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Tarija y los cantos de sirena del gas

Tras dos décadas en las que nunca nos creímos demasiado los proyectos del gas, Tarija vuelve a estar frente a su potencialidad primaria, pero necesita organizarse

Culminado el mes aniversario, la sensación general entre los tarijeños es la misma que más o menos la última década y que mezcla una posibilidad factible de haber perdido un tren importante con la certeza de no haber sucumbido a los cantos de sirena. Dos sensaciones tradicionalmente antagónicas pero que convergen en algo así como la dignidad: el gas salió y todo el mundo nos envidió, no tanto a nosotros como a los muchos proyectos que se enumeraban que cabrían con toda aquella bonanza, y con la misma facilidad desapareció, y aquí nos quedamos.

Quizá alguna vez alguien sí esbozó algo así como un plan de desarrollo alrededor del gas. en Tarija. Se trataba de convertir el Chaco en un polo industrial y el valle central de Tarija en el lugar desde donde se brindarían los servicios atingentes a dicha actividad. Es decir, mientras en el Chaco se separaba el gas y se extraerían sus licuables para convertirlos en pellets de diversa consistencia en una planta de titularidad pública que abasteciera una floreciente industria del plástico “verde” de matriz privada, en Tarija se brindarían los servicios subsidiarios de educación y formación, salud, y otros asuntos logísticos y financieros.

El plan de confiscar IDH para dar incentivos y explorar en reservas también fracasó

Había muchos puntos por pulir, pero el asunto parecía razonable y las primeras piezas se habían movido adecuadamente con la instalación de la Separadora – que acabó costando casi el doble de lo previsto – y la termoeléctrica que abastecería el SIN y también a esa industria… pero algo falló y la petroquímica nunca avanzó.

Lo que falló está claramente identificado: En 2014, justo cuando se entrega la Separadora, el gobierno empieza a reconocer internamente que han errado en sus previsiones y estrategias y que el esquema de relación con las petroleras “socios no patrones” no ha funcionado porque estas no han invertido en exploración, mientras que la plata obtenida tampoco se ha invertido en fortalecer las capacidades de YPFB para actuar por su propia cuenta. Ante ese desastre inminente, el ministro de Hidrocarburos de ese entonces, Luis Alberto Sánchez, recibe la instrucción de priorizar la búsqueda de reservas y aparcar todo lo que tenga que ver con la industrialización, pero su plan – confiscar recursos del IDH para pagar incentivos a las petroleras por explorar más rápido y autorizar el ingreso en las reservas naturales como Tariquía – también acaba fracasando.

Pudo haber sido bonito, pero tal vez afortunadamente, nadie lo creyó demasiado y apenas avanzaron algunos cursos universitarios especializados en la materia, pero no una inversión fuerte en ningún Parque Industrial, por ejemplo, o en alguna fábrica adyacente que se llegó a plantear durante la Gobernación de Lino Condori.

Siempre quedará la duda de si se pudo hacer de otra manera, pero al menos, no nos podemos sentir responsables: quienes erraron en sus estrategias y planes fueron los ministros, que nunca comunicaron certezas. Lo cierto es que en este caso la prudencia nos colocó de nuevo ante nuestras rutinas, nuestros rituales y también una larga serie de promesas y planes que nunca avanzan. Tarija vuelve a ser hoy buen paladar y buena gente; música, vino y descanso, pero eso no quiere decir que no hagan falta planes.

Aprendamos de los errores.


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