Tarija, referencia de cine

Hace seis años duerme en el cajón un proyecto ilusionante que concitó la colaboración interinstitucional y que no requería de gran inversión…

Con la resaca de los premios Oscar culminando la temporada de reconocimientos y festivales cinematográficos a lo largo de todo el mundo occidental, los profesionales del sector en Tarija han vuelto a recordar un proyecto que se diseñó con mucho cariño e ilusión, además de una poco habitual unanimidad institucional, y que sin embargo se ha quedado trancado en algún cajón de alguna de esas mismas instituciones.

Se trataba de un proyecto multidimensional que podríamos llamar “Tarija de Cine” y que fue promovido por actores y directores con sagrados del departamento como Sergio Bastani, Gato Pino, Rodrigo Ayala, Gustavo Castellanos o Alejandro Quiroga y acogido con expectativa por los diferentes estamentos. La Asamblea hizo una Ley, la Gobernación y la Alcaldía se comprometieron a dar el apoyo necesario y el Ministerio de Planificación, que por entonces dirigía Mariana Prado y se había hecho cargo de la parte de la Cultura más referida a la industria creativa, puso también ideas sobre la mesa.

El sector privado, sobre todo el turístico, acogió el proyecto con mucha expectativa. La piedra angular era crear un Festival de proyección internacional que fuera la fiesta del cine nacional y atrajera lo más relevante del continente y quién sabe hasta donde podía llegar. El lugar, Tarija, contaba con las características análogas a las ciudades que albergan Festivales similares, como Cannes, Venecia o San Sebastián o Cartagena y Guadalajara a este lado del mundo.

Tarija de por sí es un escenario natural de muchos quilates para aquello de contar historias. En pocos kilómetros se pueden encontrar ubicaciones variadas y cargadas de historia y fuerza simbólica, el Chaco, el altiplano, el valle… territorio que ya ha dado muchas posibilidades creativas y que sigue siendo referencia.

El proyecto en grande contemplaba ideas para traer los mejores dispositivos técnicos con los que ayudar a la creación profesional, una suerte de estudios de alto nivel a disposición de los creadores bolivianos en todas las disciplinas del arte cinematográfico y promover escuelas de arte e interpretación de alto nivel aprovechando también las cualidades naturales de la región.

Se trataba de un proyecto ambicioso, pero relativamente barato. Una colaboración público – privada con múltiples posibilidades de desarrollo y de gran visibilidad para Tarija, que probablemente dejaría muchos más réditos que esa campaña turística plana que se mantiene desde hace décadas.

Se trataba, en definitiva, de darle un horizonte común y un punto de encuentro que favoreciera la unidad y la concordia, una posibilidad de sumar fuerzas, de encontrar sentidos y de darle un poco de ilusión y amor propio a autoestima a los tarijeños, que llevan años y años soportando el mantra del “no hay plata”…

Ojalá no sea demasiado tarde y alguien pueda poner el liderazgo necesario para que el proyecto se empiece a hacer realidad. Se puede.


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