La “chispa” de la política boliviana

Cualquier medida tomada precipitadamente que encarezca los precios o perjudique el empleo puede acabar en un gran fiasco

Posiblemente los políticos de este país estén ya haciendo cuentas para las elecciones de 2025, pues en pocos meses entraremos ya en la vorágine de alianzas, primarias y pactos, pero lo cierto es que el país atraviesa un momento delicado en lo económico que puede acabar convertido en espiral destructiva.

El MAS parece haber llegado a un acuerdo explícito para la candidatura de Evo Morales que incluya salvar el gobierno de Luis Arce, pero no es tan seguro que no se trate de una estrategia. La oposición, precisamente por eso y por otras excusas como: “no es tiempo de electoralizar sino de concentrarse en los problemas del país”, como si tuvieran alguna oportunidad de contribuir a su solución si no ganan las elecciones, gana tiempo para no decidir un proyecto común porque todos están convencidos de que en solitario pueden llegar a una segunda vuelta contra el MAS que les de la victoria. Justo lo mismo que pensaron en 2019 cuando el MAS era más débil que nunca tras su derrota en el referéndum y en 2020 cuando creyeron que lejos del poder el partido se desinflaría.

La cuestión es que nada de esto será importante si la economía mundial se acaba llevando por delante la economía local. Si la crisis económica empieza a estallar en los bolsillos de los vecinos.

En general el mundo se prepara para lo peor. Las subidas de tipos de interés decretadas por los poderosos bancos centrales de los países hegemónicos, Estados Unidos y Europa principalmente, parecen haber llegado a su fin logrando el objetivo declarado de controlar la inflación, y el no declarado pero previsto: empujar al mundo a la recesión, porque sí, efectivamente las prácticas de “retirar dinero del mercado” para evitar que los precios suban acaba afectando a los créditos y con ello, a los emprendedores y a los que formalmente crean empleo. Es decir, arrancará una época de menor gasto y mayor desempleo y cada país debe prepararse para enfrentarlo.

Bolivia ha enfrentado bien el alza de precios en la coyuntura internacional por la fortaleza de la moneda anterior a la crisis, al cambio fijo, al subsidio de los combustibles y al control de las exportaciones, pero no está tan claro que pueda soportar una recesión global profunda ahora que nuestra economía está mucho más conectada al mundo que en el periodo 2008 – 2014 manteniendo altos grados de informalidad y una baja productividad.

Cualquier medida tomada precipitadamente que encarezca los precios de la canasta básica; cualquier decisión que perjudique el empleo y cualquier proyecto que no tenga la honestidad de reconocer la situación puede acabar en un gran fiasco alimentando un sustrato popular en condiciones de deflagración.

En ocasiones solo falta una chispa y en la política hay demasiados con complejo de pirómanos capaces de incendiar todo por llegar al poder. Bolivia necesita una regeneración sin destruir lo avanzado y eso, en unas condiciones complejas y delicadas, implica un compromiso más allá de lo partidario. Ojalá todos sean conscientes de lo que el país se está jugando.


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