Vivir en la frontera sur

Las fronteras del sur de Bolivia presentan desafíos significativos y también oportunidades, pero requieren una atención multidimensional y coordinada

Las fronteras del sur de Bolivia, que limitan con Argentina y Paraguay, representan un espacio de complejidades y potencialidades para Tarija y el país en su conjunto. Por lo general tendemos a dirigirnos a la frontera como “problema”, cuando en realidad existen numerosas oportunidades fundamentales para el desarrollo económico, social y político de Bolivia.

Sí, obviamente la región fronteriza es un foco de actividad de contrabando, que afecta la economía formal y la recaudación fiscal. Productos agrícolas, combustibles y electrodomésticos son algunos de los bienes más traficados. Esta economía paralela perjudica a los productores locales que no pueden competir con los precios del mercado negro, pero es un fenómeno de doble dirección que prácticamente está amortizado.

Por otro lado, la presencia de grupos delictivos organizados es un desafío creciente. El tráfico de drogas y personas son actividades que han encontrado en nuestras fronteras del sur un paso relativamente fácil debido a la falta de vigilancia adecuada y de recursos para controlar estos flujos ilegales. Esto no solo afecta la seguridad local, sino también la imagen internacional de Bolivia.

A nivel mundial las zonas fronterizas de países en vías de desarrollo suelen ser áreas con altos índices de pobreza y desigualdad, y Tarija no es la excepción. La falta de infraestructura adecuada, servicios básicos y oportunidades de empleo contribuyen a la marginalización de estas comunidades, generando una dinámica de migración interna y externa que desestabiliza la cohesión social y familiar.

Sin embargo, la frontera es también oportunidad y la nuestra en particular tiene un enorme potencial para convertirse en corredores de integración y comercio con los países vecinos. La infraestructura adecuada, como carreteras y puentes, facilitaría el tránsito de mercancías y personas, potenciando el desarrollo económico regional. La cooperación con Argentina y Paraguay puede ser clave para el crecimiento de sectores estratégicos como la agricultura y la industria, aunque en estos momentos la relación no atraviese su mejor momento.

Por otro lado, la riqueza natural y cultural de las regiones fronterizas ofrece una oportunidad única para el desarrollo del turismo sostenible. Las áreas protegidas, la biodiversidad y las tradiciones culturales pueden atraer a visitantes de todo el mundo, siempre y cuando se desarrollen políticas de conservación y promoción adecuadas.

Tarija y sus alrededores cuentan con un gran potencial para el desarrollo de energías renovables, especialmente la solar y la eólica. La inversión en estos sectores no solo contribuiría a la autosuficiencia energética de Bolivia, sino que también podría generar empleo y reducir la dependencia de combustibles fósiles, mitigando así los efectos del cambio climático.

La mejora en la infraestructura educativa y sanitaria en las zonas fronterizas es esencial para el desarrollo humano. Inversiones en escuelas, centros de salud y capacitación técnica pueden transformar las comunidades, brindando nuevas oportunidades y mejorando la calidad de vida de los habitantes.

En conclusión, las fronteras del sur de Bolivia presentan desafíos significativos que requieren una atención multidimensional y coordinada. Sin embargo, también ofrecen oportunidades invaluables para el desarrollo sostenible y la integración regional. Es imperativo que las autoridades locales y nacionales, junto con la sociedad civil y los actores internacionales, trabajen en conjunto para transformar estos desafíos en oportunidades, asegurando así un futuro próspero para la región y el país.


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