Los jueces y la democracia

Por primera vez, ante la fractura del MAS en la Asamblea Plurinacional, las elecciones judiciales podían asegurar una pluralidad suficiente y necesaria en los órganos de Justicia

Encontrar los recursos de poder suficientes para garantizar la realización de la elección judicial es sin duda un asunto complejo, pero necesario, pues la entente Gobierno – Tribunales amenaza con convertir este país en una dictadura judicial, si es que no lo somos ya.

Las hostilidades se han desatado en los últimos días con decisiones claramente parcializadas en favor del gobierno, o más concretamente de los intereses electorales del gobierno. La orden del TCP al TSE para validar el Congreso del MAS arcista es el último peldaño en una escalera de tensión que empezó a subirse hace semanas y que tiene un acto clave como parteaguas: el día que David Choquehuanca impuso la vacación al ente legislativo para evitar que sesionara y aprobara el cese inmediato de los vocales de los máximos tribunales de Justicia.

Bolivia es un país plural y diverso que debe encontrar en la democracia el camino para la resolución de sus conflictos

Unos días antes, el Supremo y el Constitucional, en una sincronización perfecta de yo consulto y vos dictaminas, usurparon funciones legislativas y determinaron ampliar su mandato para impedir un vacío de poder en los Tribunales, pues el 2 de enero de 2024 expiraba el mandato constitucional de los jueces sin que se hubiera llevado adelante la elección ni se hubiera consensuado alguna otra alternativa, pues ellos mismos las habían venido boicoteando con infinidad de recursos y amparos admitidos que dinamitaron el calendario.

Solo unos días antes de esa fecha, el TCP emitió una jugosa sentencia sobre la libertad de expresión de los candidatos a las elecciones judiciales, pero que como quien comenta el estado del clima al subir al micro reflexionaba sobre las posibilidades de Evo Morales de volver a ser candidato, lo que consideraban inviable mientras exponían sus criterios jurídicos. En sí se trataba de un señuelo al que después el Tribunal Electoral tendría que hacer referencia a la hora de habilitar candidatos con el fin de despejar el camino para la postulación en el MAS, pero como antes se debía aplicar una Primaria y Evo Morales no tenía ni la más mínima intención de renunciar a su aspiración, se optó por asegurar la maniobra prorrogando a esos jueces, que por cierto son los mismos que bendijeron la candidatura de Evo Morales en 2019 por encima de la Constitución y el resultado del referéndum, y los que avalaron la presidencia de Jeanine Áñez con un comunicado ambiguo que le sirvió después para negarse a sí mismos.

Lo cierto es que por primera vez y ante la fractura del MAS en la Asamblea Plurinacional, las elecciones judiciales podían asegurar una pluralidad suficiente y necesaria en los órganos de Justicia, lo que es sin duda una prioridad incluso mayor que la celebración de las elecciones de 2025, pues en la huida hacia delante actual y tomando en cuenta los antecedentes recientes, las mismas están en el mismo riesgo que las judiciales.

Cabe por lo tanto hacer un llamado urgente a la conciencia y a la cordura. Bolivia es un país plural y diverso que debe encontrar en la democracia el camino para la resolución de sus conflictos y no, desde luego la disputa de dos políticos por representar a la misma sigla en unas elecciones no puede ser ni remotamente una causa suficiente como para doblegar la justicia en el país.

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