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¿Qué fue de no usar los puertos chilenos?

Los proyectos “diseñados” como alternativa tras la sentencia marítima apenas han avanzado, y las alternativas comerciales se han desarrollado poco

La dependencia de Bolivia en los puertos chilenos para el comercio internacional, exacerbada por los conflictos en Perú, que en realidad nunca fue alternativa, supone una de las mayores vulnerabilidades en nuestra estrategia comercial que hace mucho tiempo se determinó que había que abordar “con urgencia”, pero nunca se ha hecho. Desde la Guerra del Pacífico, Bolivia ha enfrentado limitaciones significativas al no tener acceso soberano al mar. Sin embargo, en un mundo globalizado y con múltiples vías de transporte disponibles, es crucial que exploremos y desarrollemos alternativas que fortalezcan nuestra posición comercial y aseguren la continuidad de nuestras exportaciones e importaciones. Discúlpennos por ser positivos.

Una de las medidas más urgentes y viables es la diversificación de nuestras rutas de transporte. Actualmente, el puerto de Ilo en Perú ofrece una alternativa prometedora. A pesar de los conflictos, el desarrollo de infraestructura y acuerdos comerciales con Perú podría facilitar el uso de este puerto, reduciendo nuestra dependencia de Chile. Fortalecer la infraestructura vial y ferroviaria que conecte Bolivia con Ilo permitirá una mayor flexibilidad logística.

Bolivia debe intensificar sus esfuerzos en la integración regional a través de acuerdos bilaterales y multilaterales que permitan un acceso más amplio a puertos internacionales. Por ejemplo, los acuerdos con Brasil pueden abrir las puertas al uso de puertos en el Atlántico, como el puerto de Santos. Además, consolidar el corredor bioceánico, un proyecto que conecta puertos del Atlántico y del Pacífico, pasando por Bolivia, sería una solución estratégica a largo plazo que mejoraría significativamente nuestra conectividad internacional y del que se lleva hablando décadas… sin avances.

Es importante que se mejore la infraestructura interna para cualquier estrategia de diversificación. La inversión en carreteras, ferrocarriles y tecnología de transporte moderno debe ser prioritaria. Un sistema de transporte interno robusto no solo facilitará el acceso a diferentes rutas y puertos, sino que también mejorará la competitividad de nuestros productos en el mercado internacional.

Hay alternativas por el otro lado, como la Hidrovía Paraguay-Paraná que con el suficiente desarrollo podría ser viable para el comercio boliviano hacia Europa y no tanto hacia Asia. Este sistema fluvial, que permite la navegación desde Puerto Quijarro hasta el océano Atlántico, puede ser una ruta estratégica para nuestras exportaciones. Mejorar la infraestructura portuaria y la logística en esta hidrovía incrementará nuestras opciones y reducirá la dependencia en rutas terrestres.

Es importante promover el comercio multimodal, que combina diferentes tipos de transporte como carretera, ferrocarril y vías fluviales y en esto, es necesario el aporte de la empresa privada. Este enfoque no solo diversifica las rutas, sino que también optimiza costos y tiempos de tránsito. Para ello, se requiere una coordinación eficiente entre diferentes operadores logísticos y el apoyo gubernamental en la simplificación de trámites y permisos.

La dependencia exclusiva en los puertos chilenos ha demostrado ser una estrategia arriesgada para el comercio internacional de Bolivia. Al diversificar nuestras rutas de transporte, fortalecer la infraestructura interna, desarrollar la hidrovía Paraguay-Paraná y promover el comercio multimodal, no solo mejoraremos nuestra resiliencia frente a conflictos regionales, sino que también posicionaremos a Bolivia como un actor competitivo en el mercado global. Es tiempo de tomar acciones decididas y estratégicas para asegurar un futuro próspero y sostenible para nuestro comercio internacional.


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