El anhelo del litio boliviano
Es obvio que el litio es el asunto de fondo y el que más pesará en las próximas elecciones, no tanto entre la gente, que ya está cansada de promesas, sino entre los “poderosos”
No deja de tener su punto quijotesco el esfuerzo de un sector de la bancada del Movimiento Al Socialismo (MAS) por intentar viabilizar los contratos del litio a menos de seis meses de las elecciones. Han tenido cinco largos años para que las ideas se convirtieran en proyecto, pero ahora vienen las prisas en un momento en el que nadie está dispuesto a conceder una victoria política al adversario, ni siquiera el evismo con el riesgo evidente, desde su tesis, de que el litio boliviano acabe en manos de las grandes transnacionales norteamericanas a cambio de migajas.
Cosas más raras se han visto en política, eso es verdad, pero que los convenios firmados con las empresas chinas y rusas para implementar la Extracción Directa de Litio obtuvieran mayoría en la Asamblea Plurinacional sería altamente sospechoso. De hecho ya han circulado denuncias de compras de votos en las comisiones pertinentes para lograr informe de mayoría y pasar así el obstáculo burocrático.
Quizá algunos dentro han pensado que facilitar que el debate llegue hasta el pleno expondrá políticamente a algunos y eso puede beneficiar a otros, pero lo cierto es que hace mucho tiempo que los debates no se dan en los parlamentos, sino en los medios y las redes sociales, y ahí prácticamente todo el mundo ha dictado sentencia.
El debate sobre los detalles de los contratos es interesante sobre todo porque formará parte de las hemerotecas. Quien más quien menos se ha lanzado a buscar un dato al que aferrarse con el que descalificar el acuerdo, sea una empresa fantasma, sea un porcentaje que chirría, sea un cálculo optimista o cualquier otra cosa, más o menos lo que sucedió con el contrato del GNL Pacífic de Sánchez de Lozada que acabó tumbando la intención de exportar vía Chile (entre otras cosas).
Conformar una sociedad mixta para explotar un recurso natural sin tener nada más que ese recurso natural: ni siquiera dólares, personal capacitado, tecnología, etc., es complicado. Más cuando la norma del país obliga a tener el control de esa sociedad. En cualquier caso, implica asumir riesgos y poner todos los esfuerzos para que las cosas funcionen como se prevé.
La otra opción, con muchas variantes, es concesionar: entregar al negocio a quien sea y velar porque deje regalías y cumpla con las normas de contratación y medio ambiente
La otra opción, con muchas variantes, es concesionar: entregar al negocio a quien sea y velar porque se queden en el lugar las regalías y cumpla con las normas básicas de contratación y medio ambiente. A la larga puede ser lo mejor, pero a la larga también pueden entrar gobiernos que prefieran moderar la carga fiscal o directamente bajar las regalías, y en esto sabemos bien del poder de este tipo de empresas.
Como fuere, los tiempos han acabado dictando sentencia. El MAS diseñó una estrategia para la explotación del litio hace quince años que no ha dado los resultados esperados ni de lejos y hoy todo está sobre la mesa mientras que el mundo y su transformación energética ha ido definiéndose.
Es obvio que el litio es el asunto de fondo y el que más pesará en las próximas elecciones, no tanto entre la gente, que ya está cansada de promesas, sino, sobre todo, entre aquellos poderes que sostienen y mueven las candidaturas electorales de unos y de otros por mucho que lo nieguen.
Sea lo que sea lo que finalmente pase con el litio, quedó claro que no faltó tiempo ni recursos, sino voluntad.