Espacio publicitarioEspacio publicitarioEspacio publicitario

Europa y el fin de la utopía

En las elecciones de junio se dirime el futuro de la Unión Europea y el auge de la extrema derecha, con un discurso contradictorio, parece atisbar un final precipitado

Las elecciones del mes de junio a la Unión Europea están despertando un inusitado interés para lo que era costumbre. Los analistas de aquellos foros se intentan convencer de que es porque las instituciones europeas han ganado mucho peso y poder en este siglo XXI en el que los países han ido cediendo soberanía al conglomerado común y por ende, hay mayor interés en saber quién acabará administrando los fondos que son clave en los presupuestos nacionales Pero en realidad, son conscientes de que nunca había tenido tanto riesgo de desaparecer.

El auge de las extremas derechas y los ultranacionalismos en la mayoría de los países que conforman la Unión Europea ha pillado a contrapié a la burocracia de Bruselas, que desde luego no esperaba llegar a este punto con una revuelta de estas características, pues además las principales reclamaciones comunes de esas formaciones políticas son fuertemente contradictorias con el modelo de Estado del bienestar que dicen proteger.

Por ejemplo, cuestionan la migración ilimitada hacia sus fronteras y diferentes políticas basadas en derechos humanos para entregar asilos mientras son conscientes de que sus privilegios sociales se sostienen sobre migrantes que asumen trabajos que los locales no quieren hacer; o cuestionan la agenda 2030 contra el Cambio Climático cuando Europa es la gran responsable de la catástrofe y la principal beneficiaria de las políticas verdes en un continente minúsculo y superpoblado que apenas podría alimentar a todos y desde luego, no competir en precios con nadie más.

Europa hace tiempo que no tiene peso en los grandes asuntos internacionales donde apenas ejerce como acompañante culturizado de lo que diga Estados Unidos, pero el colapso de su modelo del bienestar, diseñado precisamente como un híbrido para competir en servicios públicos con la propuesta socialcomunista pero dentro de las lógicas del mercado capitalista, pondrá fin a otra utopía y tendrá repercusiones mundiales dejando a docenas de civilizaciones que aspiraban a un mundo mejor a debatirse entre el darwinismo social y la autocracia totalitaria.

Es curioso porque Europa fue con diferencia el continente que salió mejor parado de la pandemia, precisamente gracias a su superestructura de poder, que le permitió forzar las reglas, confinar al mundo entero, comprar el triple de las vacunas que necesitaba a golpe de talonario, dejar trabajadores en casa sin que so afectara a su poder adquisitivo gracias a las enormes ayudas e incurrir en todo tipo de gasto para después emitirlo en bonos de muy bajo interés porque resulta que Europa, endeudada hasta las cejas y sin nada más que vender, si puede hacerlo.

Siempre pudo quedar alguien atrás, pero ni se imaginan cómo se vivió todo aquello en el resto del mundo, cómo se está viviendo hoy la absurda escalada bélica que ha disparado precios y alarmas y cómo se padecen los efectos climáticos allí donde no hay escapatoria.

Tal vez la utopía duró demasiado, tal vez el gran capital depredador decidió que aquello ya era suficiente, lo cierto es que se avecina un cambio de hegemonías que implica la asunción de nuevos paradigmas de convivencia post – globalización. La violencia se impone en todas las parcelas. La solidaridad organizada cotiza a la baja. ¿Sálvese quien pueda?


Más del autor
Habito esta hoja
Habito esta hoja
Cumbre del Agua
Cumbre del Agua