Los cereales enfrentan a Ucrania con sus vecinos
Los agricultores de Hungría, Polonia y Eslovaquia rechazan la entrada del grano ucraniano por competencia desleal
La solidaridad con Ucrania tiene un límite. Es como lo ven los agricultores de Polonia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria, Rumania y, recientemente también, Croacia, que deben competir con un cereal ucraniano más barato que sus propias cosechas. “En las tiendas se venden productos de baja calidad y más baratos que los nuestros”, se quejaba a Associated Press uno de ellos, Vassil Dzhorgov, en la ciudad de Radomir, en Bulgaria, durante una manifestación a principios de esta semana. “Tenemos pérdidas así que tiraremos la toalla”, añadía. En sus palabras se encuentra la raíz de la disputa que puede hacer que Varsovia deje de enviar armas a Kyiv.
Una decisión de Bruselas
En las semanas que siguieron a la invasión rusa, Bruselas quiso ayudar a Ucrania, un importante productor y exportador mundial de cereales, con la creación de corredores de solidaridad a través de los países vecinos y miembros de la Unión Europea a través de los cuales Kyiv pudiera seguir enviando grano a Oriente Medio y África. Pero la escasez de trenes y camiones ralentizó los envíos a los mercados extracomunitarios, y gran parte de la producción acabó vendiéndose en Europa del Este. Para esos países fue una avalancha inesperada de cereales, pero también miel, frutas, verduras, leche y carne.
En las tiendas se venden productos de baja calidad y más baratos que los nuestros
Vassil Dzhorgov Agricultor búlgaro
Las medidas de Bruselas incluían también la suspensión de aranceles y el fin de la exigencia de certificados sanitarios y veterinarios a los productores de Ucrania. El resultado es que esos productos entraron en los mercados de los países vecinos a precios muy bajos.
Los países del Este se plantan
El colapso en los mercados de esos países provocó semanas de protestas, hasta que Polonia y otros aliados vetaron en abril de 2023 la entrada de importaciones ucranianas para proteger a sus agricultores. Era necesario “abrir los ojos de la UE”, afirmó entonces el ministro de agricultura polaco, Robert Telus. Bruselas escuchó y prohibió la entrada de algunos productos, aunque todavía se permitía su tránsito por estos países. También movilizó 56 millones de euros procedentes de la reserva agrícola comunitaria para los agricultores búlgaros, polacos y rumanos. Sin embargo, los campesinos de Bulgaria, por ejemplo, se quejaban el otro día de no haber visto ni un euro de las medidas europeas.
¿Hasta cuándo duró el veto?
El veto a las importaciones finalizó el 15 de septiembre y Bruselas rechazó extenderlo al considerar que ya no se daban las condiciones para la afectación de los mercados internos de esos países. Ucrania se comprometió a limitar algunas exportaciones. Pero Hungría, Polonia, Eslovaquia y Croacia, que se sumó después al grupo de rechazo, decidieron ampliarlo de forma unilateral. Esto ha llevado a Ucrania a presentar una demanda en la Organización Mundial del Comercio. La consecuencia ha sido el rifirrafe entre el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y su homólogo polaco, Andrzej Duda, en el escenario de la Asamblea de las Naciones Unidas. El primero ha acusado a algunos países (sin dar nombres) de jugar a favor de Rusia mientras que el otro acusa a Kyiv de actuar como una persona que, mientras se ahoga, se aferra a todo sin tener en cuenta el daño que provoca en los demás.
Polonia acusa a Ucrania de aferrarse a todo mientras se ahoga sin importarle el daño
¿Por qué ahora?
El partido gobernante de Polonia Ley y Justicia depende del voto de los agricultores para ganar unas difíciles elecciones generales el 15 de octubre. Eslovaquia también se encuentra en la recta final de una campaña electoral parlamentaria, donde el favorito es Robert Fico, un populista que se comprometió a reducir el apoyo militar y político a Ucrania. En cuanto a Hungría, es ampliamente conocida la cercanía del primer ministro Viktor Orbán con Vladímir Putin.
¿Y exportar por el Mar Negro?
Para añadir más presión a la disputa, Rusia puso fin en julio al acuerdo con Ucrania para el transporte de cereales de este país a través del mar Negro, gestado con la mediación de Turquía y la ONU. El objetivo era hacer llegar el grano a partes del mundo que luchan contra el hambre. Por eso ahora las rutas por carretera, ferrocarril y ríos, como el Danubio, a través de Europa cobran todavía más importancia para distribuir el grano ucraniano.
Rusia, ¿la gran beneficiada?
Moscú se frota las manos mientras observa cómo se fragua una brecha en la unidad que mantenía hasta el momento el bloque comunitario en relación el conflicto de Ucrania. De momento, mientras Kyiv ve decaer sus exportaciones de trigo, Rusia, que ya es el primer exportador del mundo, espera aportar más de una quinta parte del trigo al comercio mundial para la temporada de cosechas del 2023-24. De hecho, el aumento de la producción rusa ha provocado la caída de los precios del trigo, que desde julio están casi en los niveles más bajos en tres años. “Hemos visto una caída sustancial de los precios del trigo básicamente como resultado de Rusia”, afirmaba el analista de Rabobank Michael Magdovitz al Financial Times .