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Diputados probos

El poder legislativo es el primero en la democracia liberal, es el que reúne la voluntad popular y no debería poder comprarse alegremente

La semana pasada asistimos a uno de esos esperpénticos espectáculos que se viene acostumbrando a dar la Asamblea Legislativa Plurinacional, incapaz de acomodarse a su nueva realidad aritmética después de diez años de mayorías absolutísimas y desprecio democrático.

El objeto de la discusión era precisamente el resultado de un acuerdo político, probablemente absurdo y antidemocrático, pero acuerdo al fin: unos debían aprobar las leyes con los convenios de créditos internacionales y los otros, las leyes que cesan a los Magistrados autoprorrogados, pero todos querían aprobar lo suyo primero porque nadie confiaba en que la otra parte cumpliera su parte aun cuando todos los focos estaban puestos en eso.

No tiene mucho sentido que la oposición bloquee unos créditos internacionales a tasas preferenciales para ejecutar proyectos en el país que además permiten el acopio de divisas, pero al parecer todo tiene su precio. Tampoco tiene asideros que el oficialismo exponga su evidente control de los Magistrados utilizándolos como arma negociadora, peor si es trampa, pero al parecer ya nada penaliza en este espacio político que es la Asamblea.

El espectáculo incluyó golpes, empujones y una interminable cadena de videos y transmisiones en redes sociales exponiendo el bajo nivel y capacidad política de nuestros legisladores, y todo acabó, además, como se preveía. 29 curules quedaron vacíos y 11 diputados de Comunidad Ciudadana – 11 de 39 – votaron con la bancada arcista. Los 11 fueron expuestos por su propia fuerza política después de una truculenta votación que incluyó el sufragio secreto, algo que debería estar constitucionalmente prohibido, pues los asambleístas son representantes de sus votantes y deben rendir cuentas.

El evento, en esta nueva concepción de la política que se viene instalando bajo el culto demencial al liderazgo fuerte, deja tocado a Carlos Mesa, cuya estrategia parece haber patinado, pero le hace también flaco favor al equipo gubernamental, al que parece se le hace bola encontrar soluciones a problemas aparentemente sencillos, como aprobar unos créditos finalistas.

Que un 25% de tu bancada se haya convertido en tránsfuga en un hecho presentado como central evidencia la debilidad de la política nacional y el oportunismo de los representantes. No basta la excusa de que las fuerzas que convergen son alianzas en las que por lo tanto, los diputados adheridos tienen un mayor margen de decisión y acción que si de un partido se tratara. No basta con decir que Mesa no manda lo suficiente. Cualquier diputado tiene derecho a cambiar de posición e incluso, a defenderla en el hemiciclo sin renunciar, que sería lo coherente. Lo que no puede suceder es que alguien vote una cosa y se ampare en el secreto para negarlo.

El poder legislativo es el primero en la democracia liberal, es el que reúne la voluntad popular y el que se expresa en forma de leyes, negociaciones y acuerdos. Los bolivianos necesitamos una reconciliación sincera y el parlamento debe servir para unir. Es necesario que se encuentren horizontes comunes, es necesario que la Asamblea cumpla con las expectativas, y sí es necesario también que los candidatos a esos cargos sean probos: la culpa nunca será del pueblo que los vota sino de los poderosos que los colocan ahí.

 

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El ruido le hace flaco favor al equipo gubernamental, al que parece se le hace bola encontrar soluciones a problemas aparentemente sencillos


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