal que Arce convocó y a la que luego no asistió. Por otro lado, Montes ha hecho un ejercicio de auditoría sobre la deuda que arrastra Tarija y la ha cifrado en 3.000 millones de bolivianos, pero no la ha empaquetado en un Plan de Rescate para exigir financiación como en su momento sí hizo el equipo de Oliva.
Las motivaciones
Si el asunto no es personal, señalan, entonces en la toma de decisiones se prioriza el asunto más estratégico electoral, que pasa por no compartir la gestión con las autoridades locales no masistas, lo que en sí también tiene sus riesgos.
En la campaña de las subnacionales de 2021, Álvaro Ruíz prometió una inversión de hasta 700 millones de dólares en los primeros 100 días de gobierno si ganaba, además de un bono económico de hasta 1.500 bolivianos en lo que parecía una propuesta electoral irrechazable en un momento de parálisis, contracción económica, crecimiento del desempleo y cierta desorientación vital.
Ruíz ganó la primera vuelta – aunque perdió poder en la Asamblea Legislativa – y no sumó nada extraordinario para la segunda vuelta, que acabó perdiendo por más de diez puntos. Después el MAS – Tarija quedó ciertamente golpeado y sin capacidad de articular una oposición, ni siquiera cuando sus alcaldes fueron “agredidos” con el cambio de la Ley del 1% que garantizaba el débito automático.
En la actualidad el escenario parece mucho más claro. Arce va por libre y ejecuta directamente con los alcaldes mientras ignora los pedidos del Gobierno Departamental, y los locales intentan tumbar el pacto en la Asamblea para recuperar al menos la capacidad de bloqueo, además de buscar lugares de conflicto social.
Negar a Evo
Eso sí, Arce hace esfuerzos por presentarse en Tarija rodeado de los movimientos sociales de todo tipo, principalmente urbanos más allá de campesinos e interculturales. También trata de dejar en cada viaje una escena de “humildad”, sea comiendo en el mercado central o degustando pescado en El Dorado.
La estrategia es ciertamente diferente a la que se acostumbró el expresidente Evo Morales en sus últimos años, y donde en cada visita dejaba también escenas, pero de todo lo contrario: cenas glamurosas en Los Parrales, partidas de golf o parrilladas exclusivas con algunos sectores de la élite del MAS en Tarija.
Los resultados son evidentes: Morales ganó el departamento con 51% en las elecciones de 2009 y 2014 y perdió en 2019 – también perdió Arce en 2020 – aunque muy cerca de la mitad de los votos. La cuestión es que muchos de los que se sentaban a la mesa de Evo no tardaron en darse vuelta tras su caída, o al menos, desaparecer del mapa.
La estrategia de Arce está diseñada en el sentido contrario, lo que no deja de llamar la atención también en lo institucional: el reparto original de responsabilidades hablaban de que el gobierno era de Arce y el partido de Morales, y por ende, debería ser Morales quien definiera la estrategia electoral a seguir en cada departamento, pero esto no sucede en Tarija.
El factor para que esto no suceda parece ser Álvaro Ruíz, quien a pesar de haberse convertido en 2020 en uno de los grandes defensores de Morales, nunca acabó por gozar de la plena confianza. Algunas fuentes señalan que por la influencia de Álvaro García Linera y casi todas coinciden que por la colisión con Milcíades Peñaloza – para algunos es lo mismo – quien precisamente fue el artífice de la estrategia de que Morales se codeara con la flor y crema de la aristocracia tarijeña y no con el pueblo llano.
Ruíz fue candidato a regañadientes de Evo, que de hecho levantó las manos y se fue, dejando en el limbo al candidato alternativo, Walter Ferrufino, más próximo al evismo. Ruíz sí se convirtió en cercano de Arce, a quien contrató en la FAM durante sus meses de convalecencia. Tras la derrota lo ha llevado al Viceministerio de Autonomías, bajo el paraguas de Presidencia, y después de las dudas sigue confiando en su criterio para gestionar la departamental, manteniendo a Carlos Acosta y, sobre todo, nombrando a Marcelo Poma como delegado presidencial y vocero del MAS Tarija, al que de momento le va bien.
La burbuja de Tarija
Al final, lo de Tarija puede ser solo un globo de ensayo. Por la vía de la relación no se ha avanzado y se buscan otros resultados por la vía de la confrontación. Tarija es el 4 por ciento de la población nacional, un 4 por ciento de voto que si no se puede ganar, al menos se intenta neutralizar, y es lo que le viene saliendo bien al MAS, sobre todo porque la falta de tacto en determinados momentos ha tirado por tierra muchos esfuerzos.
La cuestión es que Arce parece habérselo tomado personal con las autoridades departamentales y solo una buena gestión de los proyectos prometidos le permitirá sostener precisamente esa actitud, porque de lo contrario, parecerá represalia y nada más.