La economía y el impacto internacional
El gobierno del MAS siempre ha tendido a negar el efecto del contexto internacional cuando los datos eran buenos, pero ahora intenta escudarse en él
Uno de los grandes problemas de la situación económica actual es “la herencia recibida”, el otro la coyuntura internacional. Este segundo problema es no solo del ámbito económico sino también político, pues desde el primer día el Gobierno el Movimiento Al Socialismo (MAS) ha negado la influencia externa en las cuentas nacionales.
Lo hizo al principio con un claro afán político: la coyuntura internacional era extraordinaria y los precios de las materias primas se dispararon. No solo era el gas, también los minerales, la madera, la soya y demás reportó beneficios récord por el contexto mundial, pues la incidencia de las políticas locales, incluida la nacionalización, y menos desnaturalizada luego de los contratos, apenas reporta incidencia.
En esos años Morales y su ministro de Economía, Luis Arce Catacora, sacaban músculo exhibiendo sus cifras macroeconómicas, tanto la inflación como la inversión pública daban para alardear, la bolivianización de la economía iba viento en popa, el FMI felicitaba a sus gestores y todo era felicidad. Ambos convinieron en aquella época que la mejor manera de mostrar este éxito a la población era alardear de ese concepto financiero llamado “Reservas Internacionales”, que si bien puede resultar importante en términos de estabilidad y confianza para los socios de un país, medir su salud por volumen creciente sin siquiera explicar su función, como si de una alcancía se tratara, es sin duda una mala estrategia.
La cuestión es que del presidente para abajo, todos alardearon del volumen de Reservas y todos rechazaron que aquello tuviera que ver con el boom del gas y sus precios, sino que se trataba de “la buena gestión” y “el milagro boliviano” del modelo Económico Productivo Social Comunitario, que de tantos calificativos dejó de tener sentido.
La estrategia de comunicación de aquel entonces pecó de ingenuidad y de desconocimiento. Era cuestión de tiempo que en algún momento las reservas cayeran, o al menos se detuviera su crecimiento, y con ello, la narrativa del éxito se convertiría rápidamente en fracaso entre el nivel popular, que había aprendido ese silogismo a fuerza de repetirlo.
Esto ya viene pasando desde el inicio de la legislatura y, además en este caso, las causas si son mucho más internas: los ingresos del gas han caído y por ello, apenas se llena la alcancía para importar combustible de donde sea.
El otro fenómeno es el de la inflación. En un contexto mundial de tipos de interés bajos como el que se instaló desde el final de crisis de deuda entre 2008 y 2013, la inflación era un asunto controlado en todos los países y Bolivia sacaba músculo porque le añadía algunos mecanismos extras para garantizar los precios en el mercado interno y mantenerla en cifras ridículas. También para después poder decir que se decretaban incrementos salariales por encima de la inflación. El resultado en el mediano plazo, luego de que todo el mundo se encareciera por meses con tasas de dos dígitos luego de la pandemia, es que el mercado mundial está inaccesible, y en ese sentido, empieza a ser necesario sincerar nuestra economía de subsidios y salarios bajos, cueste lo que cueste.
Hora de asumir responsabilidades.