El interés de China

China es el principal proveedor, pues cada año se le compran alrededor de 2.400 millones de dólares, pero además sus empresas tienen intereses grandes que requieren estabilidad en el país

China ha movido ficha lanzando un balón de oxígeno a Bolivia. El acuerdo alcanzado entre el Banco Unión y el Banco Industrial, cada uno propiedad de cada Estado, es una tabla salvavidas importante en un contexto cambiante de alto riesgo y cuando la estabilización de la economía mundial no va a ser tan sencilla: ninguno de los grandes banqueros centrales, ni de la UE ni de la Reserva Federal, se ha atrevido a augurar una bajada de tasas inminente por mucho que se hayan congelado sobre el 5% desde hace ya seis meses.

El acuerdo es la materialización práctica de los planteamientos de los BRICS sobre explorar vías alternativas al uso del dólar para el comercio internacional

El acuerdo, a falta de mayores detalles operativos, implica que los clientes del Banco Unión podrán tener una cuenta análoga en China donde sus bolivianos se convertirán en yuanes al tipo de cambio oficial – intermediado con el dólar, claro – para comprar la mercadería necesaria en el gigante asiático y traerla al país. En principio para el país vendedor y sus empresarios no existe ninguna diferencia, pues el comercio está controlado por el gobierno del partido comunista, mientras que para Bolivia supondrá un importante ahorro de divisas, garantizando además la provisión de insumos necesarios en múltiples sectores, pero especialmente en el farmacéutico, que hace tiempo viene comprando en ese país.

Los datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior señalan que China es el principal proveedor cada año se le compran alrededor de 2.400 millones de dólares mientras que se le venden 1.173; un saldo comercial negativo de más de 1.200 millones de dólares al año que en estos momentos supondrá un desahogo.

El acuerdo no deja de ser la materialización práctica de algunos de los planteamientos de los BRICS, la agrupación política y económica de los gigantes emergentes y que hace tiempo vienen planteando explorar vías alternativas al uso del dólar para el comercio internacional y que ya otros países han puesto en marcha, sobre todo con Rusia, pero además, el acuerdo es también una suerte de garantía de estabilidad para los diferentes intereses que las empresas chinas tienen en Bolivia, empezando por el litio, y que podrían peligrar en el caso de caída del gobierno, y es también la materialización de los planes chinos en su proyecto de cooperación Sur – Sur.

Lo cierto es que la economía boliviana sigue siendo minúscula para inquietar a nivel global y para que en el contexto de las pugnas geoestratégicas por el nuevo orden mundial no se vayan a encontrar soluciones.

Ahora, hace tiempo que la dinámica política que hace a la economía ha perdido la racionalidad y en esas, cualquier medida es vista con recelo por la oposición y por una buena porción de la población. La desconfianza se ha instalado como sujeto político por méritos del propio gobierno, incapaz de explicar con solvencia sus planes y demasiado dado a maquillar la realidad, por mucho que las críticas y advertencias no acaben de acomodarse a la realidad. Demasiado relato y poco contexto.

Seguramente urge un cambio de modelo, al menos una actualización de las prioridades y de las formas de hacer las cosas, pero la ansiedad no suele ser buena consejera. Es hora de proteger al Estado. Y vale para ambos lados.


Más del autor
Congreso del MAS
Congreso del MAS
Y llegaste tú
Y llegaste tú