Resultados del 12-0 devuelven las estrategias a punto cero
Un lustro después, el empate técnico sigue sobre la mesa. El Movimiento Al Socialismo prácticamente ha calcado sus resultados de 2009 en Tarija, también la oposición más fraccionada en esta lid que en la de entonces. Un lustro como si no hubiera pasado nada, aunque pasaron muchas cosas.
El presidente Evo Morales logra revalidar su 51 por ciento, sin embargo la desazón es palpable. La oposición tampoco ha logrado despejar la incógnita del liderazgo que anticipa una nueva batalla en el corto plazo por liderar unas listas que se dicen ganadoras, pero que han perdido. Vayamos por partes.
La gestión lastra al MAS
El presidente Evo Morales ha logrado superar el 50 por ciento, raspado, como en 2009, cuando la batalla era encarnizada y se acababa de superar “el punto de bifurcación” con la nueva Constitución aprobada y el fragor autonomista todavía en auge. Mario Cossío lideraba con puño de hierro una oposición local con extensión hacia la Media Luna, golpeada pero todavía vigente, como quedaría de manifiesto unos meses después con la elección de alcaldes y Gobernadores.
En 2010 se ingresaba en otra etapa, más calmada, en la que el MAS se dedicó a la toma del poder reducto por reducto. No le costó mucho en Tarija, que se había perdido en las urnas departamentales como anticiparon los resultados de sus diputados uninominales: Si Evo había ganado con el 51 por ciento, sus uninominales apenas habían superado el 40 por ciento. En diciembre de 2010, asediado judicialmente y descabalgado de la Gobernación mediante una fina estrategia, Cossío huyó al Paraguay y el MAS logró el interinato que ejerce hasta hoy.
Cinco años y cuatro mil millones de dólares después. Abriendo las puertas a “nuevos sectores” como Milcíades Peñaloza y otros representantes de la aristocracia de plaza, firmando una alianza con los supuestos indiscutibles del Chaco encabezados por Carlos Brú y habiendo realizado ingentes inversiones, según se defiende desde el Salón Rojo, en todas las provincias, los tarijeños siguen sin reconocer liderazgos locales y su apoyo es únicamente indiscutible hacia Evo Morales.
A falta de un análisis detallado por provincias, el votante del MAS se ha inclinado por el voto blanco en los uninominales. De los algo más de 130.000 votos que recibe el presidente Morales, 50.000 se van al blanco a la hora de elegir uninominales. Mientras en la orilla contraria sucede al contrario. La suma de los votos por los uninominales de PDC y UD supera lo que reciben Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina respectivamente. El mensaje es claro.
El mensaje es claro y preocupa. El MAS en tanto Instrumento Político para la Soberanía Popular (IPSP) no ha llegado a cuajar en el departamento sureño y billetera del país en lo local ni cuándo se ha tenido el poder para gestionar y solucionar los problemas de la gente. Sus márgenes de votación, si bien se han salvado, no se han mejorado. El MAS en tanto IPSP, supone un complejo mar de equilibrios entre sectores y movimientos sociales que ya han iniciado, de nuevo, la batalla por ocupar los puestos de salida en la próxima contienda electoral que se avecina a una velocidad mucho más rápida que la que ha puesto el TSE para remitir los resultados oficiales.
Esta última campaña empezó en manos de nadie, pasó por las del ministro de Hidrocarburos Juan José Sosa y acabó en las de una suerte de militantes ultramotivados por lo que se venía o por hacer méritos para desprenderse de ciertos estigmas. En una planificación tan caótica, no hay culpable claro, ni tampoco a quien atribuir los méritos. Pero alguien deberá dilucidar el reparto muy pronto.
El fiasco opositor
La dividida oposición vuelve a perder la Brigada Parlamentaria y con ello la posibilidad de incidir como tal en una Asamblea Plurinacional que esta vez parecía que iba a perder los dos tercios.
El mapa opositor es todavía más complejo de leer, el discurso de la polarización que intentó poner en práctica Unidad Demócrata en el departamento apenas ha arrancado siete puntos más y 20.000 votos más que el discurso hegemónico y casi apocalíptico de los socios del PDC (UNIR y MNR).
La derrota contundente se maquilla con la teórica victoria en las dos grandes capitales del departamento, Yacuiba y Cercado, que permiten trazar un plan victorioso de cara a las departamentales.
Victorioso siempre y cuando se logre una unidad. Los socios locales de Samuel Doria Medina ya trabajan en esa lógica con el alcalde Óscar Montes como teórico cabeza de cartel. No lo dicen demasiado abiertamente para no perder fuerza en la negociación, pero Montes se presenta como caballo ganador.
En los papeles así parece, pero el alcalde es también uno de los más resistidos entre los votantes más jóvenes que llevan quince años viéndolo gobernar el municipio y también entre los predicadores de la Autonomía. El último choque a cuenta de la elección directa de ejecutivos seccionales todavía tiene facturas por cobrar, y el tema del Megacampo Margarita y su reparto con Chuquisaca todavía levanta pus cuando se aprieta sobre el rol del alcalde en aquella negociación con Juan Ramón Quintana en Santa Cruz.
Precisamente quien más apretó aquella herida abierta fue Wilman Cardozo, el entonces diputado y hoy amo y señor de la C43, sin quitar méritos a Marcela Vásquez. Montes cree saber que necesita a Cardozo en cualquier esquema ganador y Cardozo es Político con mayúsculas. A estas alturas ya ha borrado del imaginario su papel en la pinza MAS – PAN que acabó desalojando a Cossío de la Gobernación a cambio de unas cuantas secretarías.
El complejo reparto
Tanto el lobby de ex todo que opera en el MAS (liderado por la facción mirista) como el lobby pragmático opositor caminan con la calculadora en la mano mientras intentan diseñar una campaña más original capaz de movilizar más voto en las departamentales que en las nacionales. El voto blanco sigue siendo un gran pedazo de la torta que definirá mayorías. La gestión se ha convertido en un lastre casi en las mismas proporciones que la no gestión para los que ganaron la última elección, demasiado fuera de todo.
A saber, hay ocho fuerzas opositoras: Unidad Nacional y Demócratas, con poco respaldo popular, la incógnita de Camino al Cambio, el PAN de Wilman, UNIR, el inmortal FRI, el dividido MNR y Vanguardia, el último en entrar en el baile. Los ocho se sentarán a la mesa para decidir quién manda más. Gobernador, vicegobernador, el Chaco y un par de alcaldías entran en el combo de los deseados. Alguien se quedará fuera.
Wilman desempleado y las tres partes del Chaco
Ni la certeza de haberse industrializado, con una planta Termoeléctrica, una Separadora de Líquidos, un contrato para la carretera de vinculación con el Valle Central y la promesa de la Petroquímica y la doble vía a Santa Cruz ha servido para consolidar la hegemonía del MAS en el Chaco. El presidente Evo Morales sí, sin problemas, pero los socios locales no han convencido y el Chaco se ha partido de nuevo en tres.
Carlos Brú, alcalde de Yacuiba y el más reciente admirador de Evo Morales colocó a uno de los suyos, Raúl Mancilla, para la C43. Tras la derrota, Brú se ha apresurado a pasar la pelota al tejado del presidente para evaluar la continuidad del pacto MAS – PAN. Brú también ha señalado que no tiene más aspiraciones que continuar en la alcaldía de la capital chaqueña y su perfil tampoco parece que de para mucho más, sobre todo porque el enemigo lo tiene en casa.
Marcial Rengifo ganó la subgobernación para el MAS en tiempos de zozobra, pero su papel se ha ido relegando a casi nada con el paso de los meses, probablemente por deméritos propios, como le acusan algunos medios locales. Aunque en la gestión ha exhibido músculo a partes iguales entre proyectos para la galería (rodeo chaqueño, estadio municipal, 911, etc) con algo de intuición, como el Fondo Rotatorio Gremial o la agilidad para articular un parque industrial que aproveche las virtudes de la petroquímica, Rengifo ha perdido fuerza y se ve más con un pie fuera que dentro. La jugada del voto cruzado o blanco, que negará hasta la saciedad haber articulado, parece un órdago a la grande que puede salirle muy bien o muy mal.
Quizá lo peor para Brú y Rengifo sea que Wilman Cardozo se ha quedado desempleado. El trotamundos de la política no ha logrado, como se preveía, arañar la segunda senaduría para Unidad Demócrata. En parte porque se concentró exclusivamente en ganar la C43 para su compañera Marcela Vásquez. Wilman ni siquiera se dio tiempo de llegar a la capital para participar del cierre de campaña de Samuel Doria Medina. Wilman concurrirá a las elecciones municipales o departamentales, dónde es lo único que está por decidir. Durante la campaña llegó a asegurar que competiría exactamente en el mismo lugar en el que lo hiciera Brú, en otro órdago. Lo cierto es que ni los más cercanos acaban de ubicar a Wilman Cardozo en un asiento ejecutivo que no le permitiría manejar su vivaraz lengua a su antojo.
Alianzas que suman poquito
El otro análisis pendiente en el que se sumergirán los partidos nada más que acabe el recuento es en el de las alianzas y los réditos que unas y otras le dieron. Quién tiene más trabajo por delante es el Movimiento Al Socialismo (MAS). Si bien no hubo partidos como tal que firmaran, excepto el PAN, sino una apertura a personas particulares, como Francisco Navajas o el propio Ignacio Soruco, los resultados son contradictorios. Evo lo ha calcado a 2009, sus uninominales también, a pesar de que teóricos grupos grandes, como los sindicatos de Cosett, Setar, Cosaalt, entre otros “aseguraron” su apoyo. O alguien no ha dicho toda la verdad o se ha perdido un gran caudal de sus votos tradicionales, campesinos e interculturales fundamentalmente que se vieron fuera con la elaboración de las listas.
Los otros que tienen arduo trabajo son los líderes de Unidad Demócrata. En la filosofía de todo vale, Samuel Doria Medina abrió las puertas a grupos controvertidos, como Tarijeños en Progreso liderados por la cuestionada lideresa del asentamiento, Dianeth Flores, proscrita del MSM por sus métodos poco ortodoxos, como poco. Con más tino tendrá que evaluar el aporte del FRI, con quien se firmó formalmente el acuerdo así como las promesas de Vanguardia de Adrián Oliva, que se subió al carro el mismo día que se cerraba la campaña. También el cementero deberá evaluar si hizo bien al no dar importancia a Camino al Cambio en los prolegómenos y si la fracción del MNR con la que se alió era la adecuada para sus fines.
Quienes han realizado un análisis mucho más rápido son las fuerzas de UNIR de Óscar Montes y Rodrigo Paz. La misma noche electoral en la que el PDC cosechaba un minúsculo 9 por ciento, el alcalde aseguró que ellos habían jalado de Tuto en Tarija y prácticamente daba por rota la alianza o cualquier posibilidad de continuidad. Pocos días después se formalizaba. La otra evaluación es la de la alianza de Johnny Torres y su fracción del MNR. Torres, denostado en la Asamblea por sus ex socios de Camino al Cambio y cuestionado a nivel nacional, es un animal político de primer orden. Más allá de los votos que haya logrado cosechar, Torres domina la escena y ha resultado fundamental a la hora de crear el conflicto en el Tribunal Departamental Electoral mediante el cual Montes proclama una victoria robada habiendo salido tercero. Una factura de momento, sin pagar.