Los secretos de YPFB en Tariquía

Pasan los meses y apenas se ha manifestado la voluntad de rascar la olla en el pozo viejo de Churumas

El mercado de la energía en general y de los hidrocarburos en particular cambia a velocidades endiabladas, y probablemente eso esté aturdiendo a YPFB, donde las decisiones siguen tardando demasiado. Hasta el punto de que se quedan viejas sin haberse tomado.

Recientes trabajos en el ámbito internacional vienen advirtiendo sobre la burbuja creada alrededor del gas natural, y que tiene a su vez raíz en una especulación con base si no política, al menos de poder.

Es posible que el organismo acabe siendo devorado por sus propias incoherencias, pero quien hasta ahora ha venido dando forma al futuro del mercado energético es el foro de las Naciones Unidas y en particular su agencia para el desarrollo sostenible que se materializa a través de las diferentes Cumbres de Partes (COP) y que se han convertido en el leivmotiv de la propia ONU, incapaz ya de interceder o mediar en ningún otro conflicto de ámbito bélico o ni siquiera humanitario.

Fue en una de esas Cumbres en las que se aceptó que el gas natural fuera presentado por algunos como una alternativa más limpia al carbón y un “combustible puente” para la transición mundial hacia una economía baja en carbono. La poderosa mano de Qatar se dejó ver pronto, aunque el asunto entró en demencia cuando se entregó la presidencia de la última COP en Dubai al presidente de una de las 10 mayores empresas de este tipo.

Como fuere, la demanda de gas ha crecido sustancialmente en los últimos años y la tecnología para su extracción ha seguido madurando. Junto con el hecho de que el gas es a menudo la opción preferida para la seguridad energética, muchos países han apostado por los proyectos de gas, y sus perspectivas de inversión parecen muy prometedoras, pues han logrado captar millones de dólares, pero a la vez, también cientos de proyectos han fracasado estrepitosamente.

Hay otro punto en la discusión que en algún momento puede hacer tambalear el encaje diplomático: aunque tradicionalmente se ha considerado “limpio”, lo cierto es que sigue emitiendo cantidad de metano a la atmósfera – un 50% menos que el carbón – y que hay muchas limitaciones tecnológicas para que eso se reduzca.

En Bolivia, mientras tanto, YPFB sigue siendo el gran misterio. Cuando parece que el asunto estaba zanjado por abandono ante la lapidaria realidad nacional del sector: sin mercados, sin reservas, sin inversiones y con los gasoductos amortizados a punto de servir solo para que transiten volúmenes desde Vaca Muerta hacia el resto del país, el presidente Armin Dorgathen insistió en que hay cosas que hacer todavía y que la propia empresa puede asumirlo.

Lo cierto es que tres meses después, en lo que compete a Tarija, apenas se ha prometido rascar la olla en los campos viejos de Churumas, con los que eso supone para la reserva de Tariquía, sin resolver otros proyectos atascados, que siguen siendo una amenaza para el desarrollo de cualquier tipo.

Eso sí, para pelear por el 45% sí que estamos…

Tarija necesita sincerarse consigo misma sobre lo que quiere, pero para eso necesita una información fiable que, al momento, no tiene.


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