Crisis, debilidad política y cuentos electorales

El gobierno aún no logra contener la fuga de divisas mientras crece el temor a una generalización del malestar social de consecuencias impredecibles

La situación económica del país está particularmente delicada, algo a lo que no ayuda en absolutamente nada que todos los actores involucrados en esto se dediquen a negarse y a atacarse, por supuesto arrojando culpas de unos a otros. La economía es esencialmente política, pero convertirla en el centro de la batalla partidaria puede tener consecuencias impredecibles: nadie sobrevivirá a una corrida bancaria, nadie puede asegurar que así caerá el gobierno, nadie debería pensar que eso les llevaría al Palacio Quemado o a la Casa Grande del Pueblo.

Quizá alguien ha empezado a ver las orejas del lobo más cerca y algunas posiciones empiezan a cambiar. No todas. El presidente Arce ya ha hecho tímidos comentarios reconociendo el problema del dólar, aun cuando insiste en que el mismo está sobredimensionado y que hay un factor de especulación que evidentemente no ayuda. Al mismo tiempo, la Confederación de Empresarios Privados reconocen el valor de las soluciones tecnocráticas pactadas en febrero, pero advierten que la persistencia del problema y del ruido puede hacer estallar el país si se traslada al humor social.

Los dólares generados con la economía subsidiada deben volver al país, hasta Milei lo obliga en la Argentina

El ministro Marcelo Montenegro insiste en lo macro y niega la mayor mientras gasta su tiempo en explicar cómo se ha llegado a esta situación sin aportar soluciones concretas, fuertes y definitivas.

Ya todo el mundo sabe (o debería saber) que el problema del dólar es global y que se generó a partir del estallido de la guerra de Ucrania coincidiendo con la salida de la pandemia, que se tradujo en inflación primero y receta ortodoxa para acabar con ella: subir las tasas de interés del 0% al 5,5%, y ahí siguen. Cuando esto pasa, sufren los países más pobres porque los dólares buscan refugio en valores “seguros”

Ya todo el mundo sabe también que se fracasó en la política del gas porque los “socios y no patrones” palmetearon mucho la espalda, pero no invirtieron en buscar reservas y el gobierno se gastó la renta en sus políticas electorales y no en fortalecer a YPFB para que abordara la tarea o en acelerar la inversión en el litio…

Hay medidas que han causado cierto desahogo, como las compras en yuanes y ahora en reales en dos países que son nuestros principales proveedores, pero no han resuelto el problema por la falta de medidas de mayor calado que probablemente no se toman por falta de legitimidad o de valentía: quien quiera participar de los recursos del litio deben comprometerse a largo plazo con la estabilidad económica del país, y por supuesto, los sectores exportadores que logran su ganancia gracias a la economía subsidiada – agropecuario y minero cooperativista - o a los sectores de intermediación financiera que mantienen dólares de los ahorros de los bolivianos en el exterior se les debe obligar a su repatriación. Milei lo hace y resulta inconcebible que sus correligionarios en Bolivia sigan advirtiendo de la llegada del apocalipsis mientras protegen intereses no nacionales.

La debilidad del gobierno no contribuye hoy por hoy al desbloqueo de una situación económica que no mejorará con medidas superficiales ni consignas ideológicas copiadas de YouTube.  Es urgente poner los intereses del país por delante y en eso, las ansiedades electorales no ayudan. Toca resolver.


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