El Pocho y el compromiso vial

Es necesario que se rebaje el nivel de hostilidad en los vehículos y se atienda a la prioridad: respetar al ciudadano peatón es clave

El fin de semana en Tarija se tiñó de luto con la muerte del joven Paolo “Pocho” Arzabe, un tarijeño deportista y sano, últimamente enfocado en la educación y cuyo legado de sacrificio y superación no puede quedar empañado por un trágico accidente tras el festejo del título del equipo en el que ejercía de capitán precisamente por su trayectoria ejemplar.

El fatal hecho de tránsito se produjo, una vez más, en uno de los puntos más concurridos de la ciudad, la avenida Panamericana, que es además uno de los puntos negros de la ciudad, donde semanalmente se registran choques, atropellos fatales y otras desgracias que no se pueden achacar a una sola causa, sino que son múltiples factores los que normalmente enturbian esa estadística.

Por lo general, hay dos grandes temas que provocan los problemas. Uno es la escasa educación vial tanto de peatones como de choferes, y la otra son los defectos técnicos, bien sean del vehículo en cuestión o bien por una mala señalización, sin embargo estos dos también suelen incidir en ese primer problema, pues las fallas mecánicas de los vehículos también se generan por la escasa atención que los conductores le ponen al estado de su movilidad y porque lo último en aplicarse al volante suele ser el principio de prudencia, que es lo que en realidad salva vidas.

Tal vez hubo un tiempo en el que tener un vehículo era sinónimo de estatus y a su dueño le entregaba la potestad de ser prioridad, pero, surrealista de entrada, aquello ya pasó

Tal vez Tarija necesite más semáforos y unos cuantos letreros que regulen la prioridad en vías e intersecciones de alto tráfico, y aunque no todos los problemas del mundo se solucionan con rompemuelles o lomas de burro, es posible que haga falta colocar algunos más en zonas más estratégicas como también es posible que sea necesario repasar la visibilidad de muchos cruces y el firme de la vía, pues los baches son un problema recurrente en esta ciudad de yesos y rellenos.

Hay incluso asuntos mucho más básicos: Hay que pintar los pasos de cebra, hay que dar tiempo en las intersecciones para que pase el peatón, y tiempo real, porque difícilmente se cruza la avenida en 15 segundos, pero aún así, de nada servirá si los conductores no empiezan a respetar a los peatones.

Tal vez hubo un tiempo en el que tener un vehículo era sinónimo de estatus y a su dueño le entregaba la potestad de ser prioridad, pero, surrealista de entrada, aquello ya pasó, más en estos tiempos en el que se valora el espacio ciudadano y se desafía a la contaminación.

Tarija siempre se ha preciado de ser una ciudad amable, con unos ciudadanos amables, y un territorio en comunión con la naturaleza, es necesario que se rebaje el nivel de hostilidad en los vehículos y se atienda a la prioridad: respetar al ciudadano peatón es clave, no solo para vivir todos mejor, sino para evitar esos accidentes que tanto daño nos hacen como sociedad.

Tal vez el mejor homenaje que le podamos hacer al Pocho es que todos nos esforcemos por ser un poco mejores en las calles, al volante y como peatones, que seamos capaces de respetar las reglas pues, al final, la muerte acecha en cada esquina. No le demos ventaja.


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