Los desafíos internacionales, nacionales y personales del presidente electo Yamandú Orsi
Con la victoria angosta pero neta de Yamandú Orsi en la segunda vuelta electoral, el Frente Amplio (FA) que gobernó el país en la mayor parte del siglo XXI volverá al poder en marzo. El nuevo presidente d enfrentará un mundo y un Uruguay muy diferentes al de sus predecesores
El candidato por el centroizquierdista Frente Amplio, Yamandú Orsi ganó al postulante del oficialismo de centro derecha, Álvaro Delgado en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Uruguay celebrada el domingo 24 de noviembre. Con la victoria del nuevo presidente electo regresa al poder de Estado la coalición de izquierda que gobernó la República Oriental del Uruguay entre 2005 y 2020 con Tabaré Vázquez (en dos períodos) y José ‘Pepe’ Mujica.
Una victoria histórica en una efemérides nacional
El balotaje, que coincidió con el 40° aniversario de las elecciones que marcaron el regreso a la democracia en el ‘país de las cercanías’, contó con una alta participación de votantes que rondó el 90% del padrón de habilitados.
Las ciudadanas y ciudadanos eligieron entre la fórmula de Álvaro Delgado y Valeria Ripoll del Partido Nacional (PN) o Blanco en representación de la Coalición Republicana (CR)y la de Yamandú Orsi y Carolina Cosse del Frente Amplio (FA) para que ocupen los futuros cargos de presidente y vicepresidenta, respectivamente, durante el período de cinco años a partir del 1º de marzo de 2025.
“Sigamos en el camino de la fraternidad y solidaridad, que es el del respeto por los demás. Pero hoy hay otra parte de nuestro pueblo, que también nos tendrá que ayudar a construir un país mejor. A ellos también los necesitamos”, afirmó el flamante vencedor, en un puente tendido al derrotado oficialismo a poco de conocerse los resultados de las urnas.
Momentos antes, el candidato de la coalición oficialista, Álvaro Delgado, había reconocido el resultado y felicitó a su rival. “Un fuerte abrazo y saludo a Yamandú y al Frente Amplio. Quiero felicitar a quien ganó, con sinceridad y de corazón, con desprendimiento y sentido muy republicano”, afirmó Delgado. “Las elecciones se ganan y se pierden. Una cosa es perderlas y otra, ser derrotados. Nosotros no estamos derrotados”, añadió.
Uno de los primeros en ir a votar fue el expresidente José Mujica, quien apoyó la candidatura de Orsi. “Muchas gracias al pueblo uruguayo. Uruguay, a pesar de ser un país pequeño, se ha ganado un reconocimiento de ser estable, de tener una ciudadanía que respeta las formalidades institucionales. No es poca cosa en nuestra pobre y golpeada América Latina”, manifestó en declaraciones a la prensa.
“En nuestra pobre golpeada América Latina”, caracterizada por el expresidente, los mensajes proferidos por los dos adversarios que midieron sus fuerzas en el balotaje parecen traslucir una firme confianza en “la necesidad de acuerdos en temas relevantes”.
Entre los primeros los líderes políticos que felicitaron al triunfante Orsi, el presidente de Brasil Lula da Silva, la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner; luego Claudia Sheinbaum (México); Luis Almagro (OEA), Javier Milei (Argentina); Joe Biden (EEUU) José Raúl Mulino (Panamá), Xiomana Castro (Honduras); Gustavo Petro (Colombia); Bernardo Arévalo de León (Guatemala), Nicolás Maduro (Venezuela); el gobierno de Perú y el de España.
Prospectivas y balance
El triunfo de Orsi, que fue por dos períodos consecutivos secretario general y dos veces sucesivas intendente de Canelones, el segundo departamento más poblado del país, el mismo en el que nació hace 57 años en el seno de una modesta familia, conduce a una sucinta evaluación de la gestión de gobierno de Luis Lacalle Pou que logró mantener unida una Coalición Republicana que ahora se proyecta hacia el futuro inmediato sin poderse precisar aún con qué vigor.
El mandato de la Coalición tuvo como impulso, en buena parte, una agenda liberal pro-empresa, con medidas acaso necesarias y válidas para la competitividad de la economía; y tuvo su freno, esas medidas no fueron ni son populares. Una agenda que, además, resultó bastante acotada por las discrepancias surgidas en el interior del propio espacio. La temprana salida del excanciller y senador del Partido Colorado Ernesto Talvi y -desde el comienzo- los cortocircuitos con Cabildo Abierto, dificultaron la tarea ministerial a varios niveles.
Los escándalos que involucraron al narcotraficante de peso Sebastián Marset, la acusación penal contra el ex ministro de Turismo Germán Cardozo, la falsificación de documentos por parte del jefe de seguridad de Lacalle Pou, Alejandro Astesiano, y otros más, que si bien muy distintos entre sí, causaron al gobierno costos políticos importantes. A eso se sumaron problemas con varios gobiernos departamentales.
Apenas a los 40 días de llegada al poder de Lacalle Pou, el gobierno aprobó la Ley de Urgente Consideración (LUC), normativa que abarca temas de seguridad pública, asuntos laborales, educación y libertad financiera aprobada en referéndum de marzo de 2022; y una reforma de la seguridad social no precisamente popular, pero que también resistió el referéndum de octubre.
En simultáneo el gobierno de Lacalle Pou debió gestionar crisis ajenas históricas: la pandemia, la inflación global y la sequía. En el primer caso la formación del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) y el acceso a las mejores vacunas, fueron logros destacados. Cuando se comenzaba a salir de la pandemia irrumpió un empuje de inflación global que generó nuevas complicaciones y, tras eso, crisis por sequía. Con todo, la gestión gubernamental consolidó el descenso de la inflación, la recuperación del salario y el empleo, que llegaron a niveles récord.
La izquierda post derrota del 2020 comenzó a trabajar principalmente a dos niveles. Por un lado, un despliegue territorial de recomposición, liderado por el Movimiento de Participación Popular (MPP) y con el trabajo del nuevo presidente del FA, Fernando Pereira. Una, dos o tres visitas a casi todos los lugares, para revitalizar la base militante y política. Porque solo con redes sociales no alcanza y hay que verse cara a cara.
Por otro lado, una oposición dura al gobierno desde el comienzo, empezando por las críticas a las difíciles decisiones sanitarias. Siguió luego el enfrentamiento a la LUC con el referéndum impulsado por el Plenario Intersindical de Trabajadores - Convención Nacional de Trabajadores (PIT-CNT), en esa tensa pero exitosa relación de poder político entre la central sindical y el FA. Pocos meses después, arrancó la recolección de firmas contra la reforma de la seguridad social y la convocatoria a un plebiscito.
Un delfín para el Pepe Mujica
Fue José ‘Pepe’ Mujica quien había alentado a Yamandú Orsi como precandidato y después como candidato a la Presidencia. El expresidente no había tenido mucha suerte con los apoyos a candidatos en elecciones previas, pero esta vez acertó. Ambos se conocieron en la capitalina Montevideo. Durante los años que Orsi estudió historia en el Instituto de Profesores Artigas se contactó con el Movimiento de Participación Popular (MPP), liderado por Mujica. Al igual que su mentor, que prefirió vivir en su chacra durante su mandato, Orsi ya anunció tampoco ocupará la residencia presidencial.
No es la única semejanza entre ellos. “Mujica, además de ser un referente internacional, se ha convertido en un hombre que ha impulsado la moderación en la política interna, en la negociación. Orsi es muy parecido, pero, por sus orígenes, tiene un talante todavía más negociador”, sostiene el historiador y politólogo uruguayo Gerardo Caetano. Si la figura de Mujica se ha transformado mucho desde sus tiempos como guerrillero, con una postura actual cercana a la socialdemocracia. También lo es la de Orsi. “El referente de la izquierda regional es Lula, pero el liderazgo joven de Gabriel Boric tiene eco en figuras como Orsi, como opiniones muy críticas hacia el régimen venezolano, el nicaragüense o el cubano”, agrega Caetano.
Una figura de recambio para tiempos por venir cambiados
La propia estrategia seguida por FA muestra cambios, con una predominancia del MPP y un Partido Comunista (PC) fuerte (en especial si se considera que tiene una mayoría implícita en la Mesa Política). El sector astorista-seregnista (no marxista) se redujo significativamente. También en la Coalición Republicana (CR) hubo cambios con el derrumbe de Cabildo Abierto (CA).
El FA necesita atar acuerdos en la Cámara de Diputados. Cabildo y Gustavo Salle (con su partido Identidad Soberana) pueden ser posibles apoyos puntuales. La posibilidad de grandes acuerdos bipartidarios (CR-FA) -más allá y más acá de los discursos- parece baja, aunque pueden darse para asuntos específicos. Por otra parte, hay un compromiso político implícito con su electorado de revisar y -eventualmente- revertir cosas que aprobó el actual gobierno y que el FA criticó duramente. ¿LUC?, ¿Seguridad Social?; habrá que ver cuánto y cómo.
El escenario económico no es sencillo para el próximo gobierno. Yamandú Orsi enfrenta numerosos desafíos en su propio país: salarios, subsidios a los estudiantes, jubilaciones, pobreza infantil, seguridad social, educación, el sistema nacional de cuidados en un país envejecido, la agenda de género.
En la lista, el tema de inseguridad es el más candente en las preocupaciones de la población uruguaya. El país tiene indicadores de homicidios por cada 100 mil habitantes muy elevados, su índice duplica el argentino. En barrios pobres, la inseguridad es muy elevada y, en un porcentaje muy alto, está vinculada al narcotráfico acrecentado, entre otras razones, por la indefensión uruguaya en tierra, mar y aire. El puerto de Montevideo se ha convertido en el puerto de salida de grandes expediciones de droga con rumbo a Europa.
A nivel global se viene un nuevo empuje proteccionista, hay un déficit fiscal importante y Uruguay tiene problemas de competitividad. Y con el mapa político que surgió de las elecciones, hay más posibilidades para que los partidos acuerden aumentos de gastos, en lugar de reducciones. El futuro ministro de Economía y Finanzas y único integrante del ahora Poder Ejecutivo electo designado, Gabriel Oddone, quien gusta autodefinirse como “liberal de izquierda” tiene trabajo.
La Argentina y otros extremos americanos
En el escenario continental, Yamandú Orsi se vio obligado a posicionarse claramente en campaña contra el régimen de Nicolás Maduro. El gobierno de Lacalle Pou cuestionó el proceso electoral de julio 2024 del país caribeño y ordenó el retiro del personal diplomático de Venezuela. Aun así, “Va a tratar de mantener buenos términos con Venezuela, pero con una prudencia quirúrgica”, sostiene el politólogo uruguayo Alejandro Guedes.
Respecto a la vecina Argentina, presidida por el primer mandatario Javier Milei en las antípodas ideológicas y personales de Orsi, Guedes enfatiza Guedes. “Uruguay sabe mantener la diplomacia con los países vecinos porque, obviamente, la economía de Uruguay depende en buena medida no solo de Mercosur sino de Argentina y de Brasil. Y es algo que se tiene claro y nunca se dinamitó ese puente en la campaña de Orsi respecto a Milei”. Esta posición sostiene una tradición política uruguaya donde la idea de la autonomía nacional es muy importante:“ yo no me meto en la política argentina, entre otras cosas, porque no quiero que se metan en la mía”.