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Mediterráneo: Salir en la foto (o no)
Este texto forma parte del boletín Mediterráneo de análisis de la coyuntura internacional que firma el director Jesús Cantín y que se distribuye los viernes. Si quieres recibirlo en tu correo, suscríbete gratis más abajo
El fin de año está teniendo un tono raro en el nivel internacional. La larga despedida de Joe Biden, que recuerda el error que fue, y la lenta posesión de Donald Trump, hace que la seguidilla de Cumbres de estos días tenga un carácter como efímero, pasajero, como que nada importa demasiado ahora por “lo que se viene”.
Esto lo ha sabido aprovechar bien Lula da Silva, anfitrión de la reciente cumbre del G20, ese foro sin competencias reales pero mucho foco político que reúne a lo más granado de occidente y de las potencias emergentes, para proponer Brasil como el Estado bisagra entre las dos esferas, y además proponer una serie de temas -hambre, sostenibilidad - al margen de las guerras y demás asuntos de alta tensión, de los que son fáciles decir sí, sobre todo en estas circunstancias de compás de espera.
Lo más interesante de estas cumbres suele ser el “salseo”, y lo cierto es que lo hubo. En Argentina han llenado horas de televisión sobre la cita privada de Javier Milei y Giorgia Meloni, dos estrellas de la esfera de la ultraderecha a ambos lados del océano – al día siguiente de tanta especulación Meloni afirmó que detendría a Netanyahu si pasaba por Italia -; también hubo dos fotos oficiales – cosas que solo puede hacer Brasil -: una con Lavrov, el canciller ruso, pero sin Biden, y otra con Biden pero sin Lavrov, donde también faltó por cierto el presidente argentino.
Entre las muchas fotos que salieron del evento destacó una que reunió a Claudia Sheinbaum, Gustavo Petro, Gabriel Boric y el anfitrión Lula da Silva, foto replicada por todos ellos con alientos sobre la unidad latinoamericana y la visión diferente del desarrollo que se propone desde una izquierda “democrática”, y ahí estuvo el detalle: el gran ausente de esa foto fue nuestro presidente Luis Arce, presente en la cumbre y, aparentemente, representante también de una izquierda al menos nacionalista, ya que no muy progresista. Pero no.
En estos tiempos de estrés nacional, Arce quiso darse un respiro y sacar pecho compartiendo con los grandes líderes del mundo, pero no salió en la foto más simbólica de los últimos tiempos: Lula acaba de vetar a Venezuela en los BRICS después de haber jugado un papel clave en la crisis electoral, donde no ha avalado los resultados que esgrime Maduro. La izquierda continental más “antiimperialista” lo ha condenado. Petro, Boric y Sheinbaum no. Arce, al parecer, ya ha definido bando.
Por cierto que la participación de Sheinbaum en el G20 ha causado furor en México y marca perfil propio respecto a López Obrador, que no era muy afecto a este tipo de reuniones.
Retomando la sensación de provisionalidad que da esta etapa pre Trump, en varios foros empiezan a circular análisis que hablan de burbujas pinchadas y tiempos de moderación. El auge de la ultraderecha en occidente ha coincidido con los años en los que Trump ha estado intentando volver a la Casa Blanca. En ese tiempo el debate cultural se ha vuelto irrespirable y una ola reaccionaria ha recorrido el planeta hasta límites insospechados, a veces usando el feminismo y muchas veces una suerte de libertarismo económico por interés, ya que corre como la espuma en las redes sociales y de hecho, ha logrado presidentes.
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Con Trump ya de vuelta a la Casa Blanca el debate se volverá necesariamente más pragmático: Trump puede ser negacionista y aislacionista, pero sobre todo es proteccionista en la economía y eso tendrá consecuencias concretas que vaya usted a saber como lo explicarán los de la Escuela Austríaca.
Sobre el punto les dejo también dos notas/reflexiones
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Si en verdad se ha completado el ciclo de la guerra cultural alentado desde la derecha, se vienen tiempos para la economía, y hay que estudiar.
Democracias y otros golpes
Descalabro europeo: El tema es casi el mismo, pero cambio de epígrafe porque el asunto está serio. La elección de Donald Trump ya ha provocado de momento un cambio en los amarres de la próxima Comisión Europea que volverá a dirigir Úrsula von der Layen, pero que le ha tenido quehttps://sv805.mjt.lu/img2/sv805/1926e261-d396-41bf-bd83-c8484599ed9a/content?updatedAt=1732324129417 dar una carretera a la ultraderechista Meloni para sostener el pacto con los socialistas de Sánchez, que conservan la vicepresidencia y crean un precedente por mucho que el PPE se hubiera dedicado a blanquear a Meloni, a quien de hecho han aislado el resto de ultras liderados por Orban, Abascal y Le Pen.
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Además, Alemania avanza hacia una incierta elección con los ultras de la AFD viviendo un momento dulce y en Francia el gobierno contra natura encargado por Macron a la derecha clásica pese a que fue la izquierda quien le paró los pies a la ultraderecha, también está a punto de caer. La estabilidad es cosa del pasado.
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El gabinete de Trump:
Entre la promotora de la lucha MMA propuesta parra la secretaría de Educación y la espantada del propuesto para Fiscal General, envuelto en una trama de pagos y negocios sexuales, Trump ha bajado decibeles en su previa, pero aún así, lo que sigue llamando más la atención es el papel de Elon Musk, que por cierto parece quiere calcar en Bolivia el empresario Marcelo Claure.
Desenlace uruguayo: El domingo se resuelve el enigma en el pequeño país de Uruguay, el más desarrollado de la región y que tiene un alto nivel de incertidumbre, Pepe Mujica ha dado todo, pero el Frente Amplio, que ganó la primera vuelta, tiene poco donde rascar respecto a la coalición gobernante. El Salto es optimista pero…
Guerras y otras catástrofes
Los dos grandes conflictos bélicos en desarrollo en este momento tienen un mismo patrón que ya hemos comentado: el fin de la era Biden y el inicio de la era Trump, y aunque posiblemente ninguno tiene posibilidades de superarse en el corto plazo, todos quieren dejar su sello.
Ucrania total: Zelensky, oficialmente, dice que confía en Trump y su equipo para vencer la guerra, pero no se fía un pelo. De ahí que esté intentando adelantar filas y llevar la guerra a otro nivel. La autorización a usar misiles americanos de largo alcance es un primer paso, pero la respuesta de Putin, usando misiles experimentales de largo alcance con hasta seis ojivas es también una declaración de intenciones. Ucrania está mucho más caliente de lo que parece y de lo que ha estado en estos más de mil días de guerra, pero tampoco nadie puede creer que entre Trump y Putin hay un idilio ni nada parecido. La resolución puede costar demasiado, porque sí, seguimos hablando de economía.
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El compás de Israel: Todo lo contrario de lo que sucede en el frente ucraniano sucede con Israel, que de momento parece haber tomado un compás de espera para acabar de pulir su estrategia.
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El compás ha propiciado que algunos se muevan un poco más y para que La Haya dicte una orden de arresto contra Natanyahu por usar el hambre como arma de guerra.
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Algunos creyeron que era la oportunidad de Biden para apretarle las tuercas y cerrar el comercio de armas pero… acertaste, no.
Las recomendadas
Entre las recomendadas de esta semana:
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