Prepararse para el post - censo

El censo pondrá a las regiones frente a los desafíos que llevan años eludiéndolos y al país ante un potencial fracaso si no toma medidas urgentes

Parecía que no llegaría nunca, pero la semana que viene se realizará el consiguiente Censo de Población y Vivienda de Bolivia, probablemente el último de esta forma tradicional con voluntarios, boletas y día de encierro, ya que normalmente se pasará a un padrón dinámico y estadístico como en la mayoría de los países occidentales, en los que la información es peor, pero actualizada.

El camino hasta aquí ha sido largo y duro. De entrada, llega dos años tarde, pues el anterior se hizo en 2012 cuando ya había acumulado un año de retraso respecto al de 2001. Es verdad que el gobierno de Jeanine Áñez no se preocupó demasiado de esto, y que después, el de Arce, ha ido siempre a la contra con la presión estratégica accionada desde Santa Cruz, el departamento más interesado en demostrar que ha crecido y que, por ende, necesita más recursos de la coparticipación.

El Censo es el elemento clave para la planificación demográfica y social del país. Implica conocernos más y mejor y tener la verdad plasmada en gráficos, tablas y números reales, no estadísticas, de forma que se puedan definir los proyectos e inversiones en base a las necesidades reales. Otra cosa distinta es si en realidad este esfuerzo se utiliza para lo que se debe o no.

Esta será la primera vez en la historia de Bolivia en la que un mismo gobierno con continuo de ideas y planteamientos se enfrente a dos censos, pues, aunque en la coyuntura arcistas y evistas se arrojen sus miserias a la cara, parten del mismo punto, algo que no es equiparable con los diferentes periodos de Bánzer o del MNR.

Esta particularidad lo hace interesante a la par que peligroso. Vamos a poder evaluar certeramente cuan útil han sido programas específicos como el de Vivienda Social o los de escolarización, pero precisamente por eso, existe un mayor riesgo de que los datos sean maquillados con el fin de mostrar las supuestas virtudes (o fracasos) del modelo económico patrocinado tanto por Luis Arce como por Evo Morales.

Ante estos riesgos, es necesario que los censistas estén muy bien capacitados y que realmente se haga un esfuerzo por socializar y explicar la necesidad de que los datos entregados sean reales, y también de que se acallen todos esos ruidos conspirativos que a menudo acompañan estas convocatorias.

Los expertos hablan de muchos desafíos que revelara el nuevo censo más allá de la nueva distribución demográfica y del poder legislativo que ostente cada región. Es evidente que el censo mostrará el enorme desequilibrio que hay entre el eje y la periferia; el envejecimiento general que está sufriendo la población y para lo que no nos estamos preparando y también sobre el abandono rural, que abre las puertas a las pérdidas de soberanía.

Podemos esperar a los datos, pero es evidente que hay que estar preparados. El censo pondrá a las regiones frente a los desafíos que llevan años eludiéndolos y al país ante un potencial fracaso si no toma medidas urgentes en términos sociales y poblacionales. Es necesario empezar a pensar en el plan B desde ya.


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