Chalecos amarillos indican que seguirán movilizados
Aunque lejos en cuanto a número de las multitudinarias manifestaciones de finales de 2018, varios miles de chalecos amarillos salieron ayer a las calles en ciudades francesas para continuar sus protestas sociales, las cuales aseguran seguirán. Cientos en algunos puntos del país y decenas en...
Aunque lejos en cuanto a número de las multitudinarias manifestaciones de finales de 2018, varios miles de chalecos amarillos salieron ayer a las calles en ciudades francesas para continuar sus protestas sociales, las cuales aseguran seguirán.
Cientos en algunos puntos del país y decenas en otros -nunca coinciden en las cifras el Ministerio del Interior y el movimiento que reclamó mejoras sociales por trigésimo tercer sábado consecutivo desde el 17 de noviembre- los chalecos amarillos descartaron detener sus concentraciones y marchas durante el verano.
'Nosotros no salimos de vacaciones' y 'estamos y estaremos siempre aquí' destacaron entre las consignas de los activistas, que en esta capital dedicaron la jornada a homenajear a los heridos en manifestaciones previas.
Los reportes de prensa señalan movilizaciones pacíficas en general, aunque en puntos específicos, como en la ciudad de Rennes, se produjeron forcejeos entre policías y protestantes.
Según el gobierno, desde que casi 300 mil personas comenzaran en noviembre pasado las manifestaciones, más de dos mil 400 resultaron heridas, además de unos mil 800 uniformados, en actos que han incluido hechos muy violentos con saldo de varios muertos y cuantiosos daños materiales por saqueos y destrozos.
Autoridades de la fiscalía afirman que no habrá impunidad para los responsables de delitos y excesos, ya sean civiles o policías.
Los chalecos amarillos iniciaron las protestas en rechazo al aumento del precio del combustible anunciado entonces por el gobierno, pero con el tiempo han diversificado sus reclamos, con demandas de justicia social y acompañamiento a sectores movilizados como la educación y la salud.
Por su parte, el ejecutivo insiste en que se trata de manifestaciones innecesarias, bajo el argumento de que el presidente Emmanuel Macron ha lanzado iniciativas valoradas en miles de millones de euros con proyección social que responden a las preocupaciones de los franceses.
Macron promueve reformas en las pensiones, la seguridad social y el desempleo, las cuales reciben críticas desde la oposición y las organizaciones de izquierda, que las consideran insuficientes e incapaces de frenar las desigualdades.
En medio de la tendencia sostenida a la disminución en la cifra de manifestantes, sobre todo al compararla con las marchas de finales de 2018, y el criterio generalizado de que los chalecos amarillos han perdido fuerza e influencia en la sociedad francesa, el movimiento convocó este fin de semana una 'asamblea de asambleas' para tratar de relanzarse.
Cientos en algunos puntos del país y decenas en otros -nunca coinciden en las cifras el Ministerio del Interior y el movimiento que reclamó mejoras sociales por trigésimo tercer sábado consecutivo desde el 17 de noviembre- los chalecos amarillos descartaron detener sus concentraciones y marchas durante el verano.
'Nosotros no salimos de vacaciones' y 'estamos y estaremos siempre aquí' destacaron entre las consignas de los activistas, que en esta capital dedicaron la jornada a homenajear a los heridos en manifestaciones previas.
Los reportes de prensa señalan movilizaciones pacíficas en general, aunque en puntos específicos, como en la ciudad de Rennes, se produjeron forcejeos entre policías y protestantes.
Según el gobierno, desde que casi 300 mil personas comenzaran en noviembre pasado las manifestaciones, más de dos mil 400 resultaron heridas, además de unos mil 800 uniformados, en actos que han incluido hechos muy violentos con saldo de varios muertos y cuantiosos daños materiales por saqueos y destrozos.
Autoridades de la fiscalía afirman que no habrá impunidad para los responsables de delitos y excesos, ya sean civiles o policías.
Los chalecos amarillos iniciaron las protestas en rechazo al aumento del precio del combustible anunciado entonces por el gobierno, pero con el tiempo han diversificado sus reclamos, con demandas de justicia social y acompañamiento a sectores movilizados como la educación y la salud.
Por su parte, el ejecutivo insiste en que se trata de manifestaciones innecesarias, bajo el argumento de que el presidente Emmanuel Macron ha lanzado iniciativas valoradas en miles de millones de euros con proyección social que responden a las preocupaciones de los franceses.
Macron promueve reformas en las pensiones, la seguridad social y el desempleo, las cuales reciben críticas desde la oposición y las organizaciones de izquierda, que las consideran insuficientes e incapaces de frenar las desigualdades.
En medio de la tendencia sostenida a la disminución en la cifra de manifestantes, sobre todo al compararla con las marchas de finales de 2018, y el criterio generalizado de que los chalecos amarillos han perdido fuerza e influencia en la sociedad francesa, el movimiento convocó este fin de semana una 'asamblea de asambleas' para tratar de relanzarse.