La hora de Milei

Argentina, país del G20, es el Estado más institucionalizado del continente con poderosos servicios públicos y un enfoque de justicia social ausente en países vecinos

Ganó Javier Milei, y no de cualquier manera. La victoria es apabullante en todos los términos: 11 puntos de diferencia van más allá de cualquier explicación relativa a la campaña o a la coyuntura. Se trata de años de acumulación, de la grieta “bien” profundizada que en el momento decisivo, ha actuado: no hay ninguna duda de que fue la aparición decidida del expresidente Mauricio Macri pidiendo el voto para Milei en la segunda vuelta ha sido la clave esencial. Ha sido una suma matemática – el 30% de Milei y el 24% de Bullrich/Macri – Frente al 37% de Massa en la primera vuelta, que apenas ha logrado atraer a algunos jóvenes.

Los resultados de la primera vuelta han dado la tranquilidad que algunos votantes de la derecha conservadora no tenían: Macri ha garantizado que sus votos en la Congreso no servirán para ninguna aventura libertaria y obligó al candidato a desdecirse de muchos de sus planteamientos, particularmente de su afán por eliminar la salud y la educación  públicas y eliminar los subsidios y también poner paños húmedos sobre otras ideas como la dolarización, que ya no citó ni en su discurso posterior al triunfo.

El presidente es Milei y eso lo hará valer, pues a nadie le gusta sentirse títere de nadie

Ahora, el presidente es Milei y eso lo hará valer, pues a nadie le gusta sentirse títere de nadie. En su primer discurso como presidente electo se proclamó como presidente de todos los “argentinos de bien”, prometió mano dura para quienes se resistan al cambio – “dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada” y volvió a pisar el acelerador – “no es momento para gradualismos” a pesar de que pidió 35 años para hacer de Argentina, que ya es parte del G20, una potencia mundial. En sus primeras entrevistas también está contemporizando tanto la expectativa con la inflación – le ha otorgado 24 meses más – como del cierre del Banco Central y la dolarización ha quedado en una suerte de nebulosa – “la propuesta es que la moneda sea la que elijan los individuos”.

Hace ocho años Mauricio Macri también ganó las elecciones con un discurso liberal, aunque menos radical, y ahondando en la grieta con el kirchnerismo que entonces presentaba a un Daniel Scioli que, como Massa, tampoco encajaba en el perfil más popular. Macri renunció a tomar medidas estructurales, pero en sus primeras dos semanas liberalizó exportaciones, devaluó, colocó magistrados en la Corte Suprema y suspendió la Ley de Medios, entre otras medidas polémicas, tomadas fundamentalmente por Decreto de Necesidad Urgente al no tener mayoría en las cámaras, y que es lo que presumiblemente hará el nuevo presidente.

No hay duda que Argentina necesita un sacudón después de años de una deriva social, moral y económica narrada desde la decadencia que muchas veces tiende a confundir: Argentina es el Estado más institucionalizado del continente con poderosos servicios públicos y un enfoque de justicia social ausente en países vecinos; en Bolivia sin ir más lejos tras años de “movernos” al socialismo.

El pueblo es sabio en su deliberación y votación y Milei se ha ganado la oportunidad de poner en marcha sus medidas y propuestas para tratar de sacar del pozo al país. Que sea en buena hora.


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