Celinda Sosa y el servicio exterior

Bolivia tiene múltiples desafíos abiertos en el plano internacional que no deberían ser embarrados con nombramientos erráticos y políticos

La toma de posesión de Celinda Sosa como nueva ministra de Asuntos Exteriores y Canciller del Estado boliviano el pasado mes de noviembre fue recibida con cierta expectación. Suponía un cambio no solo formal en el servicio, sino que se percibía que podía apuntalar un cambio en la orientación de la representación internacional, ciertamente venido a menos en los últimos años, a pesar de los múltiples desafíos que se atisban en el escenario multipolar que se viene configurando y las posibilidades de Bolivia de ejercer una interlocución sólida con algunos de los países más involucrados en este nuevo juego de poder.

Celinda Sosa, experta en el manejo de la agenda de acción social y de empoderamiento de las mujeres, fue sobre todo un nombramiento también muy político, por lo que representa dentro del escenario del MAS y su definitiva decantación por el bando estatista.

El diálogo con Argentina y Chile es clave en asuntos de mar, de litio y de desarrollo

No faltan los retos ni cerca ni lejos: Estados Unidos, Rusia y China, pero sobre todo Rusia, juega a escenificar un ambiente de pre guerra mundial donde las tensiones en oriente próximo solo añaden gasolina al conflicto, y Bolivia mantiene buenas relaciones pragmáticas con dos de los tres mientras se legitima para sumarse a los Estados que vayan a reconocer al Estado Palestino, por ejemplo, aunque nadie en este caso espera que Bolivia se convierta en un país de referencia para la gestión de la crisis.

Sí se esperan más resultados en el polo regional, tanto en los temas multipolares: Haití necesita una respuesta conjunta de los organismos propios como la Celac -, pero también en asuntos bilaterales que requieren de la diplomacia, como por ejemplo el trato con el nuevo gobierno argentino, que tiene una orientación de mercado muy clara que con seguridad afectará a la población boliviana migrante, pero también a la evolución de los mercados del gas y del litio y las opciones de incidir en el comercio mundial desde la región más rica en ese mineral; también en las posibilidades de explorar un nuevo diálogo sobre Chile respecto al mar y las posibilidades de desarrollo de la región transfronteriza, aprovechando precisamente la cierta afinidad ideológica que se supone existe con el gobierno de Gabriel Boric; también en la necesidad de recomponer relaciones con el gobierno de Perú de Dina Boluarte, enrarecidas por el choque de aquella con Evo Morales, y en general con todos los vecinos, pues incluso con Brasil hace falta retomar algunos diálogos interrumpidos en los últimos años por los bruscos cambios de gobierno en ambos lados.

En sí se esperaba que dignificara el servicio, algo que hizo convocando una muy interesante Maestría en Asuntos Internacionales de la mano de la Juan Misael Saracho, pero que de alguna manera ha embarrado nombrando en el servicio exterior de Rosario a “viejos conocidos” de la Gobernación de Tarija como el exgobernador Lino Condori y otro en claros nombramientos por asuntos políticos, alejados de los compromisos sobre la profesionalización del sector.

La decisión de retrotraer el nombramiento es acertada y ojalá todo quede en un borrón, pues en un tiempo en el que las agendas se conectan y la gestión se globaliza, es importante que la Cancillería ejerza un liderazgo con acciones concretas y cumpla sus propios compromisos adquiridos para ser creíble. Bolivia necesita un servicio exterior mejor.


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