Israel y el fin de la guerra sin fin

La guerra en Oriente Próximo es tal vez distinta a todas las demás, pues se trata de una región que siempre vivió en guerra siendo además cuna de las tres religiones monoteístas

Por unos instantes, luego de que se confirmara la ejecución del máximo jefe de Hamás Yahya Sinuar tras una operación  militar de inteligencia precisa, que les permitió grabarlo en video y difundirlo, algunas potencias de occidente creyeron que ese era un buen momento para declarar la victoria y abrir caminos para la paz. Fue unos instantes.

Todavía hay nebulosa sobre lo que de verdad sucedió el pasado 7 de octubre de 2023, cuando Hamás y otras guerrillas lanzaron el ataque más mortífero en territorio israelí. Diferentes fuentes afirman que Israel pudo haberlo repelido antes, pero cierta desidia concedió más de 1.000 muertos, más de 200 secuestrados y una excusa perfecta para iniciar la guerra que los sionistas más radicales, y que estaban entonces en el gobierno, deseaban.

Netanyahu había logrado componer un gobierno con el ala más radical y la Justicia le pisaba los talones. Todo quedó enterrado bajo el polvo de las bombas. Hasta entonces Israel por vías diplomáticas había acercado posiciones con los regímenes suníes del entorno, no solo Jordania o Egipto, sino también con Marruecos y otros poderosos regímenes del golfo, como la propia Arabia Saudí. La firma de convenios era inminente, algo que no le gustaba en absoluto a Irán. La operación logró poner todo aquello en cuarentena, aunque desde luego los regímenes verdes son, cuando menos, moderados respecto a la operación.

Irán, régimen inspirador y financiador del llamado eje de la resistencia, que incluye a Hamás, a Hizbulá, los hutíes del Yemen y a algunas guerrillas en Irak y Siria, padeció varios golpes aquellos días, pero poco a poco tuvo que responder

Israel decidió arrasar Gaza sin contemplaciones, primero mandó a los civiles al sur estableciéndola como zona segura, pero siguió bombardeándola. A la fecha son más de 40.000 muertos incluyendo niños y prácticamente todas las infraestructuras destruidas. Lo brutal de la operación removió a la comunidad internacional que inició tímidamente a pedir contención a Israel, aunque nunca nadie habló de sanciones en serio.

Irán, régimen inspirador y financiador del llamado eje de la resistencia, que incluye a Hamás, a Hizbulá, los hutíes del Yemen y a algunas guerrillas en Irak y Siria, padeció varios golpes aquellos días, pero poco a poco tuvo que responder ante las constantes agresiones en territorios del eje. Israel atacó en Damasco, en Beirut y en todo lugar donde encontró elementos enemigos. Su fortaleza en la inteligencia es su principal arma.

Finalmente las hostilidades con el Líbano desembocaron en una nueva operación terrestre donde incluso las misiones de la ONU han sido atacadas, pero la comunidad internacional sigue muda. Irán también atacó con drones y misiles el territorio israelí, la segunda vez con más fuerza que la primera, y de momento Israel no ha respondido… pero es demasiado pronto como para decir que alguien ya ha logrado evitarlo. No es verdad.

La guerra en Oriente Próximo es tal vez distinta a todas las demás, pues se trata de una región que siempre vivió en guerra siendo además cuna de las tres religiones monoteístas más importantes del mundo. Parar esa guerra seguramente no es posible por los cauces diplomáticos habituales ni tampoco por los bélicos. Tal vez es hora de reparar los errores históricos, pero no se ve en el escenario a nadie dispuesto a asumir decisiones difíciles. Ni siquiera gane quien gane las elecciones de Estados Unidos.


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