Libre de creer

En occidente se entiende que el derecho a la libertad de religión y creencias es un derecho inalienable, pero no siempre sucede

El 22 de agosto se celebra, cada año, el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia motivado por la Religión o las Creencias, y dado el recrudecimiento del conflicto en Oriente próximo y la crueldad de la operación israelí en Gaza, que de fondo tiene un matiz integrista religioso de ambos lados, conviene detenernos en la reflexión.

La jornada se instauró gracias a un decreto establecido por la ONU, con el objetivo de condenar la violencia o el terrorismo en contra de las personas que en todo el mundo tienen sus propias creencias o posturas religiosas.

La discusión sobre la confesionalidad de la vida civil es uno de los asuntos de mayor discusión filosófica y ética del mundo. La propia Organización de Naciones Unidas se construyó sobre esos pilares confesionales basados en la redención y perdón y muchos de los grandes países que se han opuesto o no se han adherido a las Convenciones Internacionales de Derechos Humanos o del Niño argumentan que tienen una raíz judeocristiana de base que no es compatible con sus creencias. Esas posiciones suelen ser condenadas arduamente desde occidente porque evidentemente, conllevan posiciones de dominación no compatibles.

En occidente se entiende que el derecho a la libertad de religión y creencias es un derecho inalienable de todo ser humano de poder tener la libertad de creer, pensar, opinar sobre una determinada creencia o religión.

De acuerdo a lo establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, las personas gozan del privilegio de expresar de manera abierta su postura religiosa, sin que por ello sean víctima de algún atropello o vulneración de sus derechos. Evidentemente, no todos los países ni todas las religiones conceden esta libertad, y ahí se establecen otros parámetros de discusión sobre la tolerancia y el laicismo y lo que supone una creencia por sobre un derecho, y lo que es “tolerar” una creencia o un maltrato. El asunto del velo islámico suele resultar muy gráfico para ilustrar este tipo de discusiones sobre lo que se debe o no se debe y lo que se puede o no se puede.

El problema es cuando la tolerancia cero se convierte en violencia de uno u otro lado. En el mundo siguen latiendo centenares de conflictos con trasfondo religioso - más que étnico - en el que el terrorismo suele ser, inexplicablemente, la forma de tratar de imponer los valores de la religión que se propone, pero no la única. Muchas guerras siguen teniendo ese componente inmoral que sin embargo, las sostiene.

En un tiempo en el que la polarización se ha hecho constante y donde la política se enfoca con demasiada ligereza desde lo moral, convendría repasar los principales fundamentos de las diferentes religiones para no dejarse caer en engaños ni manipulaciones. De la misma manera, conviene repasar los principios y valores de la Constitución, aquellas que sostienen y definen a sus sociedades, aquellas que revelan y promueven el desarrollo y el bienestar conjunto por encima de extremismos y egoísmos. Ojalá sepamos diferenciar lo humano de lo divino, pero sobre todo, ojalá podamos vivir todos en paz.


Más del autor
¿Quién me falta?
¿Quién me falta?
Suspensión de ampliado del MAS
Suspensión de ampliado del MAS