La agenda boliviana
De momento la clase política seguirá enfrascada en la pelea partidaria entre Morales y Arce mientras asuntos clave como las judiciales o las alarmas demográficas seguirán en segundo plano
Avanza la agenda a tal velocidad que la polémica por los resultados del Censo de población y vivienda de hace solo dos semanas ha quedado sepultada por asuntos de tal magnitud como la ola de incendios que arrasa el oriente del país, por la convocatoria para seleccionar al Fiscal General y ahora, por la marcha sociopolítica que encabeza el expresidente Evo Morales y que lleva por motivación el lema: “Marcha para salvar Bolivia”, pero de la que se “sospecha” pretende allanar el camino para una candidatura de Evo Morales en 2025, incluso si para ello hay que tirar la puerta abajo y forzar renuncias hasta que la suerte le caiga al presidente del Senado, que en principio es de la cuerda.
Asumimos la parte de la culpa como parte de un gremio un tanto maltratado en el que prima el presente, sin embargo, aún quedan espacios como este editorial para reflexionar sobre las cosas importantes, que quién sabe, tal vez sirvan de algo.
Desde hace demasiados meses la clase política nacional vive con la fecha electoral de 2025 metida entre ceja y ceja. Todos tienen la necesidad de saber quién será definitivamente el candidato para centrarse en la campaña, pero, sin embargo, la mejor oportunidad que tenían para alcanzar ese objetivo, que eran las primarias abiertas, fueron descartadas en uno de los pocos acuerdos a los que se ha llegado en esta legislatura.
En el barullo político han quedado eclipsadas las que debían ser las elecciones más importantes del periodo, las elecciones judiciales, que después de un año de demora y tras superar mil estrategias de torpedeo, tienen fecha: el 1 de diciembre de 2024.
La cita es clave por varios motivos y muchos de ellos tienen que ver con la propia logística, pues se pondrá a prueba el padrón electoral y el siempre muy cuestionado sistema electoral boliviano, sin que además se haya desvelado aún si se podrá poner en marcha el sistema de conteo rápido que funciona en prácticamente TODOS los países del mundo con solvencia menos aquí.
Es verdad que muchos no creen en el romanticismo y que tildan de ingenuo a quien cree que una elección abierta como la actual, con una nómina que se ha pactado entre opositores y oficialistas, dará lugar a un poder judicial más plural y representativo con la legitimidad suficiente para no tener que plegarse a la voluntad del gobierno de turno, pero todo puede ser.
Con esa duda en el ambiente y los aspirantes ya en pugna, se ha cruzado la selección del Fiscal General, un cargo que es aún más clave, pues en Bolivia los procesos que requieren investigación avanzan muy pero que muy despacio, pero las detenciones a medida y las audiencias cautelares funcionan perfectamente como sustituto.
La Justicia es esencial, y quien busque otras preocupaciones sobre las que actuar, ahí están los datos del censo que han hecho sonar las alarmas, pues crecemos poco y mal, y mientras se sobrepueblan las ciudades el territorio se queda vacío. Datos que exigen plantear acciones en varios ámbitos para garantizar la soberanía a corto y mediano plazo, algo que no es poca cosa.
Sin embargo no, de momento la clase política seguirá enfrascada en la pelea partidaria entre Morales y Arce, en los cálculos mezquinos sobre la conveniencia de la victoria de cada cual o la derrota de ambos.
Ojalá tengamos tiempo para abordar lo importante y no solo lo urgente. Al país le va la vida en ello.