El poder del 5%

Urgen iniciativas que pongan en valor otros criterios en el reparto de recursos que no se basen en el poblacional sino en la cohesión nacional

El último Censo de Población y Vivienda colocó a Tarija por encima del departamento de Oruro en cuanto a población residente, aunque en la corrección posterior nunca bien explicada volvimos a colocarnos detrás. La posición no era lo más importante. Tarija se consolidaba con el 5% de la población nacional, una cifra que ya estaba arrojando el padrón electoral y una cifra que nos daba una medida dentro de la esfera política.

El próximo Censo nos debe resolver algunas dudas. Desde 2012 hasta 2024 Tarija ha vivido los años de mayores ingresos, hasta 2015, y a partir de ahí se han encadenado años de recesión permanente y sobre todo, un relato exasperante sobre una crisis acuciante que sin duda no ha animado a muchos emprendedores a apostar por esta tierra. Así, comprobar no solo si seguimos siendo el 5 por ciento de la población, sino cómo está evolucionando nuestra población joven, va a ser una de las claves.

Por otro lado y más allá de la crisis motivada por el recorte de regalías, Tarija ha seguido siendo el departamento que más recursos de este tipo seguía acumulando, que además, por lo general no se van a obras faraónicas de las de antes sino que se invierten en programas para mejorar la vida de la gente, o eso se supone, por lo que los datos también deberían arrojar mejores índices de calidad de vida que en el resto del país.

Al mismo tiempo y por eso mismo, Tarija ha distribuido muchos recursos adicionales entre sus municipios y regiones autónomas, lo que de alguna manera debería haber servido para fijar población al territorio, una cuestión que va más allá de las necesidades económicas y linda con las cuestiones de la soberanía nacional, sobre todo en un departamento que es frontera y que ya perdió ingentes cantidades de tierra en el siglo pasado.

Estos datos servirán para analizar la gestión departamental, pero es evidente que los resultados se leerán en algún momento en conjunto, y es bueno alistar ya los argumentos que expliquen las necesidades y al mismo tiempo, trenzar una estrategia con el resto de departamentos periféricos para salvaguardar la cohesión estatal, que va más allá del reparto lineal de recursos por habitante.

La autonomía no ha despegado en el país, de hecho, la otra media luna ni siquiera ha aprobado su Estatuto, y por ende, nos encontramos en un modelo a medio desarrollar donde los recursos siguen siendo administrados desde la lejanía mientras las autoridades locales se dedican a cortejar a quienes pueden intermediar algo de plata para hacer algo. En esas, a más distancia y menor población, menor probabilidad de ser tomado en cuenta.

Urgen iniciativas que pongan en valor otros criterios en el reparto que no se basen en el poblacional, sino que tengan en cuenta el desarrollo, la dispersión, el envejecimiento o la vulnerabilidad. Tarija es un territorio exprimido que nunca pidió demasiado. Apenas ser tratados con respeto como a los demás y aún así.

El 5% puede ser poco, pero la dignidad y la cohesión nacional está por encima de cualquier cifra.


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