La pausa de Camacho

El gobernador cruceño fue clave en la caída de Evo Morales y su paso veloz por la política ha abierto nuevos frentes.

El Comité Cívico de Santa Cruz le ha dado la puntilla al gobernador caído, Luis Fernando Camacho: "Bueno… al fin, entre comillas, se resolvió el tema", expresó Fernando Larach en una frase que recoge como nada la frugalidad de la política.

Luis Fernando Camacho jugó un papel clave en la caída de Evo Morales en 2019 donde pasó de ser un semidesconocido voluntarioso y con estética ultra – gorra oscura, polo ceñido, músculos – y formas de telepredicador al elemento fundamental que canalizó la protesta desde el oriente hasta la misma plaza Murillo con la ayuda fundamental en aquellos días de la UTOP.

Nadie en La Paz lo tenía en el radar ni siquiera cuando aprovechó el cabildo de los incendios de la Chiquitania para anunciar la desobediencia civil a la más que probable victoria inconstitucional de Evo Morales en la elección que se avecinaba. El morrocotudo lío del fraude creo las condiciones para ir más allá de la desobediencia y al final, el presidente y el vicepresidente renunciaron al poder.

En aquel noviembre, la gente movilizada lo siguió a él y fue el factor diferencial respecto a un Carlos Mesa que había optado por una vía institucional con requerimientos al Conade y a la OEA, y aunque en las grandes alturas nunca le dieron crédito como político, fue quien bendijo el gobierno de Áñez y logró colocar unos cuantos ministros de confianza que duraron apenas tres meses, el tiempo para que las apetencias del poder se materializaran en candidaturas tradicionales, como la de Áñez, y en alternativas, como la de Camacho y Pumari.

El grupo de jóvenes radicales donde no cabían los tonos grises se descompuso pronto y las soluciones a los problemas no llegaban

En este medio siempre advertimos que Camacho nunca quiso ser presidente, sino tener una bancada lo suficientemente fuerte en La Paz que respondiera a los afanes de una nueva vía secesionista que se estaba abriendo en Santa Cruz, más radical como quien sabe que se juega su última carta antes de que la propia deriva demográfica lo aplaste todo.

La estrategia le salió bien y tampoco tuvo dificultades para ganar la Gobernación una vez que los Demócratas, en su enésima decisión atolondrada de esos años le dejó la vía libre. El problema vino después, con la gestión. El grupo de jóvenes radicales donde no cabían los tonos grises se descompuso pronto y las soluciones a los problemas no llegaban.

En la huida hacia delante, Camacho y los suyos optaron por ir al choque y el asunto del censo se convirtió en una excusa coyuntural no tanto para mostrar fuerzas sino para marcar un camino: el comité cívico de Rómulo Calvo, en la puerta de salida, invocó el derecho a la autodeterminación de los pueblos y armó una comisión para redefinir la relación de Santa Cruz con el Estado. Fue el 13 de noviembre

Mes y medio después, Camacho estaba en detención preventiva en Chonchocoro; cuatro meses después quebró el banco Fassil y un año después, el Comité Cívico de Santa Cruz declaraba que redefinir la relación con el Estado pasaba por profundizar la autonomía dando la batalla jurídica…

El pasado viernes se consumó la caída del Gobernador cruceño, que sigue teniendo la consideración de electo, pero todo el poder ha pasado a su suplente legal, Mario Aguilera, con quien empezó una encarnizada batalla verbal desde el primer momento en el que le vislumbró ganas de tocar poder. Aguilera responde hoy con auditorías y cambios de fondo.

Es pronto para determinar si el fenómeno Camacho se ha estrellado, si se ha esfumado o si simplemente atraviesa un momento delicado. Es posible que incluso volver al activismo de oposición le resulte más conveniente. Es pronto para saber si es una KO técnico o una pausa. En cualquier caso, conviene estudiarlo a fondo.


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