Tensión en el Medio Oriente
El régimen de Teherán “salva” su supervivencia
Después de meses de desafío social, el oficialismo convocó una gran movilización por el aniversario de la Revolución que logró buena convocatoria, aunque el reformismo avanza



El aniversario de la revolución islámica iraní estaba destinado a convertirse en una fiesta, pero también en una demostración de fuerza del sistema después de las protestas que han sacudido el país desde septiembre. Teherán estaba adornada desde hace días con pancartas que recordaban esta fecha en la que, hace 44 años, miles y miles de personas de trayectorias, creencias y apariencias diferentes habían puesto fin a la monarquía y depositaban sus esperanzas en la figura de un ayatolá, el imán Ruholah Jomeini, que días atrás había llegado a Teherán después de años de exilio.
Como es habitual en estas fechas, los líderes del país visitaron la tumba de Jomeini en su mausoleo al sur de Teherán, los generales presentaron una nueva base área subterránea como símbolo de sus avances en el terreno militar, un veterano oficial del Ministerio de Inteligencia anunció sin dar mayores detalles que 90 países quieren comprar drones iraníes e hicieron un gran show de luces pirotécnicas el viernes por la noche como preámbulo de las celebraciones de ayer. “Alahu akbar”, gritaron algunos al oír explosiones alrededor de la plazoleta Azadi, o “Libertad”, al tiempo que desde muchos sectores residenciales de la ciudad se escuchaban también los gritos de “muerte al dictador” y “muerte a Jamenei”. Una señal clara de que la unidad en el país a la que estaba convocando el líder supremo en estas fechas está muy lejos de parecerse a la que existía en 1979. Pero también es una muestra de que miles de personas siguen teniendo la valentía de mostrar su descontento frente al régimen a pesar de que miles de ciudadanos han sido detenidos en los últimos meses –cuatro de ellos fueron ejecutados– y más de 500 fueron asesinados durante las protestas. El lema “mujer, vida y libertad”, que representó a miles de mujeres que salieron a la calle, la mayoría jóvenes, rápidamente fue acompañado por el de “muerte al dictador” y la petición de un cambio de sistema. La diáspora, que durante décadas no tuvo ningún peso en la política interna, logró movilizarse hasta el punto de convocar manifestaciones con miles de personas en diferentes puntos del planeta.
Solo en la noche del viernes algunos de los opositores más visibles de Irán en el extranjero tuvieron una reunión en Washington –transmitida en directo por canales en persa como la BBC– en la que buscaban cómo dejar atrás los intereses personales para buscar un camino hacia la democracia. Y en el interior del país, dos de las figuras más importantes en estos años, el expresidente reformista Mohamed Jatami y el exprimer ministro Mir Hosein Musavi, hicieron públicas sendas propuestas donde planteaban que la República Islámica estaba en un “callejón sin salida”.
De allí que la celebración de ayer fuera tan importante para las autoridades, que hicieron una gran convocatoria a través de todos sus medios. Y así fue: cientos de miles de personas, muchas más que en los aniversarios previos a la pandemia, caminaron a lo largo de la avenida Enqelab o Revolución. Pero a diferencia de otras jornadas, esta movilización no estaba dominada por los tradicionales carteles oficiales de “muerte a Estados Unidos” o “muerte a Israel” a pesar de que el líder ha responsabilizado a estos países de estar detrás de las protestas.
Amnistía, pero no para todos
En los días previos al aniversario, el ayatolá Ali Jamenei decretó la tradicional amnistía en la que se deja en libertad a miles de presos. Esta vez también incluyó a miles de detenidos en estos meses de protestas. Horas antes de la demostración, salieron de prisión, entre otros, la académica francoiraní Fariba Adekhan, capturada en el 2019 cuando salía del país. Es uno de los siete ciudadanos franceses detenidos. Hasta ahora los dos ciudadanos españoles detenidos en el marco de las protestas no han sido beneficiarios de esta amnistía. Este grupo de excarcelados también incluyó al activista Farhad Meysami, que llevaba semanas en huelga de hambre por las ejecuciones y la persecución a las mujeres. Muchas personalidades iraníes le habían enviado cartas para que parara su protesta después de que se publicaran fotos en las que se le veía raquítico.