Dengue todo el año

La OMS estima que el número de afectados por dengue se encuentra entre los 50 millones y los 100 millones de personas cada año

Esta semana se dedicó una de esos Días Internacionales de Naciones Unidas al Dengue, en concreto a la lucha contra el dengue, una de esas enfermedades que aunque parece simple, es compleja en todos sus mecanismos, sobre todo en la prevención y la transmisión: estamos hablando de zancudos.  A esto se suma que el trastorno climático que azota al planeta está expandiendo las zonas tropicales en América del Sur, África y Asia: en Tarija capital ya se registra dengue “nativo” y los expertos ya asumen que se trata de una enfermedad de todo el año y no tan estacional como en el pasado.

En Tarija hace una década apenas reportaba algún caso importado y desde 2019 ha detectado casos locales, convirtiéndose en zona endémica igual que Bermejo o el Chaco, y aunque los fríos tardíos de este agosto pueden ayudar, lo cierto es que estos meses son clave en el tratamiento contra las larvas.

El origen del término «dengue» no está del todo claro. Según una hipótesis viene de la frase en idioma suajili ka-dinga pepo, describiendo esa enfermedad como provocada por un fantasma. Aunque quizás la palabra suajili dinga posiblemente provenga del castellano «dengue» para fastidioso o cuidadoso, describiendo el sufrimiento de un paciente con el típico dolor de huesos del dengue.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el número de afectados por dengue se encuentra entre los 50 millones y los 100 millones de personas cada año, con un total de medio millón que necesitan atención hospitalaria por presentar una forma severa de la enfermedad, con una mortalidad del 2,5 %, aunque se da por hecho que la mayor parte de los casos no se reportan, precisamente porque se ha vuelto demasiado común en determinados lugares y el cuidado del enfermo se vuelve casi familiar. A pesar de ello, las autoridades sanitarias señalan que un buen tratamiento médico reduce la mortalidad hasta el 1 por mil.

Lo que no se acaba de entender del todo es que el vector principal del dengue es el mosquito Aedes aegypti. El virus se transmite a los seres humanos por la picadura de mosquitos hembra infectadas, pero que son las personas infectadas las portadoras y multiplicadoras principales del virus, y los mosquitos se infectan al picarlas. Tras la aparición de los primeros síntomas, las personas infectadas con el virus pueden transmitir la infección (durante 4 o 5 días; 12 días como máximo) a los mosquitos Aedes y continuar así el ciclo.

Lo que sí todo el mundo sabe es que el Aedes aegypti es una especie principalmente diurna, con mayor actividad a media mañana y poco antes de oscurecer. Vive y deposita sus huevos en el agua, donde se desarrollan sus larvas; a menudo en los alrededores o en el interior de las casas, tanto en recipientes expresamente utilizados para el almacenamiento de agua para las necesidades domésticas como en jarrones, tarros, neumáticos viejos y otros objetos que puedan retener agua estancada. Se han hecho infinidad de campañas y es posible que algo se haya frenado la práctica… pero sigue siendo la mayor amenaza.

El riesgo se multiplica cuando una persona se re infecta de dengue, tal vez con otra cepa, aunque la comunidad científica todavía investiga sobre esto y su consecuencia más mortífera: el dengue hemorrágico.

 Urge que tomemos medidas oportunas para evitar llegar a esos puntos. En esta batalla, la prevención es lo más importante.


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