Bases para la paz

Sin unas bases comunes que traten de acercar las condiciones materiales de la vida en aras de igualdad, la violencia institucional seguirá existiendo

El 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz, una fecha elegida y constituida para fortalecer los ideales de paz y en el que se pide un respeto de 24 horas de no violencia y el alto el fuego en las guerras en marcha, que en este momento son varias y de varias naturalezas más allá de las “operaciones especiales” de Rusia en Ucrania y de Israel en Gaza.

En el año 1981 la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) promulgó el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz, una fecha dedicada a conmemorar los ideales de paz de cada pueblo y cada nación, con especial énfasis en el desarrollo social y económico en diversas facetas: pobreza, hambre, salud, educación, cambio climático, igualdad de género, agua, saneamiento, electricidad, medioambiente y justicia social.

Posteriormente, en el año 2001 la Asamblea General decidió designar este día internacional como Jornada de No Violencia y Alto al Fuego. La celebración de esta efeméride se sustenta en el artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos "Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona", sentando las bases para la libertad, la justicia y la paz en el mundo, y para muchos no deja de ser curioso que una entidad que se creó precisamente para conservar la paz, como las Naciones Unidas, acabe dedicando apenas un día en específico a esta misión.

No corren buenos tiempos para la paz. En realidad, tal vez nunca corrieron buenos tiempos para la paz. Para algunos teóricos la violencia es intrínseca al ser humano y por ende, la propia civilización ha avanzado sobre estas lógicas de dominación y sometimiento por siglos. En el lado opuesto se afanan los que insisten en que, a diferencia del resto de los seres vivos, el ser humano cuenta con la razón, que es la que define en este caso las estrategias de supervivencia, y donde evidentemente la guerra sigue teniendo un papel central.

Ninguna contienda bélica tiene nada humano ni se le deben buscar razones poéticas o justificaciones históricas. Toda guerra es el efecto de un fracaso político anterior, pero no es menos cierto que todas las diplomacias se sostienen sobre el poder de fuego de sus propios Estados.

Hubo un tiempo en el que las guerras enfrentaban a dos potencias (o no tan potencias) por la disputa de algo. normalmente territorio con sus consiguientes riquezas; hubo también tiempos en los que las razones más mundanas del poder y los recursos se escondían bajo relatos épicos que hablaban normalmente de religión; también hubo tiempos en los que se jugaba en el terreno de la guerra eran modelos de sociedad confrontados y aparentemente, imposibilitados para la convivencia.

Hoy no sabemos muy bien ni a qué responden las algaradas. Rusia atacó Ucrania porque esta se acercó demasiado a la OTAN, pero eso nunca hará que se separe, sino tal vez al contrario; Israel arrasa Gaza, que no deja de ser un territorio bajo su control; en el corazón de África mercenarios de varias nacionalidades del este de Europa protegen intereses ajenos en contra de los propios africanos y en varias regiones de Asia se sigue sometiendo a la población bajo regímenes autoritarios.

Lo cierto es que ya es difícil generalizar sobre las razones de la guerra, pero lo cierto es que sin unas bases comunes que traten de acercar las condiciones materiales de la vida en aras de igualdad, la violencia como camino seguirá teniendo sentido de existencia. Mientras, Naciones Unidas se ha estido.


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