CAMBIO Un nuevo tablero político
Sudamérica gira a la izquierda
Potencias como Colombia, Chile y Brasil consolidan gobiernos progresistas frente a los populistas de principios del siglo
No se puede explicar el giro político del continente Sudamericano sin vincularlo a las consecuencias de la pandemia y su gestión. Latinoamérica es apenas el 8 por ciento de la población, pero concentró el 20 por ciento de los positivos por Covid en 2020 y 2021, y lo que es más grave: el 30 por ciento de las muertes. Además, las medidas preventivas importadas, como las largas cuarentenas en unos Estados sin protección social acabaron por destruir las economías familiares, siendo por tanto contraproducentes.
Una vez producida la debacle, los gobiernos empezaron a buscar fórmulas para apoyar a las clases más desfavorecidas con bonos y subsidios. El propio Jair Bolsonaro en Brasil, que había llegado al poder abanderando el ultraliberalismo y criticando las medidas sociales de sus antecesores acabó pidiendo poderes extraordinarios en plena campaña para elevar el techo de gasto, subir los subsidios familiares e intervenir en el mercado para rebajar los precios de los combustibles. No le alcanzó
En general, los ciudadanos parecen haber apostado por gobiernos a la izquierda con enfoque social y compromiso con el Estado del Bienestar, una especie de paso más avanzado respecto a los gobiernos de la primera década de este siglo, más concentrados en la reivindicación antiimperialista. Mientras, las derechas liberales, que se han quedado sin relato económico ante la evidencia de la necesidad de la intervención estatal, han optado por transformarse en otras derechas más de clase y discurso.
El caso chileno
La elección presidencial en Chile se resolvió en segunda vuelta el 19 de diciembre de 2021, aunque hasta el 11 de marzo de este 2022 no asumió la presidencia Gabriel Boric, el presidente más joven de la región y representante de una izquierda mucho más social y mucho más progresista que la que venía representando Michele Bachelet y sus aliados de la Concertación. En la segunda vuelta, que ganó con autoridad, se enfrentó a José María Kast, líder del partido republicano y esencialmente, un pinochetista que hizo campaña apelando a las reminiscencias del pasado y a la agenda más clasista de la derecha.
En cualquier caso, una vez ganada la elección, llegó el gobierno, y ahí se le multiplicaron los problemas a Boric, a pesar de haber convocado un gabinete amplio y plural con espacios clave, como los ministerios económicos, dejados en manos de ex colaboradores de Bachelet y Lagos, como para tranquilizar al personal.
La agenda de Boric, en cualquier caso, estaba condicionada a la reforma constitucional en marcha, un proceso que arrancó precisamente a raíz de las protestas de 2019 contra un Estado vacío y que Sebastián Piñera solo pudo aplacar abriendo la ruta hacia la reforma.
Sin embargo, como suele suceder en estos casos, el texto que emanó de la Asamblea Constituyente, apoyado por las mismas fuerzas que apoyaron a Boric, que mantuvo un papel institucional – aunque sin engañar a nadie – no fue respaldado en las ánforas. Al contrario, el 60 por ciento rechazó el documento, que contemplaba algunos capítulos muy progresistas, y abrió una nueva reflexión: aunque Chile apostó por la izquierda no es a cualquier precio. Antes de la consulta, Boric ya se había desmarcado del resultado y anticipado que de no ser aprobada, se debería volver a convocar otra Asamblea, pues efectivamente, el pueblo chileno ya aprobó también muy holgadamente dotarse de una nueva Constitución.
Elección en Colombia
La cita electoral en Colombia se resolvió el 19 de junio en una intensa e inédita segunda vuelta a la que llegaron Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, dos buenos ejemplos de las transformaciones de izquierda y derecha de los últimos años. Petro lleva más de 30 años en política siempre a la izquierda, pero en esta cita apostó fuerte por la concertación y rebajó en mucho sus postulados radicales, acordando una agenda de mínimos muy cercana al centro con muchas reformas y pocas revoluciones. La derecha uribista, sin embargo, quedó al margen y su espacio lo ocupó el millonario Rodolfo Hernández que enarboló un discurso “a lo Trump”, multiplicándose en redes sociales, sin embargo, a la hora de la verdad, no dejó de ser una expresión de hartazgo, pero sin opciones reales de ser gobierno, algo que sí consiguió Petro con más del 50 por ciento de los votos.
La historia personal de Petro, ex guerrillero y cercano al primer Hugo Chávez lo convirtió en un candidato de largo aliento, que ha llegado al poder cuando todas las “leyendas” sobre su persona han sido amortiguadas. Con todo, esta vez apuesta más por las reformas estratégicas que por las revoluciones. El cambio climático y las negociaciones de paz con el ELN están siendo algunas de sus prioridades, además de plantear un nuevo enfoque en la lucha contra las drogas.
Elecciones en Brasil
La elección clave para acabar cerrando la mayoría de izquierdas en la región era la de Brasil, y no fue sencilla. Desde principios de año las encuestas eran generosas con el candidato redimido Lula da Silva, siempre situado cerca del 50 por ciento, mientras que a Bolsonaro, como de costumbre, apenas se le reconocía un 35% de apoyo.
El presidente brasilero había sido muy criticado en los medios internacionales por su política contra el covid, esencialmente negacionista o darwiniana, lo que le enfrentó a su propio gobierno, y también por la política sobre la Amazonía, donde básicamente ha autorizado la deforestación masiva, sin embargo, dentro de Brasil la codena no ha sido tan unánime. Al contrario.
Fuera eso o fuera el último giro de la política bolsonarista, entregado ya a la causa populista con subsidios y otras prebendas, la primera vuelta estuvo lejos de ser un paseo militar quedando en un 48-43% que llevó a una segunda vuelta donde aún se ajustaron más los resultados, aunque Lula al fin pudo pasar el 50%, aunque por apenas 0,90%.
Un nuevo mapa político
El mapa político en la región quedó configurado de otra manera: De un lado, gobiernos de derecha como el de Guillermo Lasso en Ecuador (contra las cuerdas), el de Mario Abdo en Paraguay (en la recta final) y el de Lacalle Pou en Uruguay; pero del otro lado hay gobiernos más izquierdistas como los citados: Boric en Chile, Petro en Colombia y Lula en Brasil y otros más a nacional-populistas, como el de Arce en Bolivia; el de Fernández en Argentina y el de Maduro en Venezuela. En ese bloque se alineaba el de Pedro Castillo, decapitado violentamente por el Congreso peruano, y cuyo relevo, Dina Boluarte, está todavía en la indefinición motivada por la crisis congresual.
La caída de Castillo
Apenas 17 meses después de ganar una segunda vuelta al límite por algo más de 40.000 votos, Pedro Castillo fue vacado por el Congreso de la República del Perú, tal como se había anticipado al evidenciar la composición muy fragmentada de Congreso.
Castillo ya había salvado dos mociones y rehecho tres veces su Gobierno, lo que constitucionalmente le facultaba para disolver el Congreso y convocar nueva elección en nueve meses, cosa que hizo, pero al no tener ningún apoyo político, ni económico, ni militar, simplemente fue desoído; detenido y puesto a disposición judicial. De momento guarda detención por 18 meses.
El Congreso, un ente que condiciona toda la acción de gobierno desde hace varios años, aceptó la posesión de la vicepresidenta Dina Boluarte, quien ha configurado un gabinete entregando cuotas a todos los partidos, principalmente los de derecha.
Las tensiones siguen en las calles. Los partidarios de Castillo piden su liberación y se suman al pedido de Asamblea Constituyente. El adelanto electoral acordado en el Congreso es para abril de 2024, algo que no ha caído bien entre los movilizados.
El blanqueamiento de Venezuela
Después de dos décadas de tensión y en el momento de mayor debilidad de la oposición venezolana, que ha sido incapaz de hacer frente al gobierno de Nicolás Maduro y se ha fragmentado aún más que antes de su llegada, la administración de Estados Unidos ha iniciado un proceso de deshielo que tiene una causa elemental: el incremento de precios de los hidrocarburos en el mundo tras el inicio de la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia.
Aunque no hay resultados concretos, ambos países han rebajado el tono de sus enfrentamientos y se espera retomar la vía comercial. Al mismo tiempo, el gobierno de Maduro ha iniciado diálogos de reconciliación en México con la oposición venezolana de la que están saliendo algunos acuerdos de interés. Aún así, Maduro, como Ortega, fueron vetados en la Cumbre de las Américas con Biden.
Protagonistas
CFK bajo ataque
La vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner fue víctima de un intento de magnicidio en septiembre, antes ya se había abierto el juicio por la causa Vialidad, que repasa asuntos de corrupción en la época de gobernadores de Santa Cruz. Finalmente el juicio se retomó y fue sentenciada a la inhabilitación perpetua y seis años de cárcel. Cristina denunció persecución política, pero anunció que no se presentará a ningún cargo.
El cerco de Guillermo Lasso
El presidente de Ecuador fue elegido en segunda vuelta tras apenas superar el 20 por ciento en la primera gracias al profundo enfrentamiento entre correístas e indigenistas dentro del campo popular. Eso hace que el gobierno de Lasso esté permanente asediado. Este año ha librado un cerco indígena por el combustible de más de un mes; una rebelión en las cárceles y en febrero se votará en referéndum hasta ocho propuestas de reforma que le están permitiendo tomar un poco de aire.
El paso atrás de Abdo
Paraguay vuelve a estar en tono electoral y con las reglas de siempre. El actual presidente, Mario Abdo, pudo haber forzado los plazos y normas para buscar una reelección, pero finalmente declinó. En el escenario aparecen como “favoritos” Santiago Peña por el partido Colorado y Efraín Alegre por la Concertación, pero no se descarta un tercer candidato potente desde el campo popular.