Salud compadre… con moderación

Cada Carnaval Chapaco vuelve a poner a prueba la capacidad tarijeña de abrir sus brazos y mostrar lo mejor que tenemos, a los que debemos de sumarle el compromiso con la vida

Este 1 de febrero se celebra uno de los días míticos del calendario carnavalero y el que da inicio a la recta definitiva que lleva a los días grandes de verdad: el jueves de Compadres.

La tradición carnavalera de los jueves previos en Tarija está recogida en documentos y libros históricos de lo más insospechados, y se encuentran referencias desde antes de la Guerra del Chaco, aunque no hay duda de que ha sido en estas últimas décadas cuando el festejo ha ido tomando su forma definitiva, blindando los rituales e incluso las formas de hacer las cosas.

El Jueves de Comadres ha tomado ya vuelo nacional y hay réplicas (de lo más extrañas incluso) en muchos municipios, y también el de Compadres, aunque en este siempre conviene recordar algunos principios esenciales para no desnaturalizar la fiesta.

La fama del festejo ha ido creciendo y se ha extendido por todo el país, desde dónde nos miran con cierta intriga por la capacidad innata y genuina de pasarlo bien

El Jueves de Compadres no es una “chupa” al uso, no es un momento para sentarse en una mesa hasta quedar “palanca”, no es un momento para exacerbar la masculinidad, ni de ventilar viejas rencillas. No es momento para lamentos ni lágrimas, porque en el intercambio de tortas no se justifica el pasado en la que dos personas se han encontrado, sino que se proyecta un futuro acompañados el uno del otro, y es en esa sensibilidad en la que nace la identidad y también el espíritu de la fiesta que además trasciende los espacios temporales y los del calendario: el cumpa es para siempre, algo casi contra natura en la cultura del usar y tirar de hoy en día.

La ubicación es lo de menos, por mucho que cambie el lugar el espíritu siempre es el mismo: compartir con los amigos un buen rato en una jornada veraniega, solidificar unos lazos de amistad que pasan a formar parte de una especie de familia ampliada y básicamente, divertirse.

La fama del festejo ha ido creciendo y se ha extendido por todo el país, que siempre ha tenido una suerte de atención exótica sobre lo que pasa al sur, desde dónde nos miran con cierta intriga por la capacidad innata y genuina de pasarlo bien. Toca volver a demostrar el verdadero motivo de estos festejos, que nada tienen que ver con otras intrigas de “cumpas”, ni secretismos, ni logias, ni tratos de favor. Los cumpas son públicos o no lo son.

Cada Carnaval Chapaco vuelve a poner a prueba la capacidad tarijeña de abrir sus brazos y mostrar lo mejor que tenemos, pero a eso cada vez más debemos de sumarle el compromiso con la vida propia y la de los demás. Debemos ser capaces de frenar esos hechos aún aislados que suman accidentes de tránsito, peleas, agresiones sexuales y otros actos violentos antes de que se conviertan en epidemia y acaben por amargar la fiesta.

Esperemos que este 2024 tan raro sea un año diferente, en el que cada uno se comprometa con la vida y su respeto, cumpla las normas, no se exceda con el alcohol y aporte con lo mejor para darle cada vez mayor esplendor a unos festejos únicos en los que precisamente, lo mejor, es su gente.


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