Semana Santa, tiempo de ser mejores

El arraigo de los ritos de la Semana Santa tiene que ver con la vigencia de un mensaje que invita a creer y llevar la palabra hasta el final

La Semana Santa en Bolivia es un evento profundamente arraigado en la tradición religiosa del país, con raíces que se remontan al siglo XVI, cuando las tradiciones católicas fueron establecidas fundamentalmente en el territorio altiplánico y después extendidas hacia los valles y el Chaco, principalmente por los jesuitas. Y aunque el país se declara aconfesional en términos constitucionales y se ha promocionado la recuperación de las tradiciones ancestrales, lo cierto es que una mayoría de bolivianos conmemoran esta semana la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo a través de una serie de rituales y celebraciones religiosas.

En ciudades como La Paz, Cochabamba y Sucre, las procesiones son el centro de la celebración, donde miles de fieles se congregan para acompañar las imágenes religiosas en impresionantes desfiles por las calles. Estas procesiones están marcadas por una atmósfera de fervor y devoción, con música, cantos y oraciones que llenan el aire y que son sustancialmente distintas a otras expresiones folklóricas, aunque en Tarija, por ejemplo, la Pascua Florida sea parte central en el calendario de festejos.

Para muchos bolivianos, la Semana Santa es un momento de profunda reflexión espiritual y renovación de la fe. Las iglesias están abarrotadas durante esta semana, con fieles que participan en ceremonias religiosas, confesiones y actos de penitencia para conmemorar el sacrificio de Jesucristo, y en los últimos años, en los que se ha recuperado por una parte de la política ese arraigo católico en los planteamientos y sobre todo, copiado las formas para difundir la prédica, debería ser también un momento para promover la reconciliación y fijar nuevos puntos de partida.

Bolivia no atraviesa el mejor de sus momentos aun cuando se empieza a desmontar, al menos en términos comunicacionales, las urgencias de la crisis económica. La polarización se ha instalado definitivamente en el escenario político donde los esfuerzos por encontrar espacios de diálogo son cada vez más mínimos, y las batallas políticas se empiezan a plantear en términos de aniquilación, por la razón o por la fuerza, y no precisamente por el diálogo o el consenso, por lo que flaco favor le hace al país.

La Semana Santa narra una historia de sacrificio y entrega desde los principios y los valores para después traer la buena noticia de la resurrección, más allá de la Fe que cada cual profese, es sin duda una historia extraordinaria que motiva y engancha que no en vano, lleva siglos reiterándose y enganchando a las nuevas generaciones y donde el bien acaba venciendo por sobre el mal.

Valga por ello sumarnos a la reflexión de estas fechas señaladas. El país necesita más compromiso de largo plazo, más gente dispuesta a llevar su palabra hasta el final y más ilusión por un futuro mejor que debe llegar con el trabajo y el esfuerzo. Es tiempo de ser mejores.


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