Censo: demasiados pocos
Ser menos y envejecer rápido obliga a tomar decisiones y planificar el futuro del país para salvaguardar su sostenibilidad
Nadie esperaba una cifra de población tan baja en Bolivia, pero son los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cuyo trabajo ha venido avalado por la sociedad civil y los socios internacionales que acompañaron el proceso: 11 años después del último censo Bolivia ha pasado de tener 10.059.856 a 11.312.620 habitantes que supone aproximadamente un crecimiento del 12 por ciento, es decir, poco más del 1,3% anual.
En el pasado ya se había advertido que las estimaciones del INE eran demasiado generosas y muy alejadas de la coyuntura real: si 2012 era un año de expansión económica y optimismo, 2023 ha sido todo lo contrario: el precio del crudo cayó en 2015 y desde entonces Bolivia entró en problemas de sostenibilidad agravados en los últimos tres años, justo después de pasar una pandemia atroz.
Todo el país estaba preparado para recibir “mal” los datos y empezar protestas, pero el pírrico crecimiento invita a dejar de lado la reivindicación y asumir una posición reflexiva sobre los problemas de sostenibilidad inminentes que puede provocar la ecuación resultante.
Faltan muchos datos por corroborar y conocer, pero los expertos señalan tres causas fundamentales: pandemia, migración y baja natalidad.
Los datos de víctimas de la pandemia siempre fueron mal sistematizados, pues el exceso de registros oficiales de aquellos años invita a pensar que se triplicaron los fallecidos indicados desde los ministerios - tanto el de Áñez como el de Arce -, que además hacían estadísticas respecto a la población estimada por el INE, que ahora se sabe, eran demasiado optimistas. El desarrollo de los datos completos permitirá seguramente verificar esta información.
Por otro lado, es necesario conocer el estimado de datos de migración. Varias ONG y los datos oficiales en España, por ejemplo, indican que la comunidad migrante boliviana se ha reducido, algo en lo que tiene que ver el escaso margen de ahorro que se logra pese a la dureza de la migración. Otra cosa es la migración interna, donde queda patente que las regiones periféricas apenas crecen al 5% mientras que en el eje suman por encima de 10%.
El dato más revelador es precisamente el que hace a los nacimientos: la tasa de natalidad ha bajado del 30% de principios de siglo al 21% actual, y de los cuatro hijos por mujer a los 2,6 actuales. Y sigue bajando, pues afortunadamente se ha trabajado bien en la prevención de embarazos adolescentes.
Ser pocos tienen sus pros y sus contras, sobre todo si se debe a que está migrando la gente mejor preparada técnica y académicamente. Ser menos y envejecer rápido obliga a tomar decisiones y planificar el futuro del país con tino. Ser menos, concentrar la gente en el eje y dejar las fronteras a la intemperie tiene también otras implicaciones.
No parece que sea el mejor momento para pelear por un diputado de más o de menos, y ni siquiera para pelear por los recursos que se distribuyen ligados a la población y que deberían tener en cuenta otros criterios. Es tiempo de pensar en un país sostenible en el largo plazo.
DESTACADO.- Otra cosa es la migración interna, donde queda patente que las regiones periféricas apenas crecen al 5% mientras que en el eje suman por encima de 10%.