La doble vía y la educación vial

Las rutas son malas, cierto, pero hay una buena parte de los accidentes que tienen que ver con la imprudencia temeraria de los conductores

La ruta 9 entre Yacuiba y Villa Montes es una de las más peligrosas del país, especialmente en el tramo más próximo a la capital chaqueña y donde está por entregarse la doble vía desde Pajoso después de una década de promesas que inicialmente incluían todo el trayecto y se fue reduciendo hasta los poco más de tres kilómetros.

Ojalá no se espere mucho más en entregar ese “regalo”, pues cada día que pasa los chaqueños siguen incurriendo en peligros. Cada semana se registran en promedio tres accidentes graves. Solo el último fin de semana se registraron cuatro fallecidos a la altura de Yaguacua por un choque frontal de especial violencia. Podía haber sido peor. Además se registró otro choque frontal en el tramo habilitado provisionalmente que dejó al chofer en estado muy delicado, y en los dos meses que llevamos del año se han registrado media docena de vuelcos graves de camiones de alto tonelaje, colisiones con semovientes y varios atropellos a peatones. La ruta 9 es sinónimo de muerte por donde se le mire.

Ojalá no se espere mucho más en entregar ese “regalo” de la doble vía, pues la Ruta 9 se sigue cobrando vidas

La necesidad de un pavimento mejor y dos vías bien separadas que faciliten los adelantamientos entre los vehículos ligeros y los de alto tonelaje que a diario buscan la frontera es más que necesario, pero tampoco se puede considerar que el problema se acaba con los 3,5 kilómetros por entregar, pues los choques, vuelcos y atropellos se registran en todo el trazado.

En la ruta 9 se dan algunas circunstancias particulares, además del alto tránsito de camiones, pues es una zona con ganadería suelta en parte del trazado y además se abren enormes huecos y socavones durante la temporada de lluvia que no siempre son atendidos con celeridad, sin embargo, tampoco se puede achacar a la mala suerte ni a las malas condiciones de la vía de todo lo que sucede en ese tramo, y lo mismo es extensible a todas las carreteras de Tarija y del país.

Las rutas son malas, cierto, pero hay una buena parte de los accidentes que tienen que ver con la imprudencia temeraria de los conductores, tanto en sus propios hábitos como en el estado de los vehículos que se permiten manejar.

De un lado, es urgente que las Inspecciones Técnicas Vehiculares se enfoquen con el criterio de seguridad y no con el de la recaudación. Eso implica que no se miren tanto los abollones y más los frenos, las transmisiones, los ejes y las llantas, que al final son los que dan la seguridad necesaria.

Por otro lado, es necesario tomarse en serio las normas viales y respetar las señales de tráfico, algo que no es difícil y que esencialmente salva vidas: manejar a la velocidad adecuada, adelantar en los lugares permitidos, ceder el paso cuando corresponde y no crear que se maneja un Bulldozer en cada intersección ayuda bastante a ello.

Es tiempo de avanzar, desterrar las viejas taras del volante, pensar en el de al lado solidariamente, aplacar la testosterona de un mundo antiguo y absurdo que solo ha dejado víctimas mortales y multitud de daños.

Necesitamos mejores carreteras, pero también manejar mucho mejor.


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