El rol de los hidrocarburos
El gas ha recibido una suerte de indulto mundial para sostenerse como combustible de transición y Bolivia no debería escatimar esfuerzos en su exploración
El 31 de diciembre de 2024 Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) publicó la certificación de reservas hidrocarburíferas de Bolivia al 31 de diciembre de 2023 en un ejercicio de transparencia exigido por Ley y que durante años fue tratado como un secreto de Estado.
El resultado es escaso: 4,5 trillones de pies cúbicos (TCF por sus siglas en inglés) y obligaron al presidente de Yacimientos a explicar la historia de una herramienta, la de la certificación, casi siempre al servicio de los negocios: en 2003, cuando Repsol había pergeñado el negocio del GNL Pacífic con Tuto Quiroga y Gonzalo Sánchez de Losada – y en el que el precio era ridículamente bajo, aunque fue más fácil activar el rechazo popular por la cláusula de regalías a Chile – las certificadoras hablaban de 60 TCF descontando que al calor de los contratos se desenterraría gas de donde hiciera falta.
Las reservas han caído pero el negocio sigue siendo el más estable y con más proyección
Cuando aquel contrato cayó estaba vigente el contrato con Brasil y se activó el de Argentina, lo que daba cierto margen de futuro para estimar reservas, por lo que situaron sobre los 20 TCF. El plan original siempre fue industrializar, pero las palabras no fueron secundadas con los actos en los gobiernos de Evo Morales y cuando llegó la hora de la verdad, la renta petrolera se había gastado en proselitismo y no en inversión que garantizara la sostenibilidad de los proyectos de industrialización y los contratos de exportación, por lo que en 2015 la prioridad volvió a ser encontrar reservas de gas y la “instrucción”, olvidarse de la petroquímica.
Por entonces las reservas se certificaron sobre los 10 TCF, pero el riesgo ya había decantado y la voluntad mundial de cambiar la matriz energética no ayudaba. El gobierno de Morales optó por “incentivar” a las petroleras por hacer más rápido su trabajo y autorizó el ingreso en áreas protegidas, pero ninguno de esos planes ha dado los resultados previstos. En paralelo, los campos se han ido agotando – San Alberto, San Antonio – y los contratos de Brasil y Argentina cerrándose, en parte porque esos países han encontrado la fórmula para auto abastecerse. Por supuesto tampoco se logró materializar ninguna apuesta para llegar al mercado GNL de ultramar recuperando la salida por Chile, uniendo ductos con Perú o utilizando la hidrovía hasta Uruguay.
YPFB hoy apuesta por la venta directa en el mercado privado de Brasil aprovechando la ventaja competitiva que da la infraestructura del ducto construido y amortizado y al mismo tiempo insiste en que maneja proyectos exitosos tanto en zonas tradicionales como en no tradicionales, con Mayaya como joya de la corona., sin embargo, la estrategia no parece suficientemente ambiciosa ahora que el gas ha recibido una suerte de indulto para mantenerse como combustible de transición y las nuevas técnicas de exploración ya no son tan nuevas y sí más seguras.
Los hidrocarburos han sido pilar de desarrollo del país por décadas y probablemente lo siga siendo. es necesario invertir ahí más esfuerzos y recursos antes que aventurarse en fórmulas de dudoso potencial.